En el principio era la palabra
 
LA VIGA DEL PROPIO NACIONALISMO
  1. Han pasado 14 meses desde la ruptura de la tregua y siguen los atentados de  ETA. Se ha vuelto a la locura, a escoger el camino de la violencia para alcanzar objetivos políticos. La banda armada ha vuelto "a robar, a matar y a destruir" (Jn 10,10). Como es natural, han vuelto las condenas, los análisis y los interrogantes: ¿La tregua fue, sin más, una trampa? ¿Se dejó engañar el PNV por ETA? ¿Pudo hacer más el gobierno del PP durante la tregua? ¿Lo pudo hacer el PSOE? ¿Están los obispos cumpliendo con su misión? ¿Qué sucederá en las próximas elecciones vascas? El debate es encendido; el diálogo, difícil; la distorsión, frecuente. El tema levanta ampollas. Sin embargo, es preciso abordarlo: no sólo como ciudadanos, también como creyentes.

  2. Xavier Arzalluz, presidente del PNV, ha dicho recientemente: "Fuimos ingenuos porque pensábamos que eran vascos de carácter, de los que no mienten cuando tratan de algo. Pero no sólo mentían, sino que nos engañaron, y luego su mentira nos la atribuyeron a nosotros". Los socialistas y los populares no encajan en Euskadi porque "ellos son nacionalistas españoles radicales y nosotros vascos radicales". La convivencia sólo puede garantizarse con la decisión de la ciudadanía con su voto, "pero ellos no van a aceptar eso, que es la autodeterminación".
  3. Según el historiador Javier Tusell, "durante la tregua, lejos de tratar de disminuir las prevenciones de una parte de los ciudadanos ante la autodeterminación, el lenguaje de muchos dirigentes del PNV tendió a multiplicarlas y, luego, el esfuerzo por ganar tiempo, cambiando lo menos posible el discurso anterior, ha concluido en ahondar el abismo entre quienes debieran estar unidos. El PP, por su parte, ha mezclado confusamente todo y ha hecho de la efusión sentimental una política cuyos efectos a medio plazo pueden ser desastrosos. La autodeterminación puede ser una política estúpida - en mi opinión lo es, porque no daría lugar a una nación sino a un remiendo-, pero es legítima y distinta del terrorismo. Por su parte, el PSOE no ha llegado a definir una política de perfiles nítidos. El máximo del absurdo lo hemos presenciado esta semana. El reproche de tibieza a los obispos sencillamente no tiene sentido. La condena del terrorismo es una cuestión de principios; la forma de combatirlo, una estrategia política".
  4. Se ha criticado mucho a los obispos por no haber añadido su firma al pacto antiterrorista suscrito por el PP y por el PSOE. Mariano Rajoy, vicepresidente primero del Gobierno, manifestó: "Tengo que decir con claridad que me ha dolido que los obispos se hayan quitado de en medio en el tema del pacto antiterrorista. Me ha dolido, no lo entiendo y creo que la Conferencia Episcopal debería explicárselo a muchos católicos, sobre todo después de ver las declaraciones de monseñor Setién, que se ha posicionado muy claramente en contra de muchas personas, y sobre todo no ha sido contundente, como creo que debería ser la Conferencia Episcopal".
  5. José María Setién dijo que los obispos no deberían firmar ese pacto y que, de hacerlo, "los obispos vascos tendrán algo importante que decir sobre la eficacia pacificadora de un acuerdo de esa naturaleza". Por su parte, el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal ha reaccionado ante las críticas y acusaciones vertidas, que considera "absolutamente injustas y desproporcionadas": "Ninguna persona informada puede argumentar con buena fe que la jerarquía de la Iglesia no haya condenado con todo rigor, claridad y unanimidad el terrorismo en numerosísimas ocasiones" (20-2-2001).
  6. Javier Tusell, en un artículo titulado El nuevo nacionalismo español, sitúa el nacimiento de la nación española al final del siglo XVIII o comienzos del XIX: "El sentimiento nacional español, en ese momento y en los posteriores, siempre tuvo factores de debilidad que no se explican tan sólo por la característica plural de la realidad española". Sin embargo, "lo verdaderamente preocupante es que el nuevo nacionalismo español aparece muy a menudo enroscado en formas decrépitas de concebir nuestra colectividad y da la sensación de nacer más de la confrontación que de la idea de una nación grande porque es plural", "lo plural, incluidos los otros nacionalismos, no debe ser visto como un defecto a eliminar, sino como una realidad evidente, que no cambiará y que tiene tras de sí un potencial fecundísimo" El País, 29-1-2001). Una política de Estado debería evitar necedades como éstas: todos los nacionalistas vascos son terroristas, o todos los nacionalistas españoles son franquistas.
  7. Así pues, hay un nacionalismo que es legítimo, normal, humano. Pero la nación puede convertirse en un dios falso, al que se sacrifica todo: paz, convivencia, vidas humanas. Entonces estamos ante un nacionalismo absoluto, brutal, criminal. Lo que pasa es que el nacionalismo que se ve es el ajeno, no el propio. Aquí parece existir un silencio sospechoso por parte de los obispos. Sí, es cierto, los obispos han denunciado el terrorismo, de acuerdo con el mandamiento del Decálogo que dice: "No matarás". Pero ¿han denunciado los nacionalismos absolutos, que están impidiendo la solución del problema social y político por vías pacíficas (diálogo, votación)? Si no lo hace la Iglesia ¿quién lo va a hacer? Un obispo español ha dicho recientemente que no es propio de un sacerdote hablar de autodeterminación. Bien, puede ser que la autodeterminación no sirva (de hecho) para nada, pero ¿por qué un sacerdote no puede hablar de ello? ¿No se trata, al fin y al cabo, de una vía pacífica? ¿O es que, en el fondo, hay un pacto no escrito, tácito, impuesto a la Iglesia por el nacionalismo español?
  8. Diego López Garrido (Nueva Izquierda) distingue entre autodeterminación e independencia. Los ciudadanos vascos tienen autodeterminación "desde que tenemos una Constitución". Ahora bien, "si un día - que nadie ve cercano - uno o varios partidos propusieran seriamente al pueblo vasco independizarse a plazo fijo, previa una posición clara, explicándole valientemente lo que eso implicaría política, económica y socialmente, habría que examinar la cuestión sin dramatismo y, si obtuviese un gran consenso, habría que negociar ese camino, con reforma de la Constitución incluida".
  9. En estos días, 20 años después, hemos recordado el fallido golpe de Estado, que pudo terminar con la recién nacida convivencia democrática. Según Alberto Oliart, que asumió el Ministerio de Defensa en aquella circunstancia, ya en el otoño del 80 se temía un golpe de Estado: "Ese ambiente se había ido generando al menos desde septiembre de 1977, con una campaña fortísima de la ultraderecha, barrida en las elecciones, que fue especialmente injusta y exitosa a la hora de crear odio contra Gutiérrez Mellado". Hubo otro factor, la reacción de los industriales: "Pero al ejército no le mueve eso, no le parece mal que los ricos paguen, lo que le llega al alma es la acusación de que se está rompiendo España". "La clave de mi gestión, dice Oliart, fue decir desde el primer momento que no iba a juzgar a nadie por sus pensamientos, sino por sus actos. El general García Escudero, instructor del sumario, me advirtió: Ministro, si tengo que aplicar estrictamente el Código de Justicia Militar son 4.000 generales, jefes, oficiales y suboficiales procesados. Olvídate, le dije. ¿Cómo íbamos a hacer un proceso a 4.000 militares?".
  10. Aquel día, el 23-F, oramos por la paz, para que en nuestro país no se retornara a la locura de la guerra civil (Salmo 85). Pues bien, el domingo, 25 de febrero, se leía en todas las iglesias este pasaje del evangelio: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? ...¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ...No hay árbol bueno que dé fruto malo ni árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto" (Lc 6, 39-45). El que tenga oídos para oír que oiga. Y el que tenga ojos para ver, preste atención (por si acaso) a la viga del propio nacionalismo.
Otras catequesis sobre la cuestión vasca.