En el principio era la palabra
 

- LA SEÑAL DE JONAS
Devuelto a la costa


1. A Jesús le acompañan las señales. Nicodemo lo percibe desde lejos. Por eso le dice: “Nadie puede realizar las señales que tú realizas, si Dios no está con él” (Jn 3,2). Sin embargo, los fariseos, que están cerrados a las señales, le piden una para ponerle a prueba. Pero Jesús dice: “No se dará a esta generación ninguna señal” (Mc 7,12). Y también: “No se le dará otra señal que la señal de Jonás” (Mt 16,4). ¿En qué consiste la señal de Jonás?, ¿quién es Jonás?, ¿es actual su mensaje?, ¿es una fábula?, ¿es experiencia de la palabra de Dios transmitida en la tradición profética y evangélica?, ¿es una parábola en acción?, ¿es una catequesis viva?

2. Jonás, que en hebreo significa “paloma”, es profeta de Israel en el siglo VIII a. C. Contribuye al restablecimiento de las fronteras del país  (2 R 14,25). Sin embargo, a Jonás se le conoce más por la señal que lleva su nombre, verdadera joya de la tradición profética y evangélica, que es preciso recuperar y actualizar. Según el historiador Eusebio de Cesarea (s.IV), “el relato mismo de Jonás es profecía” (PG 22, 1140 D); es decir,  anuncia la palabra de Dios.

3. Como un día fue enviado Moisés al faraón, Jonás es enviado a Nínive, la capital del imperio asirio: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital”, “proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí” (Jon 1,2). La misión es sorprendente, pero, sobre todo, es comprometida, arriesgada, peligrosa. Jonás pudo vivir lo que se dice en el salmo 55: “¡Quién me diera alas de paloma para volar!”, “veo en la ciudad violencias y discordias, crímenes e injusticias”.

4. En la Biblia Nínive es la ciudad del mal, símbolo de opresión contra el pueblo de Dios; sobre todo, su rey, personaje déspota, rapaz, dominador de pueblos, cuya enfermedad aparece “el día de la cuenta” como señal del juicio de Dios, que no se calla ante nadie (Is 10,5-15). La ciudad es “sanguinaria y traidora, repleta de rapiñas, insaciable de despojos”, “por las muchas fornicaciones de la prostituta, tan hermosa y hechicera, que compra pueblos con sus fornicaciones y tribus con sus hechicerías” (Na 3,1-4). Estos rasgos los tiene también la Babilonia del Apocalipsis, “la prostituta que se asienta sobre siete colinas” (Ap 17,1-9). El imperio asirio invade a Israel en el año 721. Nínive cae en el año 612 ante el empuje de babilonios, medos y escitas.

5. Pues bien, Jonás huye de su misión, saca el billete en la dirección contraria, lo más lejos posible: “Se levantó para huir a Tarsis, lejos del Señor, y bajó a Joppe, donde encontró un barco; pagó su pasaje y se embarcó” (1,3). Sin embargo, el creyente sabe que no puede huir de Dios:  “¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si en el abismo me acuesto, allí te encuentro. Si vuelo hasta el margen de la  aurora, si voy hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha” (Sal 139).

6. Sin embargo, Jonás es alcanzado por el espíritu de Dios: “El Señor desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. Los marineros tuvieron miedo y se puso cada uno a invocar a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco; se había acostado y dormía profundamente” (Jon 1,4-5). El viento es tan fuerte que amenaza destrozar el barco: “como el viento del este que destroza los navíos de Tarsis” (Sal 48). Gran paradoja: el profeta duerme; los marineros (paganos) trabajan y rezan. Aligeran el peso del barco, tiran el lastre, pero el verdadero lastre es Jonás.

7. El capitán se acerca y le dice: ¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizá se compadezca de nosotros y no perezcamos. Luego se dicen unos a otros: Echemos a suerte para ver por culpa de quién nos viene este mal. Echan a suerte y le toca a Jonás. Entonces le dicen: ¿Quién eres, cuál es tu oficio, de dónde vienes? Les responde: “Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo y de la tierra” (Jon 1,6-9). En realidad, Dios puede actuar también allí donde el hombre habla de suerte y de azar.

8. Los marineros descubren que Jonás va huyendo de Dios. Temen mucho y le preguntan: ¿Por qué has hecho esto? ¿Qué hemos de hacer para que el mar se calme? Les dice: Echadme al mar, pues por mi culpa os ha venido esta gran borrasca. Se ponen a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pueden, porque el mar sigue encrespándose. Entonces claman al Señor diciendo: No nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente. Lo echaron al mar y el mar se calmó (1,10-15).

9. “Dispuso el Señor un gran pez que se tragase a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. Jonás oró al Señor, su Dios, desde el vientre del pez” (2,1-2). ¿Es una exageración? ¿Luchó Jonás por alcanzar la costa? ¿Dispuso de alguna ayuda? ¿Se vio amenazado por un pez grande? En cualquier caso, está en peligro de muerte. Jonás en el vientre de la ballena es símbolo de tantas situaciones donde la vida humana está amenazada (violencia, injusticia, enfermedad, muerte).

10. En esa situación crítica, el profeta ora con palabras tomadas de los salmos: “Desde mi angustia clamé al Señor y él me respondió” (Sal 120), “desde lo hondo a ti grito, Señor” (Sal 130), “me hundo en el cieno del abismo, sin poder hacer pie; he llegado hasta el fondo de las aguas, y las olas me anegan” (Sal 69), “te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre; cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo su pueblo” (Sal 116).

11.”Y el Señor dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra” (Jon 2,11). La tradición rabínica hace una interpretación simbólica: “El pez que devora a Jonás es la tumba”, “si el pez, después de retener a Jonás tres días y tres noches, lo ha expulsado, también la tierra expulsará a sus muertos” (Midrás de Jonás). Está escrito en los profetas: “La tierra echará de su seno a los muertos” (Is 26,19). No los puede retener,  tampoco tapa a los asesinados (26,21).

12. La señal de Jonás es asumida por la tradición evangélica como señal de resurrección: “De la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del cetáceo, así también el hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12,40).  Jesús interpreta la señal de Jonás de forma simbólica, aludiendo a su propia muerte. La muerte es un monstruo que - sin embargo - no puede retener a Jesús, lo arroja a la costa. El plan de Dios es la resurrección y la vida: “No es un Dios de muertos, sino de vivos” (21,32).

13. La señal de Jonás es también asumida por la tradición evangélica como señal de juicio. En conflicto frontal con su generación, Jesús se remite a otro tribunal, donde se juzga el verdadero sentido de la historia: “Los ninivitas (paganos) se levantarán en el juicio con esta generación (¿creyente?) y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás“ (12,41). Jesús es algo más. Los primeros cristianos proclamarán: no sólo está resucitado, no sólo vive; además, viene como Señor, viene a juzgar la historia.

14. “Por segunda vez fue dirigida la palabra del Señor a Jonás en estos términos: Levántate, vete a Nínive, la gran capital, y proclama el mensaje que yo te diga” (Jon 3,1-2). Nínive era una ciudad grande, tres días hacían falta para recorrerla (3,3), también es un monstruo que le puede devorar. Jonás caminó un día entero proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida” (3,4). Es una palabra de denuncia, una llamada a la conversión. Los ninivitas  deben cambiar su conducta violenta (3,8) que les conduce a la catástrofe. Los ninivitas (paganos) creyeron en Dios, cambiaron y se alejó la amenaza que pendía sobre la ciudad (3,5.10).

15. Mientras Dios observa la conversión de la ciudad, Jonás sale al campo y se sienta a la sombra, para ver qué sucede (4,5). Quizá espera lo peor. No acepta su papel de ser sólo instrumento de Dios y se enfada por el resultado positivo de su misión. Se lamenta por el ricino que le da sombra y se seca; al fin y al cabo, hierba del campo: “brota y florece por la mañana, por la tarde se amustia y se seca” (Sal 90,6). Pero no comprende la compasión de Dios por la gran ciudad, en la que hay “más de ciento veinte mil personas que no distinguen la derecha de la izquierda” (Jon 4,7-11).

16. Jonás es una figura muy apreciada por los primeros cristianos. Es símbolo de la llamada de Dios a todos los hombres, tanto judíos como paganos; su mensaje de justicia y de paz es siempre necesario, también hoy. Es símbolo de resurrección: la muerte es un monstruo que devora, pero la tierra no puede retener a los muertos, tampoco tapa a los asesinados; los devuelve a la costa. Es símbolo del juicio de Dios, que no se calla y juzga la historia.

* Diálogo: ¿Percibimos hoy la señal de Jonás?