En el principio era la palabra
 

 

INFORME SECRETO 

Decisiones de Juan Pablo I

camiloluciani copiaEn mayo del 89, la llamada "persona de Roma" envió a Camilo Bassotto (en la foto), periodista veneciano y amigo de Juan Pablo I, una carta con unos apuntes. En realidad, era un informe secreto. Este informe recoge decisiones importantes y arriesgadas, que Juan Pablo I había tomado. Se lo había comunicado al cardenal Villot, Secretario de Estado. Pero también se lo comunicó a la persona de Roma. Fue una medida prudente. De este modo nos hemos enterado. Juan Pablo I había decidido destituir al presidente del IOR (Instituto para Obras de Religión, el banco vaticano), reformar íntegramente el IOR, hacer frente a la masonería (cubierta o descubierta) y a la mafia. Es decir, había decidido  terminar con los negocios vaticanos, echar a los mercaderes del templo. 

El informe debía ser publicado, pero sin firma. El autor del mismo no podía hacerlo, pues, así decía, "el puesto que ocupo no me lo permite, al menos por ahora". Camilo lo publicó en su libro "Il mio cuore è ancora a Venezia" (1990).


EL IOR, una piedra que abrasa

Juan Pablo I tuvo poco tiempo para tomar decisiones de gran importancia como cabía esperar de su genio pastoral. Sin embargo, parece que muchas decisiones ya las había tomado. Prueba de ello es esta directriz dada al primero de sus colaboradores, monseñor Giuseppe Caprio, Sustituto de la Secretaría de Estado, al que recibía más veces al día: "Si le presentaran dificultades, diga que es el Papa el que lo quiere" (Homilía de monseñor Caprio tras la muerte de Juan Pablo I) .

Veamos algunas decisiones importantes y arriesgadas, que aparecen en el informe de la persona de Roma. Juan Pablo I, con firmeza ya demostrada en asuntos semejantes, quería poner orden en las finanzas vaticanas, reformar íntegramente el IOR, Instituto para las Obras de Religión, llamado también Banco del Vaticano. Para ello pensaba destituir al obispo Marcinkus, presidente del IOR. Dice el Papa Luciani a la persona de Roma: 

”Una tarde, antes de marcharse, Villot me habló del IOR diciéndome: ‘El IOR es una piedra caliente que abrasa en las manos de todos. Alguno corre el riesgo de quemarse’. Le respondí que en cuestiones de dinero la Iglesia debe ser transparente, debe operar a la luz del sol. Va en ello su credibilidad". 

"Le digo también a usted, la Iglesia no debe tener poder ni debe poseer riquezas. Yo sé que el Instituto de las Obras de Religión ha sido querido, en su forma actual, por Pablo VI, para ayudar, asistir y promover las obras de religión y de caridad en todo el mundo. Yo deseo que sean los obispos y cardenales, con una representación suya, quienes decidan qué hacer del IOR; si mantenerlo o suprimirlo y qué estructura nueva darle. Pido que sus acciones sean todas lícitas y limpias y de acuerdo con el espíritu evangélico. El mundo debe saber qué es, qué hace el IOR; cuáles son sus verdaderos fines, cómo se recogen los dineros y cómo se gastan. Se debe llegar a la transparencia en las cuentas económicas vaticanas: debemos publicar los balances controlados en su totalidad".

"El presidente del IOR debe ser sustituido: en cuanto usted lo crea oportuno. Deberá hacerse de manera justa y con respeto de la dignidad de la persona. Un obispo no puede presidir o gobernar un banco. Aquella que se llama sede de Pedro y que se dice también santa, no puede degradarse hasta el punto de mezclar sus actividades financieras con las de los banqueros, para los cuales la única ley es el beneficio y donde se ejerce la usura, permitida y aceptada, pero al fin y al cabo usura. Hemos perdido el sentido de la pobreza evangélica; hemos hecho nuestras las reglas del mundo. Yo he padecido ya de obispo amarguras y ofensas por hechos vinculados al dinero. No quiero que esto se repita de Papa. El IOR debe ser íntegramente reformado" . 

Otra decisión importante y arriesgada, relacionada con todo lo anterior. Juan Pablo I pensaba tomar abierta posición, incluso delante de todos, frente a la masonería y frente a la mafia. En el informe esta decisión del Papa aparece a continuación de la anterior, es decir, después de hablar de la destitución de Marcinkus y de la reforma integral del IOR. En realidad, todo estaba relacionado. Le dijo a Villot:

“No se olvide que la masonería, cubierta o descubierta, como la llaman los expertos, no ha muerto jamás, está más viva que nunca. Como no ha muerto esa horrible cosa que se llama mafia. Son dos potencias del mal. Debemos plantarnos con valentía ante sus perversas acciones. Debemos vigilar todos, laicos, curas, y especialmente los párrocos y los obispos. Debemos proteger a las gentes de nuestras comunidades. Es un tema que un día afrontaremos con más claridad delante de todos” .


Identidad de la persona de Roma

Un análisis interno de la carta y del informe me llevó a pensar que el perfil de la persona de Roma encajaba perfectamente con el cardenal Pironio y así se lo hice saber al mismo por carta en la Navidad del 90. El cardenal no me contestó explícitamente, pero me envió (desde el 91 al 94) felicitaciones de Navidad, que guardo como precioso tesoro.

Hasta ahí todo iba bien. Con fecha 25 de septiembre del 97 envié al cardenal una nueva carta en la que le anunciaba mi decisión de revelar (según los datos de que disponía) la identidad de la persona de Roma. Le explicaba: "Su testimonio sobre lo que le dijo Juan Pablo I y, particularmente, sobre la comprometida situación que, a su pesar, como papa tuvo que afrontar (destitución de Marcinkus, degradación del IOR, posición firme y clarificadora delante de todos frente a la masonería cubierta o descubierta y frente a la mafia) hace historia y, sobre todo, hace justicia al papa Luciani. Sin duda, su declaración (fechada el 14 de mayo de 1989, fiesta de Pentecostés) fue un impulso del Espíritu. Sin embargo, su testimonio queda incompleto y pierde mucho ante nuestra generación al ser publicado sin firma, al amparo del anonimato".

Como otras veces, para que estuviera informado, le envié copia a Camilo. A vuelta de correo, me dejó un mensaje telefónico, en el que decía que necesitaba urgentemente hablar conmigo. Repasando mis notas de aquellos días, utilizaba estas palabras: "urgente bisogno", "cosa urgentissima", "grazie vivissime", "grazie". Le llamé por teléfono el 9 de octubre. Muy nervioso, me dijo que no era el cardenal el autor del informe. Me pidió que enviara una carta a Pironio asegurándole que él nunca me dijo que fuera el cardenal la persona de Roma, cosa que hice sin inconveniente alguno, pues respondía a la verdad. Fue el 17 de octubre. Ese mismo día, Camilo me reconoció por teléfono que el día 9 estaba turbado, preocupado, asustado ("emozionato", "preoccupato", "spaventato"). Me pidió disculpa ("ti chiedo scusa"). Si se trataba de un error mío, ¿a qué venía semejante reacción por su parte?

Ciertamente, el asunto era muy importante y urgente. Camilo no sólo me lo dijo por teléfono. Con fecha 8 de octubre, me envió la siguiente carta: 

"Querido Jesús, he recibido esta mañana tu carta. Te escribo rápidamente para decirte que no es el cardenal Pironio el autor del escrito de mi libro. No sé cómo tú hayas sacado esta conclusión, en el libro no hay ninguna señal, ni yo te he dicho nunca ni he declarado que el autor era el cardenal Pironio. Lo lamento muchísimo, pero no puede decirte que es él el autor, porque en verdad no es él. Querido Jesús, lamento hasta el fondo del alma que tú hayas pensado que fuera él el autor. No es él. La persona que me lo dio me impuso que su nombre no será revelado nunca hasta después de su muerte. Te repito, lamento muchísimo que tú hayas imaginado que fuera el cardenal Pironio. No sé decirte otra cosa, pero en verdad es así. Un abrazo, espero tus noticias, Camilo. Posdata. Querido Jesús, te suplico que no comuniques a nadie este pensamiento tuyo, porque en conciencia y en verdad debería desmentirlo. Te pido esta grande caridad, la persona que me ha dado el escrito no es el cardenal Pironio".

Camilo me adjuntó copia de la carta que el mismo día envió al cardenal Pironio. Decía lo siguiente:

“Eminencia reverendísima, me ha llegado esta mañana copia de la carta que le dirige a usted el sacerdote español D. Jesús López Sáez. Declaro en conciencia y verdad que no es usted el autor de las informaciones que son referidas al final de mi libro Il mio cuore é ancora a Venezia sobre el Papa Luciani. Nadie conoce el nombre de esa persona que yo he entregado a mi confesor bajo el sello de la confesión. Mi relación con dicho sacerdote es debida a la traducción y publicación de mi libro en España en 1992. No puedo imaginar de dónde haya sacado la idea de atribuirle a usted dichas informaciones. Lamento muchísimo este hecho, le presento mis vivísimas excusas. Con profunda deferencia, Camilo Bassotto”.

Como puede verse, Camilo niega incluso la amistad que tiene conmigo. Tres días después, me escribe de nuevo:

“Querido Jesús, yo te soy amigo sincero, no ha cambiado mi estima y mi confianza. Yo te recuerdo con sincero afecto. He tenido que escribir esas dos líneas al cardenal Pironio para evitar que se dirigiese al patriarca de Venecia pidiéndole explicaciones. Tú sabes que yo estoy siempre marcado por haber escrito y hablado bien del Papa Luciani y del patriarca Luciani. Tengo personas en el mundo clerical que me son hostiles. Te he hablado de ello tantas veces. Querido Jesús, te recuerdo y te aseguro mi amistad. Un abrazo, Camilo”. 

Finalmente, triunfa la amistad y, en medio de las negaciones, emerge este reconocimiento: "He tenido que escribir esas dos líneas al cardenal Pironio para evitar que se dirigiese al patriarca de Venecia pidiéndole explicaciones". Para mi es suficiente.

 Pironio murió el 5 de febrero del 98. El 24 de febrero envié a Camilo unas reseñas sobre la muerte del cardenal. La persona de Roma le había impuesto que su nombre jamás sería revelado a nadie hasta después de su muerte. "Como comprenderás, le dije, no podemos dejar de preguntarnos si ahora podrías decir algo al respecto o si, por el contrario, subsisten dificultades". 

Me respondió un mes después: "Querido Jesús, querría poder darte una respuesta a tus preguntas, pero por ahora no me es posible. Vivo en el interior de la iglesia veneciana con tantas dificultades de relaciones culturales y espirituales, sería muy largo hablarte ahora de ello y sería para mí verdaderamente doloroso hablarlo habiendo visto cómo han tratado y están tratando al patriarca Luciani. Por lo que sé ni siquiera habrá este año un recuerdo público y solemne en su diócesis donde ha sido obispo y patriarca durante nueve años. Darte explicación de todo esto no es posible por carta".

Con fecha 19 de abril le envío copia del testamento espiritual de Pironio y la cinta de Pilar Bellosillo en la que relata su encuentro con el cardenal, cuando (en noviembre del 85) le entregó mi pliego sobre la muerte de Juan Pablo I.. El 29 de mayo Camilo me agradece el envío: "He querido conocer todo de Pironio. Conozco su vida, sus momentos felices y los muchos momentos prolongados en los que su corazón ha sufrido en la Iglesia de Roma. Pironio es una figura bellísima, una brillante persona rica de humanidad, ternura y amabilidad. Un hombre sincero, generoso, leal, un sacerdote rico en carismas, un obispo de gran doctrina que ha dado todo a su tierra y a su gente, y que ha dado toda su vida a la iglesia y a los hermanos", "la cinta de Pilar Bellosillo...me parece luminosa para conocer el gran corazón de Pironio".

En octubre del 99 me escribe lo siguiente: "Mi salud no es buena. Sufro depresiones que me turban y me roban la paz interior. Dónde buscar y reencontrar mis energías, no es fácil. No logro concentrarme. Le pido al Señor que me eche una mano. Recuérdame, querido Jesús, dame tu bendición". En enero de 2000 me envía lo que para mí son casi sus últimas palabras: "Querría hablarte de tantas cosas, pero no me encuentro bien. Gracias por haberme escrito... Jesús, bendíceme". 

En su última etapa, según me dijo su cuñada, Camilo “había cortado la comunicación”. Murió “como en un sueño” el 31 de julio de 2003. Amigo Camilo, me hubiera gustado al final hablar contigo. Ahora estás en otra dimensión, con el Señor Resucitado, con el Papa Luciani. Comprendo las dificultades que has pasado. Te recordamos. Tu nombre permanece como bendición. Has sido, eres -como le gustaba decir a Albino Luciani- "il postino di Dio", "el correo de Dios".

 

 

Jesús López Sáez

Madrid, septiembre 2011