En el principio era la palabra
 

EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Decreto del arzobispo

En octubre de 2023 se celebrará el Sínodo de los Obispos en su XVI Asamblea General Ordinaria para tratar el tema Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Sínodo significa “caminar juntos”. El camino de la sinodalidad, dice el papa Francisco, es “el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”: “Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado petrino podrá recibir nueva luz”.

La finalidad del Sínodo es escuchar a toda la Iglesia y encontrar métodos que faciliten llevar la “sinodalidad” a la práctica. El papa Francisco ha introducido una novedad en la historia de los sínodos posconciliares. El Sínodo no se limita a la Asamblea de octubre de 2023, sino que comienza con fases previas de consulta. En octubre de 2021 ha comenzado la fase diocesana que termina en agosto de 2022. De septiembre de 2022 a marzo de 2023 es la fase continental, en la que las Iglesias continentales envían sus informes a Roma.

1. La consulta sinodal

La pregunta fundamental que guía la consulta es la siguiente. En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿Cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro caminar juntos? (ver Documento preparatorio y Vademecum).

Hay diez núcleos temáticos a profundizar. Resumidamente, son los siguientes:

  • Los compañeros de viaje: ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial?
  • Escuchar: ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia particular?
  • Hablar claro: Todos están invitados a hablar con valentía y franqueza, es decir, integrando libertad, verdad y caridad.
  • Celebración: “Caminar juntos” sólo es posible sobre la base de la escucha común de la Palabra y la celebración de la Eucaristía? ¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia?
  • Compartir la responsabilidad de nuestra misión común: Somos corresponsables en la misión. ¿En qué medida se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión?
  • El diálogo en la Iglesia y en la sociedad: ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia particular?
  • Ecumenismo: ¿Qué relaciones mantenemos con los hermanos y hermanas de otras confesiones cristianas?
  • Autoridad y participación: ¿Cómo se ejerce la autoridad dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cuáles son las modalidades de trabajo en equipo y de corresponsabilidad? ¿Cómo se promueven los ministerios laicales y la asunción de responsabilidades por parte de los fieles?
  • Discernir y decidir: ¿Con qué procedimientos y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones?
  • Formarse en la sinodalidad: ¿Cómo formamos a las personas, en particular aquellas que tienen funciones de responsabilidad dentro de la comunidad cristiana para hacerlas capaces de “caminar juntos”?

2. Encuentro de consiliarios

El 25 de febrero hemos tenido un encuentro de consiliarios de Movimientos y Asociaciones, que se ha centrado en el Sínodo, abordándose estos aspectos: Momento sinodal, Figura del Consiliario en el momento actual, Qué esperan los movimientos y asociaciones en el espacio del Apostolado Seglar de la Diócesis. El encuentro ha sido presidido por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro,

Según los organizadores del encuentro, “el momento sinodal, bien. Cada vez más respuestas. Se va a leer todo lo que se reciba y se va a enviar”. El cardenal Osoro habla de “mil grupos sinodales” en la diócesis de Madrid. Nadie sobra. Hay interés: “Es la primera vez que nos consultan”, “cuántas páginas y cuántas cosas nos preguntan”.  A nivel mundial, hay de todo. Como sabemos, los obispos polacos acusan a los alemanes de “sucumbir a la presión” para “alterar el Evangelio”. Según algunos, habiendo unas preguntas iniciales y diez grupos temáticos, hay dificultades para compaginar la programación del movimiento o asociación con la marcha sinodal.

Jesús Junquera, canónigo de la catedral, dice no haber hecho un grupo sinodal en la asociación de la Real Esclavitud, pero sí en la parroquia. El consiliario de Renovación Carismática (RC) habla de la dificultad de tener estos encuentros sinodales con quienes ya participan en las reuniones de RC: “no puedes contar con ellos para más”, “tienen mucho trabajo, hijos, familia”, “con su vida coherente están activos en la Iglesia”.  El consiliario de la HOAC se queja de la “falta de consiliarios” y plantea qué es lo que nos une a todos en la identidad del laico, destacando la función de su presencia pública: “la liturgia y la catequesis está cuidada, pero -si no hay dimensión social de la fe- falta algo importante”. Según el consiliario de los Grupos de Loyola, “como dice el papa Francisco, es más importante iniciar procesos que llenar plazas”, “llenamos una plaza, luego no queda nada”; se pregunta: “¿Otro grupo más el sinodal?”. El consiliario de la asociación Alabanza con María, que pretende llevar la alegría de la fe a los que sufren, no considera conveniente el grupo sinodal, dice experimentar una división como párroco y como consiliario: en su parroquia hay “grupos burbuja”, “anquilosados en lo institucional”.

Se recuerda el decreto sobre asociaciones del arzobispado de Madrid, “cada cinco años hay que cambiar al presidente de la Asociación”, “el presidente está años y años, sobre todo, en confradías y hermandades”, “no acostumbrarnos a estar siempre los mismos”. Un consiliario comenta que es para Asociaciones Internacionales (Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida). El cardenal Osoro precisa que con el decreto se aplica la orientación vaticana a nivel diocesano. En la Revista Cofrade de Madrid se afirma: “Después de lo ocurrido en la Hermandad de Jesús el Pobre, mucho han tardado”.

Comentario. A propósito de la participación sinodal, la pregunta es: participar ¿en qué? Los sínodos posconciliares, que puso en marcha Pablo VI, son sínodos consultivos, no decisorios. En los primeros tiempos no era así. Pablo y Bernabé se reúnen en Jerusalén con aquellos que son considerados “como columnas”, Santiago, Cefas y Juan, para afrontar la cuestión de los gentiles convertidos al Evangelio (Ga 2,1-10). En el año 190 el papa Victor I convoca en Roma un sínodo para fijar la fecha de la Pascua. Hubo problemas. En la Iglesia antigua, cada comunidad participa en la elección de sus dirigentes. San Cipriano (+258) reclama este derecho incluso frente al papa Esteban: “Que no se le imponga al pueblo un obispo que no desee” (Ep. 4,5). Dice San León Magno (+461): “Aquel que debe presidirlos a todos debe ser elegido por todos” (Ad Anastasium).

En cuanto a la figura del consiliario en el momento actual, se trata de una “persona que aconseja”, es un “clérigo que representa a la Iglesia en una asociación laica”. En este asunto, hay que volver a las fuentes. En su primera carta, Pedro se sitúa como “anciano”, “presbítero”, es decir, como “dirigente” entre otros “dirigentes”: “A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana”, “no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño” (1 P 5,1-3). Estos “ancianos” o “presbíteros” siguen el modelo de dirección compartida de las sinagogas judías. Además, recordamos lo que dice Jesús: “Sabéis que los jefes de las naciones los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros sea vuestro servidor” (Mt 20, 25-26).

En el contexto de la vieja cristiandad que se desmorona, la pieza clave es la figura del sacerdote tridentino, que está envejeciendo y desapareciendo. Es preciso volver a la experiencia de las primeras comunidades cristianas. Después del concilio Vaticano II se insistió mucho en la comunidad. El mismo concilio fue convocado para esto, “para devolver al rostro de la Iglesia de Cristo los rasgos más simples y más puros de su origen” (Juan XXIII). Hoy se insiste en la sinodalidad, pero no es lo mismo. En cuanto al ejercicio del primado petrino, el papado ha tenido un desarrollo autoritario y absoluto que es preciso revisar, pues constituye el gran obstáculo en el camino de la unidad. También en esto hay que volver a las fuentes. Pedro se presenta como un dirigente entre otros dirigentes, el primero entre iguales (primus inter pares).

3. Decreto del arzobispo

El pasado 21 de febrero el Arzobispado de Madrid a través de página web ha hecho público el Decreto sobre la regulación de los mandatos de los órganos de gobierno de las Asociaciones y duración del cargo de presidente (28-11-2021), inspirado en el Decreto General del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que “disciplina el ejercicio del gobierno en las asociaciones internacionales de fieles, privadas y públicas” (11-6-2021).

Se dice en la introducción: “En el decreto se prevé que para un gobierno prudente de las asociaciones se ha considerado necesario regular la duración y el número de mandatos de los cargos de gobierno, así como la representación de los mismos, con el fin de promover una sana rotación y evitar apropiaciones que no han dejado de procurar violaciones y abusos, así como acometer un relevo generacional en los órganos de gobierno y rotación en los mismos”.

En virtud de los cánones 29 y 305 del Código de Derecho Canónico que dicen: “Los decretos generales, mediante los cuales el legislador competente establece prescripciones comunes para una comunidad capaz de ser sujeto pasivo de una ley, son propiamente leyes y se rigen por las disposiciones relativas a ellas” (c. 29), “todas las asociaciones de fieles están bajo la vigilancia de la autoridad eclesiástica competente, a la que corresponde cuidar de que en ellas se conserve la integridad de la fe y de las costumbres, y evitar que se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica; por tanto, a ella compete el deber y el derecho de visitarlas” (c. 305, 1), “todas las asociaciones, cualquiera que sea su especie, están bajo la vigilancia de la Santa Sede; están bajo la vigilancia del Ordinario del lugar las asociaciones diocesanas” (c. 305, 2), el decreto del arzobispo establece lo siguiente:

Art. 1. Los mandatos en los órganos de gobierno de las asociaciones de fieles a nivel diocesano tendrán una duración máxima de cinco años cada uno.

Art. 2,1. Una misma persona puede ocupar el cargo de presidente o responsable de la junta directiva por un periodo máximo de dos mandatos o diez años.

Art. 2,2. Tras el límite máximo de diez años o dos mandatos, la reelección sólo es posible tras una vacante de un mandato.

Art. 3. Las asociaciones en las que, en el momento de entrada en vigor del presente decreto, el presidente o responsable lleve más de dos mandatos o diez años al frente de la asociación, deberán prever nueva elección en un plazo máximo de doce meses a partir de la entrada en vigor del presente decreto.

Art. 4, 1. Todas las asociaciones públicas como privadas habrán de modificar los estatutos de la asociación en este sentido y presentarlo para la aprobación del obispo diocesano.

Art. 4,2. A partir de la entrada en vigor del presente decreto y hasta la aprobación de las eventuales modificaciones de los estatutos de las asociaciones por parte del obispo diocesano, lo establecido abroga toda norma contraria a él que pueda estar prevista en los estatutos de las asociaciones.

Comentario. El artículo 5 del Dicasterio dice: “Los fundadores podrán ser dispensados de las normas de los artículos 1, 2 y 4 por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida”. El decreto del arzobispo no dice nada al respecto. Pero vayamos a lo fundamental: el arzobispo no aconseja, sino que impone, avasalla. ¿Es esta la forma sinodal de ejercer la autoridad?, ¿persisten en la Iglesia los usos propios del monarca absoluto?, ¿estamos ante un abuso de poder? Recordamos la exhortación de Pedro: “Sed pastores del rebaño de Dios”, gobernándolo “no como déspotas”, y nos remitimos a la palabra de Jesús: “Sabéis que los jefes de las naciones los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros sea vuestro servidor”.

Jesús López Sáez

Febrero 2022