En el principio era la palabra
 
NACIONALISMOS ABSOLUTOS Y VIAS PACIFICAS

 

1. Los obispos vascos se ofrecieron para mediar y exigieron "en nombre de Dios" la inmediata liberación de Miguel Angel y el respeto de su vida, "sobre la que nadie tiene ningún derecho". Sin embargo, el 12 de julio Miguel Angel Blanco, concejal del PP en Ermua, fue asesinado tras 48 horas de angustia. El obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, dijo en el funeral, verdadero duelo por el hijo único (Am 8,10): "La responsabilidad del asesinato de Miguel Angel es exclusivamente de sus autores, de sus instigadores y de quienes les apoyan". Dijo también: "La única respuesta digna...no debe ser la venganza ni el miedo, sino la serenidad y la esperanza".

2. Javier Sádaba, profesor de Etica en la Universidad Autónoma de Madrid, escribió en "El Mundo" (12-8-97): "En una situación así no hay lugar para la mediación, para hablar de modo multidireccional, para buscar una zona política que no sea la de la política correcta, única y cerrada. Pero algunos nos negamos a pensar que todo esté pensado. Y de la misma manera que nos negamos al crimen nos negamos a que todo tenga el mismo tono a la hora de tratar lo que en Euskadi sucede". Lo que pasa en Euskadi es "un asunto a estudiar": "Así, existe un intento, más o menos consciente, de hacer del nacionalismo vasco el germen o raíz de la violencia en Euskadi. No es cuestión de hacer un monográfico sobre el nacionalismo. Aunque, dicho sea de paso, corriente ilustrada hay que vuelve a reivindicarlo precisamente para negar los nacionalismos que se opongan a la gran Nación-Estado de los Estados fuertes".

3. Sádaba afirma que el nacionalismo vasco no es esencialmente violento, salvo "injertos circunstanciales de los años 60, además de una patológica concepción de la vía armada como estrategia eficaz": "Se suele taponar este enfoque del problema. Y así, los mismos que afirman que todo se puede discutir democráticamente son los que acusan de antidemocrático -como mínimo- a quien osa mentar la autodeterminación. Los mismos que desean que desaparezca ETA -cosa más que loable- preferirían una unidad hispana a cualquier precio que una pacífica desunión. A pesar de las nubes, las posibles tormentas y una tensión que no parece tener tregua, algunos pedimos la tregua. Es tiempo de treguas. La primera, sin duda, de ETA. Y es tiempo de mediaciones". Los mediadores son "los críticos de una y otra parte" y, por mucho que se les ahogue, "son los que anuncian la paz".

4. José María Setién, obispo de San Sebastián, dice en "El País" (2-11-97): "Yo creo que el terrorismo se termina haciendo cada uno lo que tiene que hacer. Eso supone, por parte de los terroristas, el tener confianza mayor en los procedimientos de una convivencia respetuosa de los derechos fundamentales de las personas, aun cuando sean contrarios, digamos, a su forma de pensar. Que esos derechos sean respetados a base de aceptar que otros puedan tener otras visiones distintas respecto al futuro de Euskadi, a la identidad de Euskadi. Y también, que por la otra parte, las personas piensen que lo mismo que no existe un dogmatismo que haga referencia a la visión que pueden tener ciertos grupos en Euskadi, tampoco los otros posicionamientos sean dogmáticos. Es necesaria una cierta relatividad en lo que se entiende qué debe ser la manera de organizar el futuro de la convivencia de los pueblos en relación con el Estado Español, que es algo que ha de someterse a estudio".

5. La personal apuesta de Setién por una negociación con ETA no se le viene abajo, cuando se produce otro atentado: la "táctica de pacificación" no debe quedar condicionada por ello. Setién comenta así la movilización ciudadana que se produjo tras el asesinato de Miguel Angel: "Yo estoy completamente de acuerdo en que todos estamos, tenemos que estar, en una actitud de que queremos eliminar el terrorismo...El cómo, eso es otra cosa distinta. Yo pienso que, por mucho acuerdo que haya en ese objetivo, no hay por qué pensar que todas las soluciones tengan que ir, necesariamente, por las mismas vías". Dice también que no estuvo en ninguna manifestación: "Yo lo único que hice fue manifestar la pena y el dolor que produjo en mí el hecho de que ETA hubiera actuado como actuó".

6. Volvemos a la tarde del 12 de julio. Las lecturas de aquel domingo eran impresionantes. Quince días antes, en la memoria del año anterior, quedaba recogido este título: nacionalismos absolutos y vías pacíficas (Sal 85). Se resumía así nuestra posición ante la locura de los nacionalismos absolutos, que intentan resolver los problemas no por vías pacíficas, sino por la fuerza, a cualquier precio. Aquella tarde se leía el salmo 85, que incluye lo siguiente: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos con tal de que a su locura no retornen. La locura del nacionalismo absoluto de ETA se había cobrado una nueva víctima y había que denunciar el criminal atentado contra la vida de Miguel Angel. Además, la reacción debía ser sensata, humana, cristiana.

7. Se leía también el pasaje de Amós (7,12-15). El sacerdote de Betel, funcionario del santuario nacional, no es capaz de acallar al profeta. El error del sacerdote, al intentarlo, está en considerar al profeta como un profesional, que se doblega ante la injusticia establecida para ganar su pan. Corre el año 760 a.C. No estamos ya en los tiempos de David y Salomón. A la muerte de éste, se divide el reino: Israel (norte) y Judá (sur). El norte es mucho más fértil. La paz ha favorecido el desarrollo de las relaciones comerciales y ha surgido una acomodada burguesía. En apariencia las cosas van bien, pero la procesión va por dentro. El santuario de Betel ha vuelto a ser un importante lugar de peregrinación: el santuario real, el templo del país (7,13). En él se adora a Dios, pero a veces se le confunde con el tótem nacional (el toro) y con el dios de la prosperidad (Baal). Allí levanta su voz Amós.

8. Amós viene del sur, de Técoa, cerca de Jerusalén. Es un hombre del campo, pastor y cultivador de higos, pero la Palabra de Dios es irresistible (3,8). Defiende el derecho de los pueblos y denuncia la injusticia allí donde se produzca: asolar las tierras de cultivo (1,3), deportar prisioneros en masa y comerciar con ellos (1,6.9), perseguir con espada al hermano ahogando toda piedad (1,11), reventar a mujeres embarazadas (1,13), quemar hasta calcinar los huesos del enemigo (2,1). Se desprecian los mandamientos de Dios (2,4); se pisa la cabeza de los débiles (2,7); los tribunales tuercen el derecho (5,7); el culto no es de recibo (5,22); el lujo es hiriente, sin entrañas, peligroso (6,3.6). La teología nacional es un engaño. La riqueza lo ha corrompido todo. Una sociedad así no puede subsistir: es un muro abombado que amenaza ruina (7,7-9), un cesto de higos maduros para su fin (8,1-3), un templo que no aguanta la sacudida del terremoto (9,1). El Dios de la justicia manifiesta su severidad. Sólo un resto queda abierto al futuro (Am 9,11), que la primera comunidad cristiana entiende no en sentido político y nacionalista, sino en sentido religioso y universal (Hch 15,16).

9. En España tenemos una paz, fundada en la voluntad de la sociedad, expresada democráticamente. Pero ¿se ha sometido alguna vez a referéndum la autodeterminación del pueblo vasco? ¿qué sucedería si eso se hiciera? ¿lo impediría por la fuerza el nacionalismo absoluto español? ¿desarmaría definitivamente al nacionalismo absoluto vasco? ¿qué sucedería si en el referéndum el pueblo vasco votara la independencia? ¿qué sucedería si no fuera así? ¿la propia teología nacional impide denunciar la injusticia o el crimen según donde se produzca? ¿creemos que la violencia sólo se combate con la violencia? ¿no estamos ante un problema político y no meramente policial?

10. Los problemas sociales y políticos se pueden afrontar por vías pacíficas (diálogo, votos) o por la fuerza (armas, violencia). La locura de los nacionalismos absolutos consiste en poner por encima de todo, incluso del respeto sagrado a la vida humana, la propia nación. Además, los diversos nacionalismos se están relativizando dentro del proceso actual de integración europea: frontera común, ejército común, moneda común, casa común. Desde el punto de vista cristiano, la relativización es mayor: el mundo es la casa de todos y todos somos hermanos. Finalmente, estamos invitados a vivir la dicha del Evangelio: Dichosos los no violentos porque ellos poseerán la tierra (Mt 5,5). Y estamos invitados a comprender lo que conduce a la paz (Lc 19,42) y, también, a trabajar por ella (Mt 5,9).

 

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