En el principio era la palabra
 

- CONOCERAS AL SEÑOR

El culto no es de recibo

 

1.      El mensaje de Oseas va dirigido a un pueblo, que se dice creyente, pero que está prostituido. Se le anuncia algo inaudito: Conocerás al Señor (Os 2,22). No es un conocimiento teórico, sino práctico. Se puede pasar uno la vida entera observando ritos vacíos, sin conocer al Señor, sin escuchar su palabra, sin experiencia de fe.  Páginas enteras del Evangelio adquieren un nuevo significado, más profundo. El mensaje es actual.

2.      El profeta comienza su misión en los últimos años de Jeroboán II (782-753), rey de Israel. A su muerte, tras treinta años de reinado, se manifiesta una profunda crisis social, política y religiosa. Revueltas y asesinatos se suceden. Reyes y sacerdotes siguen el modelo de vida cananeo, olvidan las antiguas tradiciones (la salida de Egipto, la alianza del Sinaí, el paso del Jordán, la promesa de la tierra) y celebran prácticas inmorales como la prostitución sagrada (Nm 25).

3.      De la vida de Oseas sabemos su apellido (hijo de Beerí, que significa pozo), el nombre de su esposa (Gomer), prostituta y adúltera, y el nombre de sus tres hijos, dos niños y una niña (Pediré cuenta, No-compadecida, No-pueblo-mío), hijos de prostitución.  En el fondo de su propio pozo, contempla Oseas el drama conyugal del Señor con su pueblo: “Dijo el Señor a Oseas: Ve, toma una mujer prostituta y ten hijos de prostitución, porque el país está prostituido, alejado del Señor. Fue y tomó a Gomer, que concibió y dio a luz un hijo. El Señor le dijo: Llámalo Yezrael, porque muy pronto pediré cuenta de la sangre de Yezrael”(1,2-4). Yezrael es palacio real, asociado al crimen del rey Ajab contra Nabot (1 Re 21).Ella volvió a concebir y dio a luz una hija. El Señor le dijo: Llámala No-compadecida, porque ya no me compadeceré de Israel ni lo perdonaré... Cuando destetó a No-compadecida, concibió y dio a luz un hijo. El Señor le dijo: Llámalo No-pueblo-mío, porque vosotros no sois mi pueblo y yo no estoy con vosotros”(1,6-9). Es la ruptura de relación. El Dios vivo pide cuenta, retira su compasión, rompe la relación con su pueblo, aleja su presencia.

4.      A pesar de todo, la esperanza de renovación y reunificación no muere: “El número de los israelitas llegará a ser como la arena de la playa, que ni se mide ni se cuenta, y en lugar de llamarlos No-pueblo-mío, los llamarán Hijos de Dios vivo. Se reunirán israelitas con judíos y se nombrarán un solo jefe... Decid a vuestros hermanos: Pueblo-mío, y a vuestras hermanas: Compadecida”(2,1-3). 

5.      Pero las cosas no van por ahí. Las palabras son duras, porque la situación lo es. El Señor pronuncia una fórmula de repudio, que significa la ruptura formal: “¡Pleitead con vuestra madre, pleitead que ella no es mi mujer ni yo soy su marido! ¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios!... No me compadeceré de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Sí, su madre se ha prostituido, se ha deshonrado la que los engendró. Se decía: Me voy con mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi vino y mi aceite”(2,4-7). Los israelitas quieren adorar a la vez al Señor de la historia y a los dioses de la tierra, que les da de comer.

6.      El Señor es un Dios celoso, que dice a su pueblo: “No tendrás otros dioses” (Ex 20,3). El Dios vivo sabe de la fecundidad humana y de la fertilidad de la tierra (Dt 28,4). Si la casa de Israel busca esos bienes recurriendo a otros dioses, el Señor la hará fracasar: “Voy a cerrar su camino con espinos y le voy a poner delante una barrera para que no encuentre sus senderos. Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los encontrará, y dirá: Voy a volver con mi primer marido, porque entonces me iba mejor que ahora. Ella no comprendía que era yo quien le daba el trigo y el vino y el aceite, y oro y plata en abundancia”(Os 2,8-10).

7.      A pesar de la ruptura, el Señor no olvida. Si ella no cambia, tendrá que cambiar él, cambiará de táctica, volviendo a los comienzos del amor: “Por eso voy a seducirla, voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón. Allí le daré sus viñas, y el valle de la desgracia será paso de esperanza. Allí me responderá como en su juventud, como cuando salió de Egipto... Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo en justicia y derecho, en amor y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y conocerás al Señor”  (2,16-22).

8.      En realidad, la tierra está alejada del conocimiento de Dios:Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel: el Señor pone pleito a los habitantes del país, pues no hay fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra, sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre y más sangre”(4,1-2). La denuncia profética se dirige al pueblo y a sus dirigentes religiosos y civiles: “Escuchadlo, sacerdotes; atended, israelitas; casa real, oíd: Es contra vosotros la sentencia”(5,1).

9.      El sacerdote debía ser mediador del conocimiento vivo de Dios, pero es sólo funcionario de ritos vacíos. Vive del pecado ajeno: “Aunque nadie acuse, nadie reprenda; ¡contigo va mi pleito, sacerdote! ...Perece mi pueblo por falta de conocimiento. Porque tú has rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio; te olvidaste de la ley de tu Dios... Se alimentan del pecado de mi pueblo” (4,6-8). Oseas denuncia la idolatría religiosa de Israel (Efraín) y de Judá, del norte y del sur. El culto que se ofrece al Señor no es de recibo: “¿Qué haré de ti, Efraín: qué haré de ti Judá? Vuestra lealtad es nube mañanera, rocío que se evapora al alba. Por eso los maté con las palabras de mi boca; los atravesé con mis profetas”, “porque quiero lealtad, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos (5,4-6), ¡ya pueden ofrecer sacrificios en mi honor...! El Señor no los acepta (8,13), entabla pleito con Israel para pedirle cuenta(12,1).

10.  El profeta denuncia también la idolatría política. En una época de grandes convulsiones, los israelitas buscan la salvación fuera de Dios, en las alianzas con Egipto y Asiria, las grandes potencias militares del momento: “Efraín es ingenua paloma atolondrada: piden ayuda a Egipto, acuden a Asiria; en cuanto acudan echaré sobre ellos mi red y los abatiré como a pájaros, los atraparé en cuanto escuche la bandada (7,11-12), siembran vientos, recogerán tempestades”(8,7).

11.  El profeta, centinela de Dios, es rechazado: “¡El profeta es un necio, un loco el hombre del espíritu!” (9,7).Su mensaje termina con un aviso: “Quien sea sabio que lo entienda, quien sea inteligente que lo comprenda. Los caminos del Señor son llanos, por ellos caminan los justos, en ellos tropiezan los pecadores”(14,10).

12.  El mensaje de Oseas es asumido por Jesús en el evangelio. Quien recibe la palabra de Dios es hijo de Dios (Jn 1,12), quien la rechaza es hijo de prostitución (8,41). La palabra tiene el dramático destino de ser rechazada no sólo por el mundo, sino también en su casa: “El mundo fue hecho por ella y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron”(1,10-11)El diálogo de Jesús con la samaritana tiene lugar junto al pozo de Jacob. El pozo de Jacob remite a los orígenes, a un tiempo en que aún no se había producido la división entre judíos y samaritanos, en que la esposa del Señor aún no se había ido detrás de sus amantes (Os 2,7). Jesús plantea a la samaritana, casada cinco veces, símbolo vivo de su tierra, la cuestión del conocimiento de Dios, es decir, la experiencia de fe como don: Si conocieras el don de Dios... (Jn 4,10).

·         Para la reflexión personal y de grupo: ¿El mensaje de Oseas es actual?, ¿conocemos el don de Dios?