14. Diversas perspectivas
Todo lo que hemos ido abordando sobre la muerte y la figura de Juan Pablo
I se puede contemplar desde diversas perspectivas, que conducen a correspondientes
conclusiones:
* En primer lugar, desde la inconsistencia y falta de fundamentación
del comunicado oficial, sobre todo en lo que se refiere a la determinación
de la causa de la muerte. Como diversos especialistas indicaron, es clínicamente
imposible explicar la muerte por infarto de miocardio agudo (y, además,
instantáneo), sin la realización de la autopsia. Además,
la forma en que se encuentra el cadáver no responde al cuadro típico
del infarto: no ha habido lucha con la muerte. Tampoco existe otra sintomatología
que lo delate. Ni la baja tensión de Luciani ni su estilo de vida
avalan semejante dictamen. Por tanto, no sólo esto, sino todo lo
que se dijo después (peso del papado, soledad institucional, etc.)
queda justamente en el aire, como hipótesis carente de fundamento,
mantenida precisamente por quienes tenían en sus manos la realización
de la prueba definitiva y concluyente de la autopsia.
* En segundo lugar, desde la coherencia y convergencia de los datos
aportados. Sobre la base de que una prueba tan fundamental y decisiva como
la autopsia no se ha hecho (o no se ha dicho), no obstante, son muchos
los datos e indicios que apuntan a la misma conclusión: muerte provocada,
en el momento oportuno. ¿Responsable? Si vive todavía, habría
que buscarle (o buscarlos) en la logia Propaganda Dos. Si la muerte
de Luciani se produjo por causas naturales, entonces hay muchas cosas que
resultan inexplicables. Sin embargo, si la muerte se produjo de forma provocada,
entonces se entiende todo. Puestas las cosas a este nivel, hablaríamos
de una hipótesis con suficiente fundamento, que podría ser
confirmada por una seria investigación judicial. De hecho, con los
datos e indicios de que se dispone en este momento, dicha investigación
estaría justificada en cualquier Estado de Derecho. Ahora bien,
tal investigación no sólo no se da, sino que se está
dando justamente lo contrario, la ocultación y aun la represión
de toda investigación, que quiera desvelar el enigma que envuelve
la muerte del Papa Luciani.
* Se podrá obviar la inconsistencia del comunicado oficial,
se podrá ignorar la coherencia y convergencia de los datos
aportados, se podrá omitir, obstruir y aun reprimir la necesaria
investigación, pero no se puede encadenar la Palabra de Dios. Ayer,
hoy y siempre, el Dios vivo habla de muchas maneras en la historia de los
hombres.
Con ello estamos ante la perspectiva más profunda, que
asume, resume y transciende las anteriores. Es la clave de los creyentes
y de los profetas: se me dirigió la Palabra.
El testimonio de Albino Luciani, Papa Juan Pablo I, es una brillante
luz de nuestro tiempo que ha de colocarse, no bajo el, sino sobre el candelero,
aunque con ello aparezcan desconchados y grietas de la casa.