En el principio era la palabra
 

El Evangelio recoge las señales que acompañan el nacimiento de Jesús. Se cumple la profecía de Isaías: “Ha llegado tu luz” (Is 60,1). La luz de Jesús irradia en el mundo y quienes están atentos la perciben: María (Lc 1,38), José (Mt 1,20), Isabel (Lc 1,41), los pastores (2,9), los magos (Mt 2,2), Simeón (Lc 2,30), Ana (2,38). Otros, sin embargo, tiemblan y reprimen, como Herodes (Mt 2,3.16); se quedan en casa, como los sacerdotes y escribas (2,4); o cierran la puerta. Es una historia de Navidad: No había lugar (Lc 2,7) precisamente para aquel cuya presencia significa “Dios con nosotros”.
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NO HABÍA LUGAR

NO HABÍA LUGAR,

NO HABÍA LUGAR.

 

BUSCANDO SITIO, AL LLEGAR,

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EL NIÑO NACIENDO ESTA,

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PASTORES VED LA SEÑAL,

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DIOS CON VOSOTROS ESTA,

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LA ESTRELLA GUÍA AL ANDAR,

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VAN DE SEÑAL EN SEÑAL

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HERODES TEMBLANDO ESTA,

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SERA EN BELÉN DE JUDÁ,

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MIS OJOS LO HAN VISTO YA.

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