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No sólo vela el hombre, también vela Dios. La noche del éxodo, noche que no puede olvidar, ni puede ser olvidada por ningún judío, Dios veló sobre el pueblo: "llegada la vigilia matutina, miró Yahvé a través de la columna de fuego y humo hacia los ejércitos, y sembró la confusión. Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad" (Ex. 14,24-25). En la noche de cada éxodo, es fundamental el encuentro de estas dos vigilancias: la del pueblo creyente  y la de GUARDIÁN DE ISRAEL.

 

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.

TU GUARDIÁN NO DUERME,

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.

TU GUARDIÁN NO DUERME,

NO DUERME NI REPOSA

QUIEN GUARDA A ISRAEL.

NO DUERME NI REPOSA

QUIEN GUARDA A ISRAEL.

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.

 

 

LEVANTO MIS OJOS A LOS MONTES

¿DE DONDE ME VENDRÁ EL AUXILIO ?

EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR,

QUE HIZO EL CIELO Y LA TIERRA.

EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR,

ME VIENE DEL AMOR

POR MONTES Y VEREDAS.

 

 

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.

TU GUARDIÁN NO DUERME,

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.

TU GUARDIÁN NO DUERME,

NO DUERME NI REPOSA

QUIEN GUARDA A ISRAEL.

NO DUERME NI REPOSA

QUIEN GUARDA A ISRAEL.

NO PERMITIRÁ

QUE RESBALE TU PIE.