En el principio era la palabra
 

FRUTOS DE CONVERSION

1. El domingo 4 de noviembre se leía en todas las iglesias el pasaje de Zaqueo (Lc 19, 1-10), jefe de publicanos y rico. Zaqueo era recaudador de impuestos, una profesión odiada en el mundo judío. A los publicanos se les consideraba pecadores públicos por sus vínculos con el poder romano de ocupación y por sus frecuentes abusos. Por ello, a quienes se le acercan, Juan Bautista les dice: No exijáis más de lo que os está fijado (3, 13). En cuanto jefe de publicanos, Zaqueo era un personaje importante, un hombre integrado dentro del sistema y, por tanto, beneficiario del mismo, un hombre rico.

2. Sin embargo, trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a una higuera para verle, pues iba a pasar por allí . La escena hace recordar la llamada de Natanael, a quien le dice Jesús: Cuando estabas debajo de la higuera, te vi (Jn 1,48). Jesús toma la iniciativa de invitarse: Zaqueo, baja enseguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa. Zaqueo le recibe con alegría, con esa alegría especial que es parte de la buena nueva del Evangelio.

3. Al verlo, todos murmuraban diciendo: Ha ido a hospedarse en casa de un pecador. No entienden lo que está pasando. Les parece un escándalo. No creen en el poder de Dios, que puede cambiar el corazón humano, aunque sea el de un hombre integrado en el sistema, publicano y rico.

4. Zaqueo piensa seriamente en las consecuencias de su fe, en lo que supone ser discípulo de Jesús. Puesto en pie, le dice: Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si en algo robé a alguien, le devolveré cuatro veces más. La ley mosaica prescribe algo semejante: por ejemplo, que se restituya por el robo de un animal doméstico (una oveja, un buey) cuatro o cinco veces su valor (Ex 21,37). No sólo quiere cumplir la ley de Moisés sino también el espíritu del Evangelio, comparte sus bienes.

5. Jesús no le dice, como al joven rico, que lo venda todo (Lc 18,22), acoge la señal que le revela como discípulo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abraham, pues el hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. En realidad, Zaqueo ya es discípulo, pues da una señal clara de que su dios no es el dinero, el poder, el imperio.

6. Según datos recogidos en el mensaje del Sínodo de los Obispos, celebrado durante el mes de octubre en Roma, "el 80% de la población del planeta vive con el 20 % de los recursos y 1200 millones de personas se ven obligadas a vivir con menos de un dólar por día". A estas grandes e injustas desigualdades sociales se añade la guerra de Estados Unidos contra Afganistán. La población civil sufre las consecuencias: éxodos masivos, mucha gente se queda sin casa y sin medio de vida, numerosas son las víctimas civiles. Además, según cifras de UNICEF, diez años después de la guerra del Golfo y del embargo de Estados Unidos, se registran en Irak 500.000 casos de muerte infantil.

7. En este contexto, determinadas preguntas son inevitables: ¿dónde estamos? ¿a favor de la guerra? ¿a favor de la paz? ¿dentro del sistema que fabrica pobres? ¿al lado del imperio? ¿en contra de toda violencia? ¿al lado de las víctimas? En definitiva, aparece la pregunta que se refiere a la conversión: ¿qué hemos de hacer?

8. La respuesta de Pedro, el día de Pentecostés, tiene valor permanente: ¡Salvaos de esta generación perversa! (Hch 2, 40). Eso es lo que hace Pablo cuando se convierte, da un paso que le distancia de su generación embotada y violenta. Entonces toma conciencia de sus opciones anteriores, profundamente equivocadas. Por ejemplo, cuando se derramó la sangre de Esteban, él se hallaba presente y aprobaba su muerte (22,20). En la línea de los profetas, como dijo Juan Bautista, no basta con decir: Tenemos por padre a Abraham. O lo que es lo mismo: Somos católicos de toda la vida. No bastan las hojas, hay que dar frutos dignos de conversión (Lc 3, 8).

9. Pero falta conciencia. Los malos son siempre los otros. Se hace necesaria y actual la denuncia profética de Natán a David: En una ciudad había dos hombres, uno rico y otro pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en abundancia; el pobre no tenía nada, sólo una corderilla, que él quería como si fuera una hija. Crecía con él y con sus hijos, comía su pan, bebía en su vaso, dormía en su pecho. Un día llegó un huésped a la casa del rico, y para festejarlo... mató la ovejita del pobre. David reaccionó indignado, diciendo: ¡Ese hombre merece la muerte! Pero Natán le dijo: ¡Tú eres ese hombre! Tú has hecho que Urías, el hitita, muriera en guerra para quedarte con su mujer... (2 Sm 11 y 12). Pues bien, por llevarle a Nueva York vivo o muerto a quien "se busca", el rico está matando la oveja del pobre. Además, es peor el remedio que la enfermedad. La violencia genera violencia. Se está hablando ya de armas químicas y nucleares. Y, a pesar de las medidas adoptadas, el riesgo de nuevos atentados es ahora mayor. El desastre del avión, que se estrella en un barrio de Nueva York el 12 de noviembre y mata a los 260 ocupantes y a cinco vecinos de la zona, ¿es un accidente o un sabotaje? Ese mismo día, otro avión realiza en Washington un aterrizaje de emergencia, tras registrarse un incidente a bordo que motivó la intervención policial en el aparato. El avión tenía que haber aterrizado en el aeropuerto Reagan National, más próximo a la capital, pero tuvo que ser desviado a Dulles "por petición de los responsables policiales aéreos".

10. Según la cadena de televisión ABC, se han lanzado contra los talibanes bombas de 7.000 kilos. Son terroríficas. Lanzadas con paracaídas, crean una bola de fuego, que lo incinera todo en un radio de 500 metros. Es necesario recordar las palabras del Concilio Vaticano II sobre las terribles armas de destrucción masiva e indiscriminada: "El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, sobrepasan, por tanto, los límites de la legítima defensa... Toda acción bélica que tiende indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones, junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones" (GS 80).

11. El cardenal Louis-Marie Billé, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa y arzobispo de Lyon, rompe el lamentable silencio episcopal: "Es legítimo prevenir y reprimir los actos terroristas. Ahora bien, la paz no vendrá de una violencia que responde a otra violencia". Asimismo, un grupo de obispos (entre ellos, Pedro Casaldáliga) reunidos en Sao Paulo, del 15 al 22 de octubre, denuncia los bombardeos contra Afganistán como actos de violencia, venganza y represalia: "La indebida transformación del clamor por la justicia en actos de venganza y represalia con bombardeos aéreos contra Afganistán es igualmente terrorismo, practicado ahora por gobiernos que se presentan como democráticos, civilizados y cristianos. Los bombardeos están provocando innumerables víctimas, incluyendo mujeres, niños y ancianos, destrucción de infraestructura, aumento del hambre y la desesperación, agravamiento de la situación sanitaria, están echando a las calles a millones de refugiados. Se incita deliberadamente a un recrudecimiento de la guerra civil entre facciones políticas rivales con renovados sufrimientos para la población".

12. La Conferencia Episcopal Francesa, reunida en Asamblea entre el 4 y el 10 de noviembre, manifiesta su posición en un mensaje titulado Nuevos desafíos para la paz del mundo. Los obispos galos condenan "de manera absoluta el terrorismo, que no puede justificarse con nada", y advierten que "su onda expansiva está lejos de ser apaciguada", como demuestran "los bombardeos cada vez más violentos que golpean ahora Afganistán". Ante esta situación de guerra, que provoca "muertos y heridos entre las poblaciones civiles inocentes, destruye los bienes y siembra el miedo que obliga a huir a las montañas y los caminos a miles de refugiados", "es tiempo de buscar otros medios para no añadir mal al mal, violencia a la violencia", "su nuestra humanidad quiere salir de la violencia, no puede dejar de combatir las situaciones de violencia. La paz es fruto de la justicia y de la solidaridad. No basta con respetarla. El combate digno de la humanidad es compromiso de todos, y especialmente de nuestros países más favorecidos, para reducir las indignantes desigualdades entre los pueblos, en lo que respecta a la alimentación, la salud, la educación, la libertad, la dignidad, el poder".

13. Por nuestra parte, manifestamos de diversas maneras (las ocasiones son múltiples) nuestra opción en contra de la guerra. Nos distanciamos de esta generación embotada y violenta. Expresamos también nuestra solidaridad con las víctimas, mediante una colecta en favor de los pobres de Afganistán, que sufren las consecuencias de la guerra. Creemos en el mensaje universal del Evangelio, que anuncia la salvación a las naciones y la bendición de Dios a todas las familias de la tierra, esa bendición que se le prometió a Abraham, padre de todos los creyentes (Rm 4,16).