El Vaticano aporta una prueba inédita: una carta del obispo Enrique Angelelli, escrita en julio del 76, donde le informa al entonces nuncio en Argentina Pío Laghi sobre las violaciones de derechos humanos por parte de la dictadura militar. Laghi negó después saber de las violaciones de derechos humanos en la dictadura argentina. La carta de Angelelli demuestra la mendacidad de Laghi. Angeleli se preocupó de enviar copias al Vaticano porque “desconfiaba de la inacción del nuncio”. El nuncio jugaba al tenis cada quince días con el almirante Emilio Massera, miembro de la Junta Militar, culpable de crímenes de lesa humanidad. En julio de 1991 Juan Pablo II nombró a Pío Laghi Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Un escándalo más, un ejemplo de “mala educación”.