En el principio era la palabra
 

 

UN PAPA FRANCISCO
Que el Señor te bendiga y te guarde

francisco i
Jorge Mario Bergoglio, argentino, de padres emigrantes, jesuita, con 76 años, cardenal arzobispo de Buenos Aires, ha sido elegido nuevo Papa y ha elegido el nombre de Francisco. Un Papa Francisco. Un nombre original y sugerente. Un nombre que remite a una Iglesia más pobre, más evangélica, más ecuménica. 
En su primera aparición pública el Papa Francisco empezó diciendo: "Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias". El Papa hizo una oración por su antecesor: "oremos todos juntos por él", dijo que "comenzamos este camino: Obispo y pueblo", "este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias", "un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros", "recemos siempre por nosotros: el uno por el otro", "recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad", "deseo que este camino de Iglesia que hoy comenzamos...sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa".
El Papa añadió: "Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí....Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad...Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis".
Se dice que en el cónclave de 2005 el cardenal Bergoglio llegó a tener 40 votos que hubieran podido bloquear la candidatura de Ratzinger. Al parecer, durante la elección, hizo una súplica emotiva pidiendo a los cardenales que no votaran por él. Ahora, tras su elección, dijo a los cardenales una frase que remite a Juan Pablo I: "Dios os perdone por lo que habéis hecho".
Bergoglio ha sido señalado como sospechoso de colaborar con la dictadura militar argentina (1976-1983), aun cuando ninguna denuncia ha sido presentada formalmente ante la justicia argentina. A este respecto él dice: "Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por las personas secuestradas", "me moví dentro de mis pocas posibilidades y mi escaso peso". Adolfo Pérez Esquivel, que fue premio Nobel de la Paz, ha manifestado que "Bergoglio no fue cómplice de la dictadura". 
Llama la atención. El pasado 5 de febrero, aniversario del cardenal argentino Pironio, recibí este correo de un italiano, que reside en Castellón: "Estimado padre Jesús, he leído con gran interés su libro "Juan Pablo I. Caso abierto". Los 33 días de su pontificado han sido para mi un descubrimiento: no conocía su propósito de actualizar integralmente el Concilio. No había jamás profundizado en el tema de la muerte y no había considerado la posibilidad de que hubiera sido asesinado: para mí había muerto de congoja. Su libro reviste para mi un interés particular por el siguiente motivo: Con ocasión de la muerte de Pablo VI algunos amigos me preguntaron cómo querría que fuera el nuevo papa. Mi respuesta fue: 'Un papa que siga al Jesús de los evangelios'. Y añadí: 'Tendría el mismo fin, matado por el poder político y religioso'.
Durante años he pensado en un papa así, hasta que con ocasión de la invasión de Irak (2003) escribí un librito con el título Papa Francisco (en una edición privada para los amigos y compañeros de trabajo). En ningún momento tuve presente al papa Luciani. Comprenderá mi sorpresa con la lectura de su libro: el papa Francisco, mi papa soñado, había venido, pero no me había dado cuenta" (E.O.).
Es oportuno recordar aquí que la vocación de San Francisco (1182-1226) nace de una visión crítica de la Iglesia de su tiempo: "Anda y repara mi Casa que amenaza ruina". Estas palabras las escuchó en San Damián, una iglesia en la que había entrado buscando luz, una iglesia que estaba en ruinas. Pronto entendió San Francisco que eran otras las ruinas que había que reparar.
Así lo entendió también el Papa Inocencio III (1160-1216): “había visto en el sueño que la basílica de Letrán estaba a punto de arruinarse y que un religioso pequeño y despreciable, arrimando la espalda, la sostenía para que no cayera”. Inocencio III fue un Papa, a quien un conjunto de circunstancias (por otra parte, sumamente inestables), le llevaron a ser algo así como “emperador de Europa”. 
A primeros de marzo, tuvimos un encuentro con la comunidad de Barcelona en una casa de espiritualidad de monjas franciscanas. La renuncia del Papa estaba en el ambiente. En la sala de reunión había dos fotos: una de Asís, que remitía a una Iglesia diferente, y una del Papa que acababa de renunciar. En realidad, teníamos delante dos modelos de Iglesia. Y teníamos clara nuestra opción. En la eucaristía del día 9 volvimos sobre el asunto. 
Pues bien, a pesar de todo, la sorpresa fue total. ¡Un Papa Francisco!. El nombre remite a una Iglesia más pobre, más evangélica, más ecuménica. ¿Lo conseguirá el nuevo Papa? Veremos. De momento, oramos por él con la bendición de San Francisco: "Que el Señor te guarde y bendiga y vuelva hacia ti su rostro. Que el Señor haga de ti misericordia y te dé paz. Que el Señor te dé su santa bendición. Amén".

Jesús López Sáez