En el principio era la palabra
 

 COMUNIDAD DE FILIPOS
Mi gozo y mi corona


1. Filipos es capital de uno de los distritos de la provincia romana de Macedonia. Hacia el año 50, Pablo funda allí la comunidad  que tiene una relación especial con él. Son, dice, “mi gozo y mi corona” (Flp 4,1). ¿Cómo nace la comunidad?, ¿qué rasgos tiene?, ¿qué problemas surgen?, ¿cómo se afrontan?, ¿qué aspectos son útiles para los grupos y comunidades de hoy?

2. Tras separarse de Bernabé, Pablo escoge a Silas como compañero. Recorre Siria y Cilicia consolidando las comunidades (Hch 15,36-41). Llega también a Derbe y a Listra: “Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen testimonio. Pablo quiso que se viniera con él” (16,1-3). Por todas partes comunican las decisiones del encuentro de Jerusalén. Atravesando Frigia y Galacia, llegan a Tróade. Allí Pablo tiene por la noche una visión. Un macedonio le suplica: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (16,9).

3. Aquí Lucas, como parte del equipo, utiliza la primera persona del plural: “En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a Macedonia”, “nos embarcamos en Tróade y fuimos derechos a Samotracia; y al día siguiente a Neápolis; de allí pasamos a Filipos”, “en esta ciudad nos detuvimos algunos días. El sábado, salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido. Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa. Y nos obligó a ir”(Hch 16,10-15). La comunidad nace en un grupo de oración formado por mujeres. Luego se reúne en casa de Lidia, gentil y creyente que recibe el Evangelio como buena noticia.

4.  Una muchacha con espíritu adivino les sale al encuentro: “Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación. Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella. Y en el mismo instante salió”. Pablo no quiere que le identifiquen con la vidente. Desenmascara la dinámica del espíritu adivino. No es lo mismo espiritismo y evangelio. Tampoco lo es reencarnación y resurrección. La esclava es liberada, pero sus amos se sienten perjudicados. Prenden a Pablo y a Silas, los arrastran hasta el ágora y los acusan ante los pretores diciendo: “Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar. La gente se amotinó contra ellos” (16,16-22). Son azotados y encarcelados.

5.  Por la noche, gran estruendo, se conmueven los cimientos de la cárcel, se abren las puertas, se sueltan las cadenas: “Hacia la medianoche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó: No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí. El carcelero se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: ¿Qué tengo que hacer para salvarme? Le respondieron: Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa. Y le anunciaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa. El carcelero les lavó las heridas y recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia de haber creído en Dios”.

6.  El problema lo tienen los pretores. Se les ha azotado sin haberles juzgado y se les ha encarcelado, siendo ciudadanos romanos: “Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a decir al carcelero: Pon en libertad a esos hombres. Pero Pablo les contestó: Después de habernos azotado públicamente sin habernos juzgado, a pesar de ser nosotros ciudadanos romanos, nos echaron a la cárcel y ahora quieren mandarnos de aquí a escondidas? Eso no; que vengan ellos a sacarnos. Los lictores transmitieron estas palabras a los pretores. Les entró miedo al oír que eran romanos. Vinieron y les rogaron que saliesen de la ciudad. Al salir de la cárcel se fueron a casa de Lidia, volvieron a ver a los hermanos, los animaron y se marcharon”(16,25-40). Pablo recordará a la comunidad de Tesalónica los sufrimientos e injurias pasados en Filipos (1 Ts 2,2). En la foto, ruinas de la antigua Filipos.

7. Pablo escribe la carta a los filipenses desde Éfeso, hacia el año 54. Se encuentra (de nuevo) en la cárcel por causa de Cristo. Lo que le ha sucedido se ha convertido en testimonio del Evangelio: “Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien a la difusión del evangelio, pues se ha hecho público en todo el pretorio y entre todos los demás que me hallo en cadenas por Cristo”(Flp 1,12-13).

8. Tras el saludo inicial a toda la comunidad con sus dirigentes, obispos y diáconos, Pablo da gracias a Dios, pues han colaborado en la difusión del Evangelio desde el principio: “Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy, firmemente convencido de que quien inició en vosotros la buena obra la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús”(1,3-6).

9. En su carta Pablo lo denuncia. Algunos predican a Cristo, pero actúan por envidia y rivalidad, “no con buenas intenciones, creyendo que aumentan la tribulación de mis cadenas”(1,15-17). De momento, nadie sabe cómo terminará el proceso. El riesgo es mortal. En cualquier caso, dice Pablo, “Cristo será glorificado en mi cuerpo, tanto en mi vida como en mi muerte”, “pero si el vivir en la carne significa para mi trabajo fecundo, no sé qué escoger”(1,20-22).

10. Hay que centrarse en lo fundamental y mantenerse firmes, sin dejarse intimidar por los adversarios: “Lo que importa es que vosotros llevéis una vida digna del evangelio de Cristo, para que si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del evangelio, sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición y para vosotros de salvación”(1,27-28).

11. Es fundamental la comunión dentro de la comunidad y la humildad: “Os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de toda comunión en el espíritu, de toda entrañable compasión, que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás, tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo”(2,1-5), “hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones”(2,14).

12. Pablo incluye en la carta un himno que recoge la antigua confesión de fe: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo, tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre” (2,5-11).

13. Pablo invita a los filipenses a tener los mismos sentimientos de Cristo que se despojó de sí mismo. Se ha visto aquí formulada la preexistencia de Cristo antes de existir: “siendo de condición divina”. Pero eso es contradictorio. El Cristo es “hijo de Dios” (Mt 26,63). “Hijo de Dios” es un título mesiánico. En el proyecto de Dios, Cristo es lo primero. Además, Cristo no viene de la nada, viene de Dios: “Tus manos me han hecho y me han formado” (Sal 119, 73). Cristo es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1 Co 2,24). Tampoco nosotros venimos de la nada, sino de Dios: “Somos de su linaje” (Hch 17,28). “El texto no trata del preexistente divino que se encarna, haciéndose hombre; de lo que se trata es de un doble modo de existencia en la vida de Jesús”, “la razón por la que Jesús poseía un modo de existencia divino está en que es el Señor”, “esa confesión es el punto de partida de todo el himno” (Senén Vidal, 545-546).

14. Como opción mesiánica, Jesus asumió la figura del siervo, obedeciendo  hasta la muerte y una muerte de cruz. Por ello Dios le exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre de modo que al nombre de Jesús “toda rodilla se doble”. Desde una posición dogmática se ve aquí un gesto de adoración. Pero adorar se adora sólo a Dios (Mt 4,10; Ap 22,9). La rodilla se dobla también ante el rey, reconociendo su dignidad. Ésta es la confesión de fe: Jesús es Señor, el Cristo, el ungido, el rey del reino de Dios. La resurrección es una divinización. Cuando se desmorona por la enfermedad y por muerte esta tienda que es nuestro cuerpo, Dios nos prepara otra tienda, “no hecha por mano humana” (2 Co 5,1). El cuerpo resucitado es divino. Ahora bien, Jesús no es un resucitado más: “Es el Señor” (Jn 21,7), “sentado a la derecha de Dios” (Mc 14,62).

15. Ante el acoso de los adversarios, Pablo proclama la experiencia de Cristo y su propia misión. Por causa de Cristo, muchas cosas quedaron atrás: “Nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carne, aunque yo tengo motivo para confiar también en la carne”, “circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, intachable. Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo”, “dando al olvido lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para alcanzar el premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”(3,2-7 y 13-14).

16. En realidad, son muchos los que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Somos apátridas por causa de Cristo, pero tenemos una ciudadanía especial: “Muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas en los ojos, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra”(3,18-20).

17. Algunos ruegos y consejos: “Ruego a Evodia y a Sintique tengan un mismo sentir en el Señor. También te ruego a ti, Sicigo, verdadero compañero que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos” (4,2-3). Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo “todo eso tenedlo en cuenta”, “todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, ponedlo por obra y el Dios de la paz estará con vosotros” (4,8-9).

18. La comunidad de Filipos tiene una relación especial con Pablo. Los llama “hermanos míos queridos y añorados, mi gozo y mi corona”(4,1). Les agradece la ayuda que  recibe de ellos: “Sé andar escaso y sobrado”, “todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación”, “cuando salí de Macedonia, ninguna iglesia me abrió cuentas de haber y debe, sino vosotros solos”, “incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con qué atender a mi necesidad”(4,12-16). Pablo espera enviarles a Timoteo, tan pronto como vea clara su situación.Y confía en que él mismo podrá ir pronto. Mientras tanto, considera necesario devolverles a Epafrodito, enviado con el encargo de entregarle una ayuda (2,23-25; 4,18).

* Diálogo: ¿Cómo nace la comunidad?, ¿qué rasgos tiene?, ¿qué problemas surgen?, ¿cómo se afrontan?, ¿qué aspectos son útiles para los grupos y comunidades de hoy?