En el principio era la palabra
 

En la escritura, el desierto es una experiencia crítica que el pueblo vive tras la experiencia liberadora del éxodo y que significa el aspecto duro, el riesgo, el precio de la propia liberación. El desierto es una tierra inhóspita, espantosa, maldita. Una tierra que Dios no ha bendecido; es un lugar donde no hay caminos, pero un lugar que debe cruzarse. El desierto no es un lugar de permanencia, sino de paso hacia una tierra que mana leche y miel. El desierto es el lugar de la tentación, el lugar de la prueba, donde queda al descubierto lo que hay en el corazón del hombre, si el hombre se fía realmente de Dios, si vive su palabra (Dt.8,2-3). El desierto es, también, el lugar de encuentro del hombre con Dios. En mirada retrospectiva, el pueblo puede reconocer con asombro la acción salvadora de Dios ante la amenaza aniquiladora del desierto (Dt. 8,4.17-18). El Dios vivo que actúa en la historia, abre caminos donde no existen.

La experiencia bíblica y, sobre todo, el Evangelio abre los ojos a un elemento inherente al destino humano: su condición peregrina. El hombre es un ser inacabado, un ser que viaja hacia alguna parte, como dice Machado: "lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos". Es una experiencia profundamente humana y creyente vivir a ese nivel donde no sirven de nada los caminos trillados, donde en realidad no hay camino: "se hace camino al andar". El Evangelio viene a preguntarnos a qué llamamos caminos: ¿a los surcos del azar?, ¿a nuestros propios planes y proyectos?. La experiencia actual de Cristo Resucitado nos permite descubrir la legitimidad de su pretensión: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn.14,15). Sólo quien se ha visto perdido alguna vez, puede valorar a fondo lo que significa encontrarse con Cristo.

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.

 

AL ANDAR SE HACE CAMINO Y AL VOLVER LA VISTA ATRÁS,

SE VE LA SENDA QUE NUNCA SE HA DE VOLVER A PISAR,

SE VE LA SENDA QUE NUNCA SE HA DE VOLVER A PISAR.

 

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.

 

¿PARA QUE LLAMAR CAMINOS A LOS SURCOS DEL AZAR?

TODO EL QUE CAMINA ANDA, COMO CRISTO, SOBRE EL MAR,

TODO EL QUE CAMINA ANDA, COMO CRISTO, SOBRE EL MAR.

 

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.

 

 CREO EN AQUEL QUE DIJO: CIELO Y TIERRA PASARAN,

CUANDO CIELO Y TIERRA PASEN, MI PALABRA QUEDARA.

CUANDO CIELO Y TIERRA PASEN, MI PALABRA QUEDARA.

 

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.

 

TODO PASA Y TODO QUEDA, PERO LO NUESTRO ES PASAR,

PASAR HACIENDO CAMINOS, CAMINOS SOBRE LA MAR,

PASAR HACIENDO CAMINOS, CAMINOS SOBRE LA MAR.

 

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.

 

ROMERO PARA IR A ROMA LO QUE IMPORTA ES CAMINAR,

A ROMA POR TODAS PARTES, POR TODAS PARTES SE VA.

A ROMA POR TODAS PARTES, POR TODAS PARTES SE VA.

 

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SINO ESTELAS EN LA MAR.