En el principio era la palabra
 
47. TIERRA PROMETIDA
Que mana leche y miel

tierra1. La experiencia de fe no se queda en la profunda soledad del desierto (Dt 32,10). El desierto es lugar de paso hacia la tierra prometida, "una tierra que mana leche y miel" (Ex 3,8). Pero ¿esa tierra existe?, ¿es la vida un desierto? Por otro lado ¿hay éxodo sin tierra?, ¿es la tierra la culminación del éxodo?, ¿es el lugar de la libertad plena?, ¿es el jardín original recuperado?, ¿qué sentido tiene la tierra?, ¿hacen falta leyes de la tierra?, ¿cómo nos situamos en medio de la tierra?, ¿qué experiencia tenemos?
2. La vida humana depende enteramente de la tierra. En la Biblia la tierra es el marco providencial de la vida. En el principio la tierra es un desierto vacío y estéril (Gn 2,4-6). En ella Dios planta un jardín para situar en él al hombre (2,8). El hombre es terreno, está ligado a la tierra, sale de ella (Gn 2,7; 1 Co 15,47) y está destinado a dominar sobre ella (Gn 1,28). La tierra es un jardín que el hombre debe cuidar (Gn 2,15). Con su trabajo, el hombre deja su impronta en la tierra. Al propio tiempo, la tierra es una realidad vital que le acoge, le envuelve y le modela.
3. Dios tiene la costumbre de pasear por el jardín, pero el hombre se oculta (Gn 3,8-10). Se altera así la relación con Dios y se altera la relación del hombre con la tierra. La tierra ya no es para el hombre un jardín. La relación de amor se convierte en dominación del varón sobre la mujer; la maternidad se vive sin ilusión, como un peso, con dolor (3,16). El trabajo es una realidad dura, espinosa, esclavizante (3,17-18); la relación laboral degenera en explotación. Sin relación con Dios, el hombre queda sin futuro, sin esperanza, abandonado al proceso natural de la muerte (3,19). Queda fuera del jardín (3,24). Esto no estaba en el proyecto original de Dios.
4. Entre Babilonia, tierra de donde sale Abraham (Gn 12), y Egipto, tierra de donde Dios saca a su pueblo (Ex 13,9), Israel encuentra una tierra que mana leche y miel (3,8). Es el don de la alianza, regalo de Dios a su pueblo. En ella no sólo hay pastos o pozos, hay señales de su presencia, en ella Dios se manifiesta: en el encinar (Gn 18), en el pozo (24,11), en el lugar del sueño de Jacob (28,10-22). En la tierra de Macpela (23,18) Abraham adquiere la propiedad de un campo, que será la tumba de los patriarcas. Esa tierra será su patria.
5. El Señor es quien da la tierra a su pueblo: "dio sus tierras en herencia, en herencia a su pueblo Israel" (Sal 135). El pueblo se entusiasma: "Es un país bueno, muy bueno" (Nm 14,7), "un lugar en el que no falta nada de lo que puede haber sobre la tierra" (Jue 18,10). La tierra prometida es el jardín original recuperado: "una tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y hontanares que manan en los valles y en las montañas, tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares, de aceite y de miel, tierra donde el pan que comas no te será racionado" (Dt 8,7-9).
6. La tierra con sus bienes es señal del amor de Dios. "Cuando el Señor tu Dios te haga entrar en la tierra.... guárdate de olvidar al Señor que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre" (6,10-12). El pueblo, que es "extranjero y huésped" sobre la tierra (Lv 25,23; Hb 13,14), debe manifestar a Dios su alabanza, su acción de gracias, su dependencia: "De él es la tierra" (Sal 24). El primer mandamiento es éste: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas" (Dt 6,5). El pueblo es "propiedad personal" de Dios (Dt 7,6) y el Señor es "la parte de su herencia" (Sal 16). Israel aprende de los cananeos las leyes de la vida agrícola, pero no debe seguir sus costumbres idolátricas (Jue 2,11-12).
7. La tierra prometida es dada a Israel como posesión (Dt 12,1), una posesión que debe procurarle la felicidad y la libertad plena, pero no sin esfuerzo. El trabajo es una ley para quien quiera recibir la bendición de Dios. Hay palabras duras con los perezosos (Pr 10,5;2 Ts 3,10 ). Las leyes de la tierra indican el sentido de la misma en relación al prójimo. Cada año sabático, cada siete años, se deben perdonar las deudas: "Todo acreedor que posea una prenda personal obtenida de su prójimo, le hará remisión: no apremiará a su prójimo ni a su hermano, si se invoca la remisión en honor del Señor" (Dt 15,1-3), "no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano", "cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por esta acción te bendecirá el Señor tu Dios en todas tus obras y en todas tus empresas", "no faltarán pobres en esta tierra, por eso te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra" (15,7-11; 2 Co 9,6-7). Cada año jubilar, cada 50 años, la ley indica algo semejante: "recobraréis cada uno vuestra propiedad" (Lv 25,13). Hacen falta leyes de la tierra contra el hambre, contra las grandes diferencias sociales, leyes humanitarias que indiquen el sentido universal de los bienes. El mundo es la casa de todos, todos somos hermanos.
tierra28. Amar a la propia familia no tiene nada de especial. En la Biblia el pobre, el extranjero, la viuda y el huérfano son objeto del amor fraterno: "No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No vejarás a la viuda ni al huérfano. Si le vejas y clama a mi, no dejaré de oír su clamor", "si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mi, y yo le oiré" (Ex 22, 20-26). La peor de las amenazas es la pérdida de la tierra (Dt 28,63).
9. Los profetas denuncian a los que añaden casa tras casa y campo tras campo (Is 5,8). El verdadero ayuno es éste: "abrir las prisiones injustas", "dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne" (Is 58, 6-7). Las grandes diferencias sociales son una injusticia y un riesgo social: "¡Creéis alejar el día funesto, y hacéis que se acerque un estado de violencia!" (Am 6,1-3).
10. Al propio tiempo, los profetas anuncian que la tierra entera participará de la salvación: "Acudirán pueblos numerosos", "de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del Señor" (Is 2,2-3), el retoño de Jesé será "señal levantada en medio de las naciones" (11,12), Israel será la "tierra de delicias" (Ml 2,12) donde las naciones encuentran la unidad primera. Los orígenes ofrecen imágenes de esa tierra transfigurada. Los "cielos nuevos y la tierra nueva" que Dios crea (Is 65,17) presentan los rasgos del jardín original, es decir, del mundo querido por Dios: "Aquel día levantaré la tienda de David que está caída" (Am 9,11-15).
11. La tierra es la misma para unos y para otros. Sin embargo, los justos poseerán en herencia la tierra: "los que esperan en el Señor poseerán la tierra", "poseerán la tierra los humildes y gozarán de inmensa paz", "el justo es compasivo y da, los que él bendice poseerán la tierra", "apártate del mal y obra el bien, y tendrás para siempre una morada", "los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre", "espera en el Señor y guarda su camino, él te exaltará a la herencia de la tierra" (Sal 37).
12. Jesús está ligado a la tierra que le vio nacer. En sus parábolas recurre con frecuencia a imágenes que la reflejan. La tierra está en función del reino de Dios. La gente puede servirse de ella para olvidarse de Dios, para enterrar su talento en ella (Mt 25,18). Jesús devuelve a la tierra su sentido: es obra de las manos de Dios, señal de su presencia y de su amor. Dios habla de muchas maneras, Dios actúa en la historia humana. El amor fraterno es fundamental: "El segundo mandamiento es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22,39; Lv 19,18). El reino de Dios no viene por los caminos del poder y de la fuerza: "Dichosos los no violentos porque ellos poseerán la tierra" (Mt 5,4).
13. Hay quienes se despojan de campos (Mc 10,29), quienes lo dejan todo y reciben mucho más: "Ahora al presente casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna" (10,30). Las primeras comunidades comparten los bienes (Hch 4,32). Son como "ciudad situada en la cima de un monte", "luz del mundo" y "sal de la tierra" (Mt 5,13-14), como levadura en la masa (13,33). Son señal de lo que debe ser la sociedad. Siendo comunidad, la Iglesia es "luz de las gentes" (LG 1), "signo levantado en medio de las naciones" (SC 2), "sacramento universal de salvación" (GS 45). Es preciso combatir el hambre en el mundo (GS 69), superar las grandes diferencias sociales (GS 66), recordar el destino universal de los bienes: "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos" (GS 69).
14. Jesús viene a traer fuego a la tierra (Lc 12,49). Elevado sobre la tierra, atrae a todos hacia si (Jn 12,32). Desde Jerusalén se extiende la experiencia del Evangelio a los confines de la tierra, según el plan indicado por Jesús: "Seréis mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8). Resucitado, elevado a lo más alto, Jesús comparte el señorío de Dios sobre la tierra: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos" (Mt 28,18-19). Desde entonces "el resucitado está en el corazón de las pequeñas cosas que forman la vida de la tierra" (K.Rahner).
* Diálogo: Sobre la tierra prometida, una tierra que mana leche y miel
-esa tierra existe
-la vida es un desierto
-¿hay éxodo sin tierra?
-la tierra es la culminación del éxodo
-es el lugar de la libertad plena
-es el jardín original recuperado
-el sentido de la tierra
-hacen falta leyes de la tierra
-¿cómo nos situamos en medio de la tierra?
¿qué experiencia tenemos?