En el principio era la palabra
 

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Sábado, 4. Junio 2011
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Contacto Jesus Lopez
En mi primer libro escribí lo que Jesús hizo y dijo hasta el día en que ascendió al cielo (Hch 1,1-11). Dios asciende entre aclamaciones, se sienta en su trono sagrado (Sal 47). Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de vuestro corazón (Ef 1,17-23). Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos (Mt 28,16-20). 150 muertos en naufragio cerca de Tunez. Irene y Sergio, en el aniversario de Inmaculada. Con motivo de la reciente beatificación de Juan Pablo II, recordamos la práctica pagana de la divinización de los emperadores: A este respecto, comenta el exégeta protestante Jürgen Roloff en su libro sobre los Hechos de los Apóstoles: 'En el imperio romano, la desaparición prodigiosa del emperador era considerada como un requisito para su divinización y, al mismo tiempo, resultaba un buen instrumento de propaganda con finalidad política. Sólo se divinizaba a un emperador si el senado romano lograba encontrar testigos que declarasen haberlo visto subir al cielo. Así sucedió con Augusto, Claudio y Drusila; los testigos juraron haber visto con sus propios ojos cómo subían al cielo de entre las llamas de la gran pira crematoria'. 'Desde luego que todas estas descripciones, ya desde los primeros tiempos del Imperio, no eran aceptadas sin más, sobre todo por la gente culta, como trigo limpio. Lo vemos claramente en las numerosas parodias a que dieron lugar. Pero aun sin creer en los detalles de toda esta escenografía, muchos elementos continuaban usándose por su alto valor simbólico. Se los consideraba como un lenguaje apropiado para expresar la convicción de la inmortalidad de una persona, su entrada en el ámbito divino y su permanente influjo en el curso de la historia' (Cristiandad, 1984, 51-52).