En el principio era la palabra
 

 

EL REPARTO JUSTO DE BENEFICIOS

Apreciado Luis: Soy Félix, el padre de Inés, y me atrevo a terciar en tu propuesta de debate en la comunidad a la que perteneces, por la curiosidad que me ha suscitado el texto que me ha hecho llegar tu nieto Ignacio.
El tema que planteas, el reparto justo de beneficios, en realidad es la piedra angular de la filosofía política, de los fundamentos de la moral, de la justicia distributiva y de la doctrina del enriquecimiento injusto, de la teoría económica y también de la política social.
Sobre la distribución (injusta) de la riqueza se edificó el capitalismo y contra ella surgió el socialismo (comunismo y anarquismo incluidos). Esta lucha política e ideológica ha protagonizado el último siglo y medio, provocando muchos más avances sociales que en los 40.000 años precedentes de la historia del hombre en comunidad.
Pese a ello, las crisis económicas, el desmoronamiento del comunismo como alternativa o freno al capitalismo y la prevalencia actual del capitalismo financiero o el dominio de la economía especulativa sobre la productiva parecen haber impuesto un claro retroceso y una expropiación de gran parte de los derechos sociales adquiridos. No creo que pueda darse por sentado que la suerte está echada, porque el aumento de la injusticia provocará una reacción social, que volverá a poner en primer plano el necesario reparto de derechos.
El ciclo regresivo actual nos retrotrae políticamente a la fase inicial del capitalismo industrial, que nació impulsado por un colonialismo tan salvaje que funcionaba bajo el principio de la expropiación de bienes y derechos de la población de los países conquistados. Ahora se ha trasladado también esa expropiación a los derechos no sólo de los asalariados más bajos, sino también de las clases medias. Por primera vez de una manera global la humanidad contempla un porvenir para los jóvenes peor que el de sus padres. Es como una bomba social contra el progreso cuyo impacto es difícil de calibrar. También por primera vez parece estar en peligro el sistema de bienestar europeo, que era un modelo a imitar y ahora parece un experimento a extinguir.
Desde el punto de vista cristiano, el reparto justo (muy presente en el Evangelio y ausente en la Biblia: Caín y Abel, Esaú y Jacob....) es la base del cooperativismo cristiano. Este es el origen, por ejemplo, del modelo de las cooperativas de Mondragón, hoy un verdadero emporio industrial y financiero. El movimiento cooperativo también es el motor doctrinario de los socialistas utópicos (Saint Simon, Wells y otros), del anarquismo originario y del pensamiento cristiano de izquierdas. Contra este principio tan compartido ha luchado, hasta ahora con éxito, la teoría de la acumulación de capital y la ambición de la plusvalía. Por un lado, está el legítimo interés de desarrollar la empresa y, por otro, la ambición personal aun contra los derechos de los demás. Esto ha llevado a pervertir muchas veces los principios del cooperativismo. Por ejemplo, Mondragón tiene hoy el 50% de su producción instalada en China, en manos de filiales que no tienen que ver con cooperativas. Los cooperativistas son más bien meros oscios accionistas.
No conocía las propuestas de Segurado, pero hay otras muchas teorías que invitan a seguir luchando por el objetivo del reparto justo.
Se me ocurre que su nieto Ignacio podría hacerle una buena selección de películas que presentan el prototipo de empresario explotador e injusto, desde Cuento de Navidad o El Padrino a Wall Street o Allien. Pero él es el experto. Espero no haberle aburrido. Un abrazo i le animo a seguir en este buen empeño.
Félix Monteira