En el principio era la palabra
 

LA MISION DE JESUS

El evangelio galileo

1. La misión de Jesús empieza en Galilea. Como dice Pedro en casa de Cornelio, "la cosa empezó en Galilea" (Hch 10,37). Galilea es la tierra donde Jesús anuncia el evangelio, donde nace su comunidad. El acento galileo se percibe en Pentecostés: “¿No son galileos todos estos que están hablando?” (2,7). De una forma especial, Marcos recoge el evangelio galileo. Nos interesa todo lo que se refiere a la misión de Jesús.

2. Algunos interrogantes. ¿Qué sabemos de Jesús?, ¿dónde nace?, ¿en qué contexto vive?, ¿dónde trabaja?, ¿en qué?, ¿qué formación recibe?, ¿qué es lo que empieza en Galilea?, ¿qué significa el evangelio galileo?, ¿cuándo comienza la misión de Jesús?, ¿qué etapas tiene?, ¿qué dice y qué hace?, ¿quién es Marcos?, ¿dónde y cuándo escribe el evangelio?

3. Jesús de Nazaret. Nace en Belén el año 7 a. C. Vive con su familia en Nazaret, en la Baja Galilea. Durante años es constructor, albañil, artesano (en griego tékton), como lo es también José. Jesús es “el hijo del albañil” (Mt 13, 55), “el albañil, el hijo de María” (Mc 6,3). En la foto herramientas de un constructor del siglo I (Aquilea, Italia). Son herramientas habituales: regla, plomada, nivel, escuadra, compás, martillo. Jesús no es simple obrero, en griego “ergates”, cuyo trabajo no es especializado y del que, por ejemplo, se dice: “el obrero merece su salario” (Mt 10,10). “Los carpinteros apenas eran conocidos en Palestina” (Léon-Dufour). El lugar de trabajo de José y de Jesús no hay que buscarlo en Nazaret, donde viven, sino en una ciudad cercana, en Séforis, a 5 kilómetros de Nazaret, donde hay una gran demanda de mano de obra sobre todo en el ramo de la construcción. La ciudad de Séforis fue arrasada en el año 4 a.C. por las tropas de Quintilio Varo. Después fue convertida en capital de Galilea por Herodes Antipas. Como ciudad griega, es un bastión de la cultura griega en Palestina. En el año 362 fue destruida por un terremoto. Según informa Flavio Josefo, “el tetrarca Herodes edificó una ciudad que llamó Tiberíades por su gran amistad con Tiberio; estaba ubicada en la mejor parte de Galilea, en el lago de Genesaret” (Ant. XVIII,2,3). Basándose en las monedas allí acuñadas, el decreto fundacional se sitúa entre el año 18 y el 22 d. C. ¿Llegó a trabajar Jesús en la construcción de la ciudad? Cerca quedaba la región del Jordán donde Juan proclamaba “un bautismo de conversión” (Lc 3, 1-3).

4. Formación. Si Jesús trabajó en Séforis o en Tiberiades, tenía que conocer la lengua que comúnmente se hablaba en la ciudad, el griego. Cuando unos griegos se acercan a Felipe y Andrés para decirles que quieren hablar con Jesús (Jn 12, 20-22), parece indicarse que podían hacerlo en su propia lengua. Precisamente se acercan a Felipe y Andrés, que son de Betsaida, tienen nombres griegos y, sin duda, hablan griego. En el evangelio de Lucas aparece Jesús leyendo la Escritura en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16-21). Solía leerse el texto en hebreo. Aparte del arameo, su lengua materna, Jesús conoce también el hebreo para poder leerlo y comentarlo. En el pasaje de la mujer adúltera (Jn 8,1-11), ante los que querían apedrearla, “Jesús inclinándose escribía con el dedo en la tierra”. En la sinagoga de Nazaret la gente se pregunta: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?” (Mc 6,2). La gente de Nazaret se extraña de que tenga una sabiduría que no ha podido recibir en el pueblo (J. González Echegaray, Jesús en Galilea, Verbo Divino, 1999, 121-144 y 153-160). 

5. Discípulo de Juan. En la antigua tradición a Jesús se le conoce como “nazoreo”, discípulo de Juan. La palabra viene del hebreo nazir, consagrado. A veces, se confunde con su lugar de procedencia: “Será llamado nazareno” (Mt 2, 23), pero el griego dice “nazoreo”. Los evangelios lo dicen escuetamente: “Vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán” (Mc 1,9). Por tanto, Jesús es discípulo de Juan, lo que supone un tiempo de aprendizaje. A los seguidores de Juan los llaman “preservadores”, en arameo “nazren” o -con artículo- nazráyya”, en griego “nazoraioi”. En la antigua tradición a Jesús se le conoce como “nazoreo”, discípulo de Juan. La palabra viene del hebreo nazir, consagrado. A veces, se confunde con su lugar de procedencia: “Será llamado nazareno” (Mt 2, 23), pero el griego dice “nazoreo” (Mt 26, 71; Hch 2,22). La conversión “preserva” de la ira inminente (Stegemann, 244), de la violencia que viene (Ez 33, 1-6). Los primeros discípulos de Jesús son discípulos de Juan: Pedro, Andrés, Santiago, Juan (Jn 1,35-42; Mc 1,16-20). En Éfeso Pablo bautiza a doce discípulos de Juan (Hch 19, 1-7). En Cesarea Pablo es presentado como “el jefe principal de la secta de los nazoreos” (24, 5). Llegado el momento, Jesús bautiza también: “Está bautizando y todos se van con él” (Jn 3,26), le dicen a Juan. Éste responde: “Es preciso que él crezca y que yo mengüe” (3, 30).

6. Galilea. Es la tierra donde Jesús anuncia el evangelio: “Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea y proclamaba la buena nueva de Dios” (Mc 1,14). Llama a los primeros discípulos “bordeando el mar de Galilea” (1,16). Jesús enseña en Cafarnaúm, enseña y cura (1,21-28). Su fama se extiende “por todas partes, en toda la región de Galilea” (1,21-28), recorretoda Galilea, enseñando en sus sinagogas y expulsando los demonios” (1,39).  Quien le quiere escuchar, va a Galilea: “Se retiró con sus discípulos hacia el mar y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, también de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y de Sidón” (3,7-8). Hay un lugar en el que se congregan los que le siguen, el mar de Galilea: “Se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía: Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar” (4,1-3).

7. Cafarnaúm. Es el centro de la misión: “Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al mar” (Mt 4, 12-13).   Cuando empieza su misión, Jesús tiene “unos treinta años” (Lc 3,23).. Pero ¿de qué año estamos hablando? En el evangelio de Juan, los judíos le dicen a Jesús: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para edificar este templo” (Jn 2, 20). Según dice Flavio Josefo, Herodes comenzó la edificación del templo el año 19 a. C. (Ant. XV, 11,1). Por tanto, 46 años después vienen a coincidir con el año 27 d.C. Según todos los indicios, la muerte de Jesús tuvo lugar el año 30 d. C., el 7 de abril, cuando el día solemne de la Pascua coincidía en sábado: “Era el día de la Preparación”, “aquel sábado era un día grande” (Jn 19, 31; 18,28). Si tenemos en cuenta que el evangelio de Juan señala tres pascuas: “se acercaba la Pascua de los judíos” (Jn 2, 13), “estaba cerca la Pascua” (6,4), “antes de la fiesta de la Pascua” (13,1), que serían las del 28, 29 y 30 d. C., los comienzos de la misión de Jesús se sitúan en torno al año 27 d. C.

8. Marcos recoge el evangelio de Jesús, lo que dijo e hizo:Comienzo del evangelio de Jesús, el Cristo, el hijo de Dios” (Mc 1,1). Se cumple lo que está escrito:¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ¡Ya reina tu Dios!” (Is 52,7).  Se hace posible lo que parece increíble (Hch 13,41). El evangelio de Marcos facilita la iniciación cristiana. Además, es un test que permite discernir si nuestra experiencia concuerda con el original. Se anuncia el “evangelio”, la buena noticia.el evangelio de Dios” que es, como dice Pablo,fuerza de Dios para salvación de todo el que cree” (Rm 1,18).

9. Datos de Marcos. Su nombre es Juan, por sobrenombre Marcos. En casa de su madre se hallan muchos reunidos, cuando se produce la liberación de Pedro (Hch 12,12). Es primo de Bernabé (Col 4,10). Aparece con Bernabé y Pablo en el primer viaje misionero (Hch 13,13) y en la tensión que provoca la separación de ambos (15,37-39). Tiempo después, le reclama Pablo, pues lees muy útil para el ministerio” (2 Tm 4,11), y colabora con él. Desde Éfeso, en la carta a Filemón, Marcos y Lucas envían saludos (Flm 24). De modo especial, Marcos está relacionado con Pedro, que está con él “en Babilonia” (Roma) y le llama “hijo” (1 P 5,13). Hacia el año 57, con motivo de la colecta que se prepara para Jerusalén, Pablo escribe a la comunidad de Corinto que envía a Tito “y con él al hermano, cuyo renombre a causa del evangelio se ha extendido por todas las iglesias”. Además, “ha sido elegido por las iglesias como compañero nuestro de viaje” (2 Co 8, 18-19), Marcos y Jesús “son los únicos de la circuncisión que colaboran conmigo” (Col 4,10-11; ver Rm 15, 31).

10. Lugar, fecha, destinatarios. Marcos hace una primera redacción aramea para la comunidad de Jerusalén que se reúne en casa de su madre (Hch 12,12), años 30-44. Obviamente, su traducción al griego (años 44-57) interesa a las comunidades que dirige Pedro (1 P 1,1), a la comunidad de Antioquía, a la misión de Bernabé y Pablo a quienes acompaña Marcos (Hch 13-14), a las comunidades que dirige Pablo (2 Tm 4,11). Tras la separación de Bernabé y Pablo, Marcos hace una segunda redacción. En Roma, años 61-64, o en Alejandría Marcos pudo revisar su redacción. En su evangelio Marcos traduce palabras arameas como boanerges (trueno), effeta (abríos) o abba (padre), explica con frecuencia costumbres y tradiciones judías, y usa palabras romanas, como centurión, cuadrante o legión. Según Clemente, al trasladarse Marcos de Roma a Alejandría, se lleva consigo su “primer libro” y lo amplía con “ciertos dichos” que él considera útiles (Rius-Camps, 12). En el periodo anterior a Constantino el evangelio de Marcos “estuvo a punto de desaparecer”. De los evangelios de Mateo y Lucas han llegado hasta nosotros varias copias (doce del primero y seis del segundo), “del evangelio de Marcos sólo nos ha llegado una”. Del documento Q (Dichos) “no ha llegado hasta nosotros ninguna copia”, “otras composiciones similares, como el Relato de la pasión que utilizó Marcos, o la Fuente de los signos que reelaboró Juan, dejaron de copiarse”, cuando fueron incorporadas a obras más completas (Guijarro, 18-19).  

11. Antigua tradición. La primitiva tradición cristiana atribuye a Marcos el evangelio que lleva su nombre. El testimonio más antiguo es de Papías, obispo de Hierápolis (hacia 69-150), "que fue oyente de Juan, compañero de Policarpo y varón de los antiguos", "procuraba discernir las palabras de los ancianos: qué dijo Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Santiago, o Juan, o Mateo, o cualquier otro de los discípulos del Señor, y qué dicen Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor". Pues bien, Papías escuchó esto al anciano Juan:   “Marcos, intérprete que fue de Pedro, puso cuidadosamente por escrito, aunque no con orden, cuanto recordaba de lo que el Señor había dicho y hecho. Porque él no había oído al Señor ni lo había seguido, sino, como dije, a Pedro más tarde, el cual impartía sus enseñanzas según las necesidades y no como quien hace una composición de sentencias del Señor” (Eusebio, HE, III, 39).  Ireneo de Lyon (hacia 140-202), discípulo de Policarpo, que había sido discípulo del apóstol Juan, escribe que “fue después de la partida (del apóstol), cuando Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió también por escrito lo que había sido predicado por Pedro" (Contra las herejías, 3,1,1). Clemente de Alejandría (hacia 180-211) recoge una tradición recibida de los antiguos presbíteros: "En tiempos en los que Pedro predicaba la palabra en Roma… le pidieron a Marcos que, puesto que llevaba acompañando mucho tiempo a Pedro y se acordaba de las cosas que él había dicho, pusiera por escrito sus palabras; así lo hizo y les dio el evangelio a los que se lo habían pedido; cuando se enteró de ello Pedro, no dijo nada ni para impedirlo ni para promoverlo" (HE, VI, 14). 

12. La misión de Juan. En primer lugar, Marcos recoge la misión de Juan, el mensajero que va por delante, “el que ha de preparar el camino del Señor” (Ex 23,20; Mal 3,1), la voz que clama: “En el desierto preparad el camino del Señor” (Is 40,3): "Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados” (Mc 1,4).  Hay que empezar de nuevo. Hace falta una nueva alianza, un nuevo pueblo. La fe no se recibe por herencia biológica. Juan remite al que viene después: “Detrás de mi viene el que es más fuerte que yo”, “yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con viento (Mc 1,7-8).  

13. La misión de Jesús arranca de una experiencia fundamental, su bautismo en el Jordán: “Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1,11; Lc 3,22). Se evoca, superándola, la figura del siervo: "Mirad a mi siervo..., mi elegido, a quien prefiero" (Is 42,1). Se cumple el salmo mesiánico: “Ya tengo consagrado a mi rey en mi monte santo”, “tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Sal 2). Se cumple lo que está escrito: "Sobre él he puesto mi espíritu" (Is 42,1). Es el ungido de Dios, “el Cristo” (Mc 8,29), el rey del reino de Dios.

14. Tentaciones en el desierto. Tras el bautismo, Jesús no vuelve a Galilea: “El espíritu le lleva al desierto”. Si estaba con Juan en el desierto, ¿a qué desierto va? Al desierto de Judea. Jerusalén queda cerca (ver Lc 4, 9). Pues bien, “permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás” (Mc 1,12-13). Cuarenta años duró la estancia del pueblo en el desierto, cuarenta días estuvo Moisés en el monte escribiendo las palabras de la alianza (Ex 34,28), cuarenta días caminó Elías hasta el monte de Dios (1 R 19,8). En el desierto Jesús es tentado contra su propia misión, contra su modelo mesiánico (Mt 4,1-11).

15. La tentación del pan, cuestión de subsistencia, preocupación personal y familiar. Hasta ahora, Jesús ha trabajado con sus manos (como “tekton”, Mc 6,3). Y ahora ¿de qué va a vivir? Por tanto, "si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Responde Jesús: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Dt 8,3). La tentación del alero del templo, la señal que piden los fariseos (Mc 8,11): “Tírate abajo, porque está escrito: los ángeles te recogerán” (Sal 91). “También está escrito, dice Jesús: No tentarás al Señor tu Dios" (Dt 6,16). Jesús acepta las señales que Dios le envía sin exigir otras, permanece dentro de los límites de la condición humana: "El hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al padre" (Jn 5,19). La tentación del poder, la revolución nacionalista: "Todo esto te daré (Sal 2,8; Gn 15,18), si postrándote me adoras". Se le ofrece poder, pero la conciencia queda sometida. El hombre no debe arrodillarse ante nadie, sólo ante Dios: "Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a El darás culto" (Dt 6,13). En la comunidad de Qumrán (y en toda Palestina) se espera un mesías que dirija la guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas.

16. Etapa galilea. Cuando Juan es arrestado, Jesús se retira a Galilea y, dejando Nazaret, reside en Cafarnaúm, junto al mar. Comienza la etapa galilea: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la buena nueva” (Mc 1, 15). Jesús anuncia la acción de Dios y llama a la conversión. No se impone por la fuerza, respeta la libertad. Se ha cumplido el plazo. Como se dice en el sueño de Daniel, “vino el Anciano a hacer justicia a los santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos poseyeron el reino” (Dn 7,22).

17. Llama a los primeros discípulos “bordeando el mar de Galilea” (Mc 1,16). Jesús enseña en Cafarnaúm: “Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar” (1, 21). Su fama se extiende “por todas partes, en toda la región de Galilea” (1,21-28), recorretoda Galilea, enseñando en sus sinagogas y expulsando los demonios” (1,38). Va a todas partes: Corozaín (Mt 11,21), Betsaida (Mc 6,45; 8,22), Nazaret (6,1), Naín (Lc 7,11), Caná (Jn 2,1-11; 4,46), Gerasa (Mc 5,11), Tiro (7,24-31), Sidón (7,31), Cesarea (7,27). Quien le quiere escuchar, va a Galilea. Hay un lugar en el que la gente se congrega, el mar de Galilea: “Se retiró con sus discípulos hacia el mar y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, también de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y de Sidón” (Mc 3,7-8), “se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía: Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar” (4,1-3). 

18. Los secretos del reino. Cuando se quedó a solas, los discípulos le preguntan por qué habla a la gente en parábolas. Les dice: “A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone” (Mc 4,10-12). Jesús enseña a la muchedumbre por medio de parábolas, a los discípulos les enseña los secretos del reino de Dios “en privado” (4,34). Ese día al atardecer, les dice: Pasemos a la otra orilla. Galilea es el lugar de la acción de Jesús, el territorio que está junto al lago, pero Jesús pasa también a la otra orilla, la Decápolis, tierra de paganos.

19. Hechos y palabras. En la misión de Jesús los hechos acompañan a las palabras. Jesús anuncia una palabra que se cumple. Jesús enseña y cura (Mc 1,39). En diversos medios, en las sinagogas (1,21), por las casas (2,1), junto al mar (3,7; 4,1; 6, 34-35), en el desierto (8,4), en el templo (11,17), Jesús siembra la palabra que se cumple en la historia. El reino viene cuando se dirige a los hombres la palabra de Dios: Dios habla, Dios actúa. Encontrar a Dios en el centro de la vida es el verdadero corazón del Evangelio. El reino de Dios es como la semilla que crece sin que se sepa cómo (4,26-29), como un grano de mostaza que crece y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra (4,31-32). Jesús hace sentir a quien le busca la cercanía de Dios, lleva en sí mismo el reino de Dios. Ello da a su persona una autoridad que no tiene igual: "Quedaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad” (1,22).

20. Adversarios de Jesús. Los enemigos están al acecho (Mc 2,6; 3,2), le acusan de comer con pecadores (2,16), de que sus discípulos no ayunan (2,18), hacen en sábado lo que no es lícito (2,24), comen sin lavarse las manos (7,5). Lo que mancha al hombre, dice Jesús, no es lo que entra por la boca, sino lo que sale del corazón (7, 18-23), el vino nuevo hay que echarlo en pellejos nuevos (2,22),  “los fariseos se confabulan con los herodianos para ver cómo eliminarle” (3,6); sus parientes dicen: “Está fuera de sí” (3,21); los escribas le calumnian: “Está poseído” (3,30).

21. Comunidad de discípulos. Cuando evangeliza, Jesús no está solo, comparte su misión. Ahí están los doce (Mc 3,13-15), están los setenta y dos (Lc 10,1), están las mujeres que acompañan a Jesús (8,1-3). La comunidad es la nueva familia de los discípulos: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumple la voluntad de Dios ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,33-35). La comunidad difunde el Evangelio recibido. En ella se recibe la enseñanza especial del Evangelio.

22. Opción por los pobres. Para llevar a cabo su misión, Jesús no se identifica con los grupos sociales y religiosos de su tiempo: los saduceos (pertenecen a la aristocracia y a la institución sacerdotal, colaboran con el imperio romano), los zelotes (partidarios de la revolución violenta contra el imperio), los fariseos (observantes de la Ley, pero dicen y no hacen), los esenios (piadosos que estudian la Ley y esperan la guerra de liberación), los escribas (intérpretes oficiales de las Escrituras). Jesús opta por los pobres, por la muchedumbre sometida por los poderosos, de la que siente compasión, pues están “como ovejas que no tienen pastor" (Mc 6,34).

23. Diversas experiencias. Ante la tempestad calmada los discípulos se preguntan: “¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?” (4,41); el endemoniado de Gerasa y la hemorroisa; la resurrección de la hija de Jairo (5,1-43); ningún profeta es bien recibido en su tierra (6,4); misión de los doce, de dos en dos (6,7); muerte de Juan el Bautista (6,17-29); al compartir, los panes se multiplican (6,30-44; 8,1-10); Jesús camina sobre las aguas (6,45-52); curación de la hija de una sirofenicia y de un sordomudo (7,24-37); la levadura de los fariseos y la de Herodes (8,11-21).

24. Betsaida es una de las ciudades que rechazan a Jesús: “¡Ay de ti, Betsaida!” (Mt 11,21). Allí vive el ciego que es curado (Mc 8, 22-26). Es una señal del Evangelio: “Los ciegos ven” (Mt 11,5). Tras la multiplicación de los panes, la petición de una señal por parte de los fariseos y la incomprensión de los discípulos (Mc 8,1-21; ver Jn 6), viene la curación del ciego (Mc 8,22-26). El texto es sobrio, escueto, incluso críptico. El “ciego” puede ser Pedro, que dice después: “Tú eres el Mesías” (8,29). Jesús prohíbe terminantemente decírselo a nadie. Puede entenderse mal, incluso es peligroso. Jesús ha optado por un mesianismo profético que no se impone por la fuerza, un mesianismo que es rechazado en Galilea y será rechazado en Jerusalén. El Hijo del hombre será sacrificado por poderes bestiales: “tiene que padecer”, “ser ejecutado y resucitar a los tres días”. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparle. Jesús increpó a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tu piensas como los hombres, no como Dios!” (8,33). Los pensamientos de Pedro son una tentación para él. Es la confusión, no la confesión de Pedro. Jesús saca al ciego “fuera del pueblo”, fuera del ambiente nacionalista: “la única forma de sanar al ciego es apartarle físicamente de Betsaida” (Bockmuehl, 242). Jesús echa saliva al asunto: “¿Ves algo?”. El ciego ve a los hombres “como árboles, pero que andan”. La imagen puede sugerir una formación militar camuflada: entre ceja y ceja el fanático tiene un grupo armado que se oculta en las montañas y tiende emboscadas (1 Mac 2, 28-48; 9,40; Jn 10,8). Al final, ve “de lejos claramente todas las cosas”. La medida es drástica: “Ni siquiera entres en el pueblo”, dice Jesús. Pedro y su hermano Andrés, que eran de Betsaida (Jn 1,44), se trasladan a Cafarnaúm (Mc 1,29).

25. Condiciones para seguir a Jesús (8,34); la transfiguración es la respuesta de Dios a la desfiguración hecha por los hombres; la venida de Elías (9,2-13); el sordomudo (9,14-29); la discusión sobre quién es el mayor (9,33-37); empleo del nombre de Jesús (9,38-40); un vaso de agua (9,41); el escándalo de los pequeños (9,42-50); el matrimonio (10,1-12); Jesús y los niños (10,13-16); el joven rico (10,17-27); recompensa prometida al desprendimiento (10,28-31); petición de los hijos de Zebedeo (10,35-40); no seáis como los jefes de las naciones (10,41-45); el ciego de Jericó (10,46-52); el perdón de las ofensas (11,25). El pasaje de la mujer adúltera (Jn 7,53-8,11) formaba parte del evangelio de Marcos (Mc 11,11; Lc 21,38).

26. Jesús se acepta como profeta (Mc 6,5), como Cristo, pidiendo reserva (8,30), como el hijo del hombre. Esta expresión aparece siempre en boca de Jesús. Dos textos afirman su autoridad en la tierra: “el hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados” (2,10), “es señor del sábado” (2, 28). Ocho textos anuncian su pasión, muerte y resurrección: el hijo del hombre debe “sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días” (8,31), a nadie contarán lo que han visto “hasta que el hijo del hombre resucite de entre los muertos” (9,9),  está escrito: sufrirá mucho y será despreciado (9, 12), “el hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días resucitará“ (9,31), “será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles…le matarán y a los tres días resucitará” (10,33), “el hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (10,45), “¡ay de aquel por quien el hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría no haber nacido” (14,21), “llegó la hora. Mirad, el hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores” (10,41). Otros textos anuncian su venida gloriosa: “cuando venga en la gloria de su padre con los santos ángeles” (8,38), “verán al hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria” (13,26), “veréis al hijo del hombre sentado a la derecha del poder y venir sobre las nubes del cielo” (14,62).

27. Se cumple la profecía de Isaías: “Como cordero era llevado al matadero”, “mi siervo justificará a muchos” (Is 53). En el sueño de Daniel el hijo del hombre, sacrificado por poderes bestiales, viene “sobre las nubes del cielo“ a juzgar la historia (Dn 7,13-14). Durante el proceso, el sumo sacerdote Caifás interroga a Jesús:¿Eres tú el Cristo, el hijo del bendito?”. Responde Jesús: “Sí, yo soy, y veréis al hijo del hombre sentado a la derecha del poder y venir sobre las nubes del cielo” (Mc 14,53-65). Para Caifás, una blasfemia (14,64). Para la iglesia naciente, la confesión de fe.

28. Etapa final. Jesús se dirige a Jerusalén (Mc 11,1), marcha sobre el templo (11,11), lo denuncia:Mi casa será llamada casa de oración para todas las gentes, pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos” (11,15-17; Jr 7,11); es una higuera estéril (11,14; Jr 8,13). Los sumos sacerdotes y los escribas buscan cómo matarle (11,18); le acosan con preguntas: ¿con qué autoridad haces esto? (11,27-33), ¿es lícito pagar el impuesto al César? (12,13-17), ¿resucitan los muertos? (12,18-27), ¿cuál es el mandamiento principal? (12,28-34). Jesús lanza la parábola: los viñadores homicidas (12,1-12), enseña en el templo: Cristo es Señor de David (12,35-37); cuidado con los escribas (12,38); el óbolo de la viuda (12,41-44).

29. Estad alerta. Uno de los discípulos está deslumbrado por la grandeza del templo: “Maestro, mira qué piedras y qué construcciones”. Jesús le dice: “No quedará piedra sobre piedra”. Estando luego sentados en el monte de los Olivos, le preguntan sus discípulos: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse”. Jesús les dice: “Mirad que no os engañe nadie. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: Yo soy” (Mc 13,1-6), habrá guerras, terremotos en diversos lugares, hambre, pero “no es todavía el fin” (13,7-8). Esta es la señal: “Cuando veáis la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes”, “habrá una tribulación tal cual no la hubo desde el principio de la creación”, “no pasará esta generación hasta que todo esto suceda”, “de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el hijo, sino sólo el padre” (13,14-32), “estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento” (13,33-37); “algunos no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el reino de Dios” (9,1).  Jerusalén fue destruida el año 70.

30. Muerte de Jesús. Conspiración contra Jesús (Mc 14,1-2), unción de Betania (14,3-9); traición de Judas (14,10-11); cena pascual (14,12-31), Jesús les dice: “Todos os vais a escandalizar, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea” (14,27-28), oración del huerto (14,32-42); prendimiento de Jesús (14,43-52); Jesús ante Caifás (14,53-65), negaciones de Pedro (14,66-72); Jesús ante Pilato (15,1-15); crucifixión y muerte de Jesús (15,16-41); sepultura (15,42-47).

31. El mensaje central. María Magdalena, María la de Santiago y Salomé reciben el mensaje central: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis, como os dijo” (Mc 16,6-7). Probablemente, la aparición de Jesús a “más de quinientos hermanos a la vez” (1 Co 15,6) fue junto al mar de Galilea. En la experiencia de Jesús resucitado se cumple esta palabra: “Subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha sucedido” (Tb 12,20; Mc 16,19 Jn 20,17). El evangelio de Marcos termina así: “Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo” (Mc 16,8). Lo que viene después (16,9-20) es un añadido posterior. El final actual es conocido desde el siglo II por Taciano y por Ireneo. Según Lucas, las mujeres “anunciaron estas cosas a los once y a todos los demás”, pero “les parecían como desatinos y no les creían” (Lc 24,9-11; ver Jn 20,18). Marcos “prefirió callarlo para no obligarse a dar un relato de las apariciones que había decidido no añadir a su evangelio” (BJ). Es quizá una medida de prudencia: “secretos del reino de Dios” (Mc 3,11). Final actual: “Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban” (Mc 16,20).