En el principio era la palabra
 
SORPRESA PAPAL
La gran renuncia


rayopapa1 copia
La sorpresa es total. El Papa dimite porque se encuentra sin fuerzas: "reconozco mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue confiado" (11-2-2013). La decisión parece comprensible, porque tiene 85 años. Sin embargo, ¿qué hay detrás de esta dimisión que tiene como precedente la del Papa Celestino V, en 1294, hace más de 700 años? 

¿Es cuestión de salud? Ya le hubiera gustado a Wojtyla tener la salud de Ratzinger. ¿Se encuentra quizá ante problemas que le desbordan? Por ejemplo, habiendo promovido la transparencia financiera del Vaticano ¿lo ha conseguido o ha fracasado?, ¿hay cosas que no cambian en el Vaticano? Dicen que, en el día de la gran renuncia, cayó un rayo sobre la basílica de San Pedro. ¿Hay tormenta en el Vaticano?

Una vez que el Papa comunicó su renuncia, se adelantó el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Angelo Sodano, y leyó un texto que comenzaba así: "Santidad, amado y venerado Sucesor de Pedro, como un trueno en un cielo sereno ha resonado en esta aula su conmovido mensaje". Lo del trueno está bien y es muy oportuno, pero ¿en un cielo sereno?

En 1294, tras una serie de papas juristas, se quiso elegir un papa evangélico, que acometiese en serio la renovación de la Iglesia. Se eligió al monje benedictino y eremita Pietro del Murrone, que tomó el nombre de Celestino V. Se creyó que amanecía una nueva era para la Iglesia. Renunció cinco meses después, reconociendo su incapacidad y bajo presión del consistorio cardenalicio. Por miedo a un cisma, su sucesor Bonifacio VIII lo detuvo y encerró en un castillo hasta su muerte (19-5-1296). Clemente V lo canonizó en 1313.

Francesco Petrarca (1304-1374) alaba a Celestino V por su humildad, aunque haya quien ha visto en su renuncia "señales de un espíritu pobre y cobarde". En efecto, Dante Alighieri (1265-1321) le sitúa en el infierno entre los cobardes, "pues hizo por cobardía la gran renuncia", "il gran rifiuto" (Divina Comedia, Canto III del Infierno). Sin embargo, infierno es lo que le tocó vivir durante dos años y pico. También Juan Pablo I vivió "un mes de infierno" en el Vaticano.

En 1998 el Vaticano analizó con escáner el cadáver del Papa Celestino V. En el cráneo se detectó un clavo, lo que levantó la sospecha de que el Papa, partidario de que la Santa Sede adoptara un estilo de vida pobre, pudiera haber sido asesinado (El Mundo, 8-8-1998; El día de la cuenta, 42). Llama la atención que se hiciera el escáner al cadáver de Celestino V y no se hiciera algo semejante con Juan Pablo I. 

Ambos papas presentan puntos de convergencia: su vuelta al Evangelio, su decisión de acometer en serio la renovación de la Iglesia e intentar que la Santa Sede adoptara un estilo de vida pobre, la "incapacidad" que se les atribuye (incapacidad ¿para qué?), la humildad, el hecho de vivir bajo presión una situación de infierno, "como prisioneros". Cuando Juan XXIII convocó el Concilio, también encontró grandes dificultades y resistencias. Algunos hablaron de "locura papal". 

El abogado alemán Ernst von Freyberg es nombrado nuevo presidente del Banco Vaticano (15-2-2013). "El Papa manifiesta su pleno consentimiento", afirma el portavoz Federico Lombardi. El puesto estaba vacante desde la destitución de Ettore Gotti Tedeschi, a finales de mayo, y se cubre en el tiempo de descuento del presente pontificado, habiendo el Papa anunciado ya su renuncia.

En su último Angelus (24-2-2013) el Papa comenta así el evangelio del día, el pasaje de la transfiguración: "Esta Palabra de Dios la siento de modo especial dirigida a mí, en este momento de mi vida. El Señor me llama a 'subir al monte', a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia, al contrario, si Dios me pide esto es justamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero en un modo más adecuado a mi edad y mis fuerzas". 

El cardenal primado de Escocia, Keith O'Brien, ha sido destituido por el Papa después de que trascendiera en el diario londinense "The Observer" (24-2-2013) que tres sacerdotes y un ex sacerdote le han acusado de acoso sexual en los años 80. Por tanto, O'Brien no asistirá al cónclave. Su renuncia había sido aceptada previamente para que se llevara a efecto el 17 de marzo, fecha en que el cardenal cumple los 75 años. Sin embargo, dice, "el Santo Padre ha decidido ahora que mi dimisión tenga efecto hoy" (25-2-2013).

Tras la renuncia de Benedicto XVI, viene la sucesión. ¿Qué pasará ahora? ¿Qué sucederá en el próximo cónclave? ¿Está todo atado y bien atado? No sería de extrañar que fuera elegido el cardenal de Milán, Angelo Scola, que antes estuvo en Venecia. Ambas sedes, Milán y Venecia, son antesala de pontificado. La jugada de ajedrez podría estar ya preparada. Esto supondría una línea de continuidad.

Un tema recurrente es el de la lista de los papas de la llamada "profecía de san Malaquías". Sólo queda el último de la lista, "Petrus Romanus", que sería "Petrus Secundus", Pedro Segundo. Algunos se preguntan: ¿se acaba el mundo?, ¿se acaban los Papas? En realidad, habría que decir, se acaba la lista de san Malaquías.

A comienzos del tercer milenio, al Papa se le pide una forma de ejercer su función, realmente evangélica y ecuménica: proclamar la palabra de Dios, toda la palabra y nada más que la palabra, sin imponerla por la fuerza. Si así lo hiciera, lo haría "en medio de la persecución", al fin y al cabo, riesgos del oficio (Mc 10,30). Sin embargo, sería un sucesor de Pedro que se parecería al primero, como testigo del evangelio de Cristo.

El 28 de febrero se produce la renuncia formal del Papa. Las lecturas propias del día parecen significativas. El Señor penetra el corazón, sondea las entrañas, pide cuenta, dice el profeta Jeremías (Jr 17,5-10). Quizá el Papa se ha visto en la encrucijada. El salmo presenta los dos caminos, el de los justos y el de los impíos: "Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos" (Sal 1). Un abismo inmenso, que no pueden cruzar, separa a ricos y pobres, dice el pasaje del evangelio (Lc 16,19-31).

Jesús López Sáez