Juan Pablo II, rodeado de policias (Méjico, enero de 1979).
Al comienzo de su pontificado, Juan Pablo II mandó crear un moderno cuepo
de seguridad: en total 25 policias, todos armados y perfectamente entrenados
("YA", 8-4-1979).
11. Medidas de seguridad
Tras el entierro de Juan Pablo I, toda la atención se centra en
el nuevo cónclave, que se celebra los días l5 y l6 de octubre.
Al octavo escrutinio, último de la segunda jornada, es elegido Juan
Pablo II. En los comienzos de su pontificado, Wojtyla no confirmó
los principales cargos curiales. Se creó por ello un malestar que
el cardenal Wyszynski, primado de Polonia, le comentó al Papa el
23 de octubre. Al día siguiente, Villot se encontraba de pésimo
humor.
Después se supo que el Papa le había enviado una carta
según la cual le confirmaba en el cargo, pero provisionalmente:
"mientras no se disponga lo contrario" (192). El 25 por la noche, el Papa
comenzó a examinar el complejo organigrama de la curia: "no tomar‚
ninguna decisión por ahora", le dijo a monseñor Caprio. "Por
el momento, todo puede continuar como hasta ahora" (193).
Sin embargo, una de las decisiones que tomó personalmente Juan Pablo II,
pocos días después de comenzar su pontificado, fue la de crear
un cuerpo de seguridad, el Servicio Secreto de Su Santidad (SSSS):
"Los temores de Juan Pablo II se agudizaron poco después de
su instalación en el Vaticano: de los 2000 guardias suizos reclutados
por Pío XII, en la actualidad sólo quedan 67... Por razones
de economía y humildad, Pablo VI había efectuado también
una drástica reducción en el presupuesto de la Gendarmería
pontificia" (194).
Este hecho se entiende mejor desde la perspectiva de muerte provocada
en el caso de Pío XI, según el diario del cardenal Tisserant,
o de Juan Pablo I. Sin duda, desde esta clave se explican mejor las excepcionales
medidas de seguridad tomadas respectivamente por Pío XII y por Juan
Pablo II (no así por Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I). En el
funeral del Papa Luciani, las precauciones de seguridad fueron enormes:
más de siete mil policías vigilaban la Ciudad del Vaticano
y sus alrededores. Tal despliegue policial no se dió en el funeral
de Pablo VI ni en la inauguración del pontificado de Juan Pablo
I. Dice Lorenzi que en los aposentos pontificios no había guardia
de seguridad, cuando él estuvo Allí como secretario del Papa
Luciani:
"El Papa vive en un apartamento de 100-150 metros cuadrados, él,
dos secretarios, las monjas. En el apartamento privado no entra nadie,
no hay guardia ni pontificia ni suiza" (195).
Cuando surge la historia de los hermanos Gusso, que - según
Magee - introducían fotógrafos y gente en los apartamentos
privados del Papa, dijo Luciani:
"Ahora estoy en sus manos, ¿Qué puedo hacer?" (196).
Los hermanos Gusso fueron destituidos. Por lo demás, Magee no dice
quién o quienes fueron los nuevos camareros. Juan Pablo II encomendó
la creación del cuerpo de seguridad al general Dalla Chiesa, jefe
de la lucha antiterrorista en Italia. La primera misión de Dalla
Chiesa fue seleccionar cinco policías de élite, armados con
pistolas extrachatas, encargados de asegurar la custodia personal del Papa.
La designación de estos hombres se concretó después
de un acuerdo secreto entre la Santa Sede, el Gobierno italiano y el general
Dalla Chiesa. El general integró también otro equipo de veinte,
encargado de mezclarse con la multitud en las apariciones públicas
del Sumo Pontífice: "todos est n armados y perfectamente entrenados.
Además hablan varias lenguas para poder sorprender las conversaciones
en medio de las multitudes de fieles cosmopolitas" (197).
La creación del cuerpo de seguridad se la relacionaba entonces
con un espectacular descubrimiento realizado por Dalla Chiesa, mientras
trataba de localizar a los asesinos de Aldo Moro: en un refugio de las
Brigadas Rojas halló un plan para secuestrar al Papa. "Las Brigadas
Rojas sabían perfectamente que el Sumo Pontífice estaba muy
mal protegido" (198). Además, según Dalla Chiesa, los servicios
secretos del Este se esforzarían por infiltrarse en el Vaticano
para estar informados sobre las intenciones de Juan Pablo II" desde el
momento mismo de su elección: un papa polaco en el trono pontificio.
Además, "otra de las misiones del servicio secreto ser
establecer un mecanismo de vigilancia permanente sobre todas las actividades
del Papa, inclusive durante la noche. El Vaticano quiere impedir que se
repita la terrible experiencia de la muerte de Juan Pablo I, que expiró
en su habitación fulminado por una crisis cardíaca sin haber
podido alertar a los guardias suizos que dormitaban en los corredores del
palacio pontificio" (199).
Sin embargo, las excepcionales medidas de seguridad tomadas a la muerte de Juan
Pablo I manifiestan, más bien, que la mayor preocupación del Vaticano
no era de orden sanitario sino policial. Por
lo demás, el 20 de enero de l979, Juan Pablo II designó al doctor
Buzzonetti como director de los servicios sanitarios vaticanos. Se comentaba entonces
que por sugerencia de Villot y sin pensarlo demasiado. El nuevo director de Sanidad
del Vaticano, a diferencia de su antecesor, no desempeñaría la función
de médico del pontífice: "Wojtyla es hace años cliente de
Mieczyslaw Wyslocki, un médico polaco que reside en Roma, y que se presentar
oficialmente al lado del Papa en ocasión del viaje de éste a Méjico"
(200). Justamente en esa ocasión, a finales de enero de 1979, se estrenaron
los miembros del Servicio Secreto de Su Santidad (201).