En el principio era la palabra
 

LA CABAÑA DEL ABUELO PEUTO

Una utopía hecha realidad

Es un albergue del Camino de Santiago en el pueblo de Güemes (Cantabria), pero un albergue muy especial, porque su creador, Ernesto Bustio Crespo, es peregrino del Camino de la Vida. Hablando a primeros de agosto con Martín Valmaseda, me comentó que pensaba pasar unos días en La Cabaña del Abuelo Peuto y que llevaría allí ejemplares de su folleto El mártir de la sonrisa. Como se daba la circunstancia de que Carlos y Chelo, miembros de la Comunidad de Ayala, estaban de vacaciones en la zona, le dije a Martín que pasarían a saludarle. En la foto aparecen ambos con Ernesto y Martín.

“Peuto era mi abuelo, que se llamaba Perfecto, y aquí a los Perfectos se les llama coloquialmente Peuto”, dice Ernesto. Veamos algunos datos. Ernesto nació en 1937 en la casa de sus abuelos. En 1946 sus padres emigraron a Cataluña con sus cinco hijos en busca de trabajo y una vida mejor. Con once años, eran otros tiempos, trabaja como pastor en una masía. Con casi trece, ingresa en el Seminario de Solsona, donde estudia Humanidades y Filosofía entre 1951 y 1959. Después, hasta 1963, estudia Teología en el Seminario de Monte Corbán, en la diócesis de Santander.

En la década de los 70, durante 25 años, es cura obrero en el barrio santanderino de San Francisco. Allí realiza una gran labor de dinamización ciudadana, fomentando mejoras en los ámbitos de salud, educación, cultura y urbanismo. A sus 84 años, Ernesto sigue activo como cura en la parroquia de Güemes y en otra parroquia cercana.

Entre 1979 y 1981 realiza un viaje de 27 meses en Land Rover por África y América, un “Viaje a la Universidad de la Vida”. Recorre unos 80 países trabajando en la industria minera y en el campo, haciendo fotografías y labores sociales. Llega a recopilar unas 80.000 diapositivas para acercar otras realidades a Cantabria y aprender de otras culturas y personas. Durante diez años es colaborador de UNATE, la Universidad Permanente, transmitiendo en charlas sus “experiencias de caminante”.

En 1999 la casa de los abuelos acoge al primer caminante y se convierte en el albergue La Cabaña del Abuelo Peuto, que da acogida fraternal y ecuménica a quienes pasan por allí. Es un albergue original y solidario, “una utopía hecha realidad”, dice Ernesto, “conocido por su filosofía basada en la copropiedad y el cuidado y creación común del espacio”, “el precio lo pones tú”. Un letrero advierte: “Seamos guardianes de la creación y protectores de la naturaleza” (Papa Francisco). En la ermita ecuménica figuran murales sobre el “Camino de la Vida” de Maximino Cerezo y textos de Pedro Casaldáliga. No es de extrañar que quienes pasan por allí se cuestionen diversos aspectos de su propia vida.

Jesús López Sáez