En el principio era la palabra
 
52.UN MUNDO NUEVO
Estad vigilantes
 
52. UN MUNDO NUEVO
Estad vigilantes
1. La catequesis Un mundo nuevo es una introducción a las catequesis sobre la Nueva creación. En el proyecto original, estas incluían los novísimos en clave de renovación (muerte, juicio, purificación, infierno, gloria). En la revisión actual, los novísimos se concentran en una sola catequesis: Resucitad muertos. El que cree no es juzgado. De este modo, se simplifican volviendo al Evangelio. Las catequesis sobre los Sacramentos quedan dentro de la Nueva creación.  
2. Los sacramentos son señales de un mundo nuevo. "Bautizarse no es tomar un baño; la eucaristía no es hartar el cuerpo. El bautizado se lava ya en un mundo nuevo, y es en un mundo nuevo donde come la comunidad" (NCA). La confirmación y la penitencia aparecen como catequesis complementarias del bautismo. "La confirmación no es un sacramento que deba dividir a los cristianos" (H. Bourgeois). Esto tiene una dimensión ecuménica.
3. Las catequesis de la Nueva Creación quedan así:
* Un mundo nuevo. Estad vigilantes.
* El futuro, con esperanza. Desde la experiencia de fe
* Un templo nuevo. La gloria del olivo.
* Nuevo nacimiento. Del agua y del viento.
* Nuevo pan. La cena del Señor.
* Un sacerdocio nuevo. Hacer su voluntad.
* El vino nuevo. Haced lo que él os diga.
* Curad enfermos. Fuente de salud.
* Resucitad muertos. El que cree no es juzgado.
* Cielo nuevo y tierra nueva. Todo lo hago nuevo.
La catequesis Un templo nuevo tiene como catequesis complementarias: Comunidad de Jerusalén, Comunidad de Antioquía, Comunidad de Galacia, Comunidad de Filipos, Comunidad de Tesalónica, Comunidad de Corinto,  Comunidad de Éfeso, Comunidad de Roma. La catequesis Fuente de salud tiene como complementaria: La figura de Job, en diálogo con Dios. La catequesis Resucitad muertos tiene como catequesis complementarias: Quitad la piedra, desatadlo y dejadlo andar, La reencarnación, no es lo mismo. Finalmente, la catequesis Cielo nuevo y tierra nueva tiene como complementarias las catequesis sobre el Apocalipsis.
4. La palabra de Dios ilumina no sólo el pasado, sino también el futuro. Dios es "el primero y el último" (Is 44, 6). Desde la experiencia de fe vivimos el pasado como don de Dios y el futuro con esperanza. Esto no es fruto de una especulación ni de una filosofía. En el encuentro con Cristo el mundo y el hombre encuentran su consistencia y esperanza (Col 1,17; Hch 4,12).
5. El futuro no llega por sí solo, hemos de prepararlo con nuestras manos. Lo dice el proverbio: A Dios rogando y con el mazo dando. La esperanza en Dios no elimina la acción del creyente por un mundo más justo y humano. El creyente no puede utilizar la esperanza como coartada que justifique un desinterés por el compromiso en las tareas comunes de este mundo. El creyente ha de verificar su esperanza participando seria y activamente en lo que la humanidad espera. El amor a Dios pasa a través del amor a los hermanos (1 Jn 4,20). La esperanza pasa a través de aquellos proyectos en los que el creyente interviene solidariamente con los demás hombres, cumpliendo así el mandato divino de perfeccionar la tierra (Gn 2,15; 1,28).
6. Por tanto, ni compromiso sin fe ni fe sin compromiso: "Se equivocan los cristianos que, bajo pretexto de que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si estos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época" (GS 43).
7. El reino de Dios no es un acontecimiento espectacular que tenga fecha y lugar. A unos fariseos que le preguntaron cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: "El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni dirán que está aquí o está allí, porque, mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17,20-21), "el reino de Dios no viene con poder" (Mc 9,1), es el reino del hijo del hombre que viene sobre las nubes (Mt 16,27-28) y juzga la historia (19,28), después de padecer mucho y ser reprobado por esta generación (Lc 17,25).
8. Los discípulos, gente sencilla, se dejan impresionar por las construcciones del templo. Jesús los saca de ese plano superficial y engañoso, poniéndoles delante la catástrofe que se está gestando ya a su alrededor: "No quedará piedra sobre piedra". Es preciso escrutar las señales del tiempo presente: "Aprended de la higuera esta parábola: cuando ya la rama se pone tierna y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca. Lo mismo vosotros, cuando veáis todo eso, sabed que está cerca el reino de Dios" (Lc 21,31).
9. En medio de los horrores que en cada época anuncian al mundo su propio fin, resuena la buena nueva de que, pase lo que pase, se impondrá la victoria de Dios. Las fuerzas poderosas que destruyen al mundo y al hombre, guerra, hambre, muertes, terremotos, persecución de los creyentes, serán vencidas por una fuerza superior: la palabra de Dios, la buena nueva de Jesús (Mt 24,7-14; Ap 6,1-2). Son "dolores de alumbramiento" (Mt 24,8). Un mundo nuevo está naciendo: "La creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto" (Rm 8,22). Hay que estar atentos, vigilantes. Lo verdaderamente nuevo ya está en marcha: "Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando ¿no lo notáis? (Is 43,19), "mira que hago un mundo nuevo" (Ap 21,7).
10. La vieja cristiandad se desmorona, pero nace una nueva forma de ser Iglesia: comunidad en medio de la sociedad. El Concilio, se dice, es un "hito en la historia de la Iglesia que va a marcar el fin de una época - la de la Iglesia concebida como una sociedad perfecta, fuertemente institucionalizada y centrada en la jerarquía-, y el comienzo de otra en la que va a descubrir su condición de misterio de comunión y de pueblo de Dios, que todavía está esperando la forma original de institucionalización que se corresponda con ella" (J. Martín Velasco). En realidad, el futuro de la Iglesia ya está presente en ella, ¿no lo notáis?

Diálogo: Un mundo nuevo está naciendo ¿lo notamos?