En el principio era la palabra
 

CASOS DE PEDERASTIA EN CRACOVIA

¿Los encubrió Wojtyla?

Dos investigaciones acusan a Juan Pablo II de encubrir casos de pederastia, siendo arzobispo de Cracovia: un documental de la televisión polaca TVN24 titulado Franciszkanska 3 y el libro del periodista holandés Ekke Oberbeek titulado Máxima culpa. El asunto no es nuevo. Llueve sobre mojado. En la foto Juan Pablo II en el 60 aniversario de la ordenación de Marcial Maciel (30-11-2004), al que en 1994 presentó como “guía eficaz de la juventud”. El cardenal Braz de Aviz reconoció que “el Vaticano tenía desde 1943 documentos sobre la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo“. Estos han reconocido “60 abusos a menores de su fundador, Marcial Maciel” (El País, 31-12-2018 y 21-12-2019).

El documental, dirigido por el periodista Marcin Gutowski, es el resultado de dos años y medio de investigación, entrevistas y viajes. En él se abordan los casos de tres sacerdotes a los que Karol Wojtyla, entonces arzobispo de Cracovia, trasladó de parroquia al tener conocimiento de las acusaciones que pesaban contra ellos. El autor del libro ha pasado más de 10 años investigando en archivos y entrevistando a víctimas y testigos. Del arzobispo Wojtyla dice lo siguiente: “Encontré pruebas de que no sólo sabía (…) de casos de abuso sexual entre sus sacerdotes de la archidiócesis de Cracovia, sino que también ayudó a encubrir esos casos”. Algunos le reprochan que los documentos citados vienen de los archivos de la antigua policía secreta comunista. El autor alega que “los archivos de la Iglesia están cerrados”. Añade que contrastó sus hallazgos “con otras fuentes, como víctimas y testigos de los hechos” (Agencia AFP, 9-3-2023).

Uno de los sacerdotes implicados en abusos es Boleslaw Sadus. Trabajando como instructor de catequesis, acumuló gran cantidad de quejas por agresión sexual a menores. Finalmente, fue enviado a la parroquia austriaca de Gaubitsch por petición directa de Wojtyla. Así consta en esta carta suya al cardenal de Viena Franz König sobre el cura pederasta:

“Eminencia, veneradísimo cardenal, el Dr. Boleslaw Sadus, sacerdote de la archidiócesis de Cracovia… viaja al extranjero para recoger material para sus estudios. Se interesa por la psicología evolutiva de la influencia de la civilización técnica en la psique del niño y la aparición de los conceptos religiosos (…). Solicita permiso para permanecer en la archidiócesis de Viena y la asignación de un puesto (…). Yo también accedo a su petición y estaré agradecido a su eminencia si sigue adelante con los planes” (noviembre 1972).

Se advierte que “algunos de los documentos que se muestran en la investigación son informes del Instituto de Memoria Nacional polaco que prueban que, al menos, uno de los sacerdotes en cuestión trabajaba para la policía política comunista”.

Además, “el material analizado por los periodistas muestra que el que fuese mentor de Juan Pablo II en sus primeros años, el cardenal Sapieha, obligaba a algunos seminaristas a llevar a cabo prácticas sexuales que incluían actos violentos”. Ciertamente, resulta muy extraño. ¿Cómo puede explicarse una cosa así?

Rembert Weakland (1927-2022), que fue arzobispo de Milwaukee (EE UU) durante 25 años (1977-2002), asegura en el documental que Juan Pablo II le confesó que sabía del comportamiento de Sapieha y que, al ser interpelado sobre ello, confesó “no saber qué hacer” y, según Weakland, “se derrumbó” (Público, 8-3-2023). Sorprende la reacción de Juan Pablo II, un hombre de fuerte personalidad. ¿Se vio quizá obligado a realizar esas prácticas ordenadas por su mentor?

Suma y sigue. Poco antes de su retiro se reveló que el arzobispo Weakland tuvo una relación sexual con un seminarista, Paul Marcoux, varias décadas antes y que la diócesis le había pagado al antiguo seminarista la considerable suma de 450.000 dólares para evitar la demanda. En 2002 Juan Pablo II aceptó la renuncia de Weakland como arzobispo al cumplir la edad de jubilación, los 75 años.

Algunos detalles. Adam Stefan Sapieha (1867-1951), “el príncipe metropolitano de Cracovia, era un patricio, un patriota y un político”, “permaneció resueltamente en su puesto cuando los ejércitos de Hitler entraron en la ciudad”, en los primeros tiempos de la ocupación nazi “estableció un seminario clandestino para asegurar a la Iglesia polaca un flujo de candidatos al sacerdocio”. Cuando Wojtyla engrosó las filas del seminario secreto en octubre de 1942, “se encontró adherido a un sistema minuciosamente organizado”.

Wojtyla no era un cualquiera. El arzobispo “le dedicaba una atención especial y le invitaba a asistir a la eucaristía en la capilla del palacio del arzobispo. Tras la misa matutina, a menudo desayunaban juntos. A Sapieha le agradaba ese jovencito delgaducho y meditabundo”. Por su parte, Wojtyla consideraba al arzobispo su “tercer maestro”, tras otros dos que había tenido, “me hizo despertar al sacerdocio”. Juan Pablo II le llamaba “el príncipe constante”.

El arzobispo reunió a siete jóvenes y a otros tres seminaristas que habían comenzado su formación en la capilla antes de la guerra: “Yo soy vuestro rector -dijo el príncipe arzobispo-. Pondremos nuestra confianza en la providencia de Dios. No nos sucederá ningún daño”. Más tarde, Sapieha también les proveyó de “falsos documentos”, “se ocupó de que el nombre de Wojtyla fuera eliminado de la lista de trabajadores de Solvay para evitar posteriores registros de la Gestapo”. El 1 de noviembre de 1946, “el arzobispo ordenó personalmente sacerdote a Wojtyla, seis meses antes que sus compañeros, en la capilla del palacio del arzobispo” (Bernstein-Politi, 72-79; El día de la cuenta, 420).

Reacciones diversas. La agencia de información Zenit, que se presenta como “el mundo visto desde Roma”, percibe en todo esto “una muy coordinada campaña contra Juan Pablo II usando los abusos sexuales como pretexto”, “para explicar de forma fidedigna los casos de sacerdotes que, como subordinados del entonces arzobispo de Cracovia, abusaron sexualmente de menores, es imprescindible realizar una consulta a los archivos de la Iglesia” (9-3-2023). Varsovia llama al embajador de EE UU tras el documental sobre los casos de abusos sexuales en Cracovia: “Aunque Asuntos Exteriores no menciona el nombre de la cadena de televisión, en Polonia solo hay una emisora privada propiedad de una corporación estadounidense, que es TVN Group” (9-3-2023). Los obispos polacos “crearán una comisión independiente de expertos para estudiar el maltrato infantil en la Iglesia durante las últimas décadas” y hablan de los intentos “sin precedentes” de “desacreditar la persona y obra de san Juan Pablo II” (Religión Digital, 16-3-2023).

Por su parte, el papa Francisco defiende a su antecesor, considerando que los actos deben ser juzgados “según las normas de la época” y “en ese momento, estaba todo tapado” (La Nación, 10-3-2023).  Sin embargo, el Evangelio vale para todas las épocas. Está escrito: “No os acomodéis a este mundo” (Rm 12,2). Los casos de pederastia deben ser juzgados a la luz del Evangelio. El escándalo de los pequeños recibe la condena más dura por parte de Jesús: “El que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar” (Mt 18, 6). No podemos comulgar con piedras de molino.

Jesús López Sáez