En el principio era la palabra
 

4. EL MENSAJE DE OSEAS

Conocimiento de Dios

  1. El mensaje de Oseas va dirigido a un pueblo, que se dice creyente, pero está prostituido. Y, sin embargo, se le anuncia algo inaudito: Conocerás al Señor (Os 2,22). No es un conocimiento teórico, sino práctico. Se puede pasar uno la vida entera observando ritos vacíos, sin conocer al Señor, sin escuchar su palabra, sin experiencia de fe.  Desde el mensaje de Oseas, páginas enteras del Evangelio adquieren un nuevo significado, un sentido más profundo.

  2. Algunos interrogantes: ¿Cuál es el mensaje de Oseas?, ¿en qué contexto vive?, ¿el mensaje es actual?, ¿hay una religiosidad natural difundida socialmente que sustituye a la experiencia de fe?, ¿se parecen el drama de Oseas y el drama de Dios?, ¿los ritos vacíos están a la orden del día?, ¿es actual la idolatría política?, ¿hay conocimiento de Dios?, ¿existe la enfermedad de Dios?, ¿conocemos el don de Dios?, ¿somos hijos de Dios o hijos de prostitución?

  3. Contexto. Corre el siglo VIII a.C. El profeta comienza su misión en los últimos años de Jeroboán II (782-753), rey de Israel. A su muerte, tras treinta años de reinado, se manifiesta una profunda crisis social, política y religiosa. Revueltas y asesinatos se suceden. Reyes y sacerdotes siguen el modelo de vida cananeo, olvidando las antiguas tradiciones (la salida de Egipto, la alianza del Sinaí, el paso del Jordán, la promesa de la tierra) y celebrando prácticas inmorales como la prostitución sagrada: “No habrá hieródula entre las israelitas, ni hieródulo entre los israelitas” (Dt 23,18). Oseas vive en los últimos años del reino de Norte, antes de la conquista de Samaría por los asirios (año 721) y el correspondiente destierro.

  4. El drama de Oseas. Es hijo de Beerí, que significa “pozo”, tiene esposa y tres hijos, dos niños y una niña, a los que pone nombres simbólicos (Pediré cuenta, No-compadecida, No-pueblo-mío). Al parecer, en el fondo de su propio pozo, contempla Oseas el drama de Dios con su pueblo. Dijo el Señor a Oseas: “Ve, toma una mujer prostituta y ten hijos de prostitución, porque el país está prostituido”. Fue y tomó a Gomer, que concibió y dio a luz un hijo. El Señor le dijo: “Llámalo Yizreel, porque muy pronto pediré cuenta de la sangre de Yizreel”(Os 1,2-4). Yizreel es la llanura de Galilea y también el palacio real asociado al crimen del rey Acab contra Nabot (1 Re 21).El Señor le dijo: “Ve otra vez, ama a una mujer que ama a otro y comete adulterio, como ama el Señor a los hijos de Israel” (Os 3,1). Esta mujer toma parte en los ritos cananeos de la fertilidad, en la prostitución sagrada: “No es un caso aislado, sino que representa típicamente a Israel” (Von Rad, 180). La mujer volvió a concebir y dio a luz una hija. El Señor le dijo: “Llámala No-compadecida, porque ya no me compadeceré de Israel”. La mujer concibió y dio a luz un hijo. El Señor le dijo: “Llámalo No-pueblo-mío, porque vosotros no sois mi pueblo y yo no estoy con vosotros”(1,6-9). El Dios vivo pide cuenta, rompe la relación con su pueblo, retira su presencia.

  5. El primer amor. El Señor es el Dios de Israel “desde Egipto”: “Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo” (Os 11,1). Por medio de Moisés el Señor condujo a su pueblo: “Por un profeta sacó a Israel de Egipto y por un profeta fue guardado” (12,14). Fue el tiempo del primer amor: “Con lazos humanos los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como quien alza un niño hasta su mejilla, me inclinaba hacia él para darle de comer” (11,4). ¡Qué contraste tan grande presenta la situación actual! Israel ha abandonado al Señor como una mujer infiel que va tras sus amantes.

  6. Ruptura formal. Las palabras son duras. El Señor pronuncia una fórmula de repudio, que significa la ruptura formal: “¡Pleitead con vuestra madre, pleitead que ella no es mi mujer ni yo soy su marido! ¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios!”, “no me compadeceré de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Sí, su madre se ha prostituido, se ha deshonrado la que los engendró. Se decía: Me voy con mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi vino y mi aceite”(2,4-7). Los israelitas quieren adorar a la vez al Señor de la historia y a los dioses que les dan de comer.

  7. El conocimiento de Dios. No es algo teórico, designa “una forma especial de sabiduría acerca de Dios, que Israel ha perdido para su desgracia” (Von Rad, 182). Ha perdido la confesión del nombre de Dios, el reconocimiento de la acción de Dios en medio de la historia, la experiencia de Dios en el centro de la vida. El Señor es un Dios celoso que dice a su pueblo: “No tendrás otros dioses” (Ex 20,3). El primer mandamiento es: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón” (Dt 6,5). Se rechaza el primer mandamiento, el amor a Dios. Se rechaza tambiénel segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). En realidad, “no hay fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra, sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia”(Os 4,1-2). La denuncia profética se dirige al pueblo y a sus dirigentes religiosos y civiles: “Escuchadlo, sacerdotes; atended, israelitas; casa real, oíd: Es contra vosotros la sentencia”(5,1).

  8. Cerrando el camino. El Dios vivo sabe de la fecundidad humana y de la fertilidad de la tierra: “Bendito será el fruto de tu vientre, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el parto de tus vacas y las crías de tu rebaño”, “bendita tu cesta y tu artesa” (Dt 28,4-5). Si la casa de Israel busca esos bienes recurriendo a otros dioses, el Señor la hace fracasar: “Voy a cerrar su camino con espinos y le voy a poner delante una barrera para que no encuentre sus senderos. Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los encontrará, y dirá: Voy a volver con mi primer marido, porque entonces me iba mejor que ahora. Ella no comprendía que era yo quien le daba el trigo y el vino y el aceite”(Os 2,8-10). En la experiencia de Pablo, la táctica tuvo su efecto: “Duro te es dar coces contra el aguijón” (Hch 26,4).

  9. Cambio de táctica. Si ella no cambia, tendrá que cambiar él, cambiará de táctica, volviendo a los comienzos del amor: “Por eso voy a seducirla, voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón. Allí le daré sus viñas, y el valle de la desgracia será paso de esperanza. Allí me responderá como en su juventud, como cuando salió de Egipto”. A pesar de todo, el Señor no olvida: “Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo en justicia y derecho, en amor y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y conocerás al Señor”(2,16-22).

  10. Idolatría religiosa. El sacerdote debía ser mediador del conocimiento del Dios vivo, pero es sólo funcionario de ritos vacíos: “Aunque nadie acuse, nadie reprenda; ¡contigo va mi pleito, sacerdote!”, “perece mi pueblo por falta de conocimiento. Porque tú has rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio; te olvidaste de la ley de tu Dios”. Además, viven del pecado ajeno: “Se alimentan del pecado de mi pueblo” (4,6-8). Oseas denuncia la idolatría religiosa de Israel (Efraín) y de Judá. El culto que se ofrece al Señor no es de recibo: “¿Qué haré de ti, Efraín: qué haré de ti Judá? Vuestra lealtad es nube mañanera, rocío que se evapora al alba. Por eso los maté con las palabras de mi boca; los atravesé con mis profetas”, “porque quiero lealtad, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos (5,4-6). ¡Ya pueden ofrecerle sacrificios!, “el Señor no los acepta (8,13), “el Señor tiene un pleito contraIsrael, pide cuentas a Jacob de su conducta”(12,3).

  11. Idolatría política. El profeta denuncia también la idolatría política. En una época de grandes convulsiones, los israelitas buscan la salvación fuera de Dios, en las alianzas con Egipto y Asiria, las grandes potencias militares del momento: “Efraín es ingenua paloma atolondrada: piden ayuda a Egipto, acuden a Asiria; en cuanto acudan echaré sobre ellos mi red y los abatiré como a pájaros, los atraparé en cuanto escuche la bandada” (7,11-12), “siembran vientos, recogerán tempestades”(8,7). La ruina es inevitable: “Encerrada está la culpa de Efraím, bien guardado su pecado. Dolores de parturienta le asaltan, pero él es un hijo necio que no se presenta a tiempo por donde rompen los hijos” (13,12-13).

  12. Una fe purulenta. La fe del pueblo no es sana, es enfermiza. El pueblo está enfermo a causa de Dios, que se le ha asentado en el cuerpo como una postema, como pus que supura: “Yo soy como pus para Efraín, y como carcoma para la casa de Judá. Pero cuando Efraín vio su enfermedad y Judá su úlcera, entonces Efraín se dirigió a Asiria y envió un mensaje al gran rey, pero este no puede sanaros ni curar vuestra llaga” (5,12-13). Teniendo esa enfermedad, ni cambian ni pueden cambiar: “Sus acciones los encadenan” (7,2). No hay remedio: “Largo tiempo estarán los israelitas sin rey, sin jefes, sin sacrificios”, aunque “después volverán los hijos de Israel; buscarán al Señor, su Dios” (3,4-5).

  13. El día de la cuenta. A veces el profeta habla de una catástrofe originada por los enemigos: “Israel ha rechazado el bien, el enemigo le perseguirá” (8,3), “habéis arado maldad, injusticia habéis segado, habéis comido fruto de mentira. Por haber confiado en tus carros, en la multitud de tus valientes, tumulto de guerra se alzará en tu pueblo y todas tus fortalezas serán devastadas” (10,13-14). Otras veces el profeta habla de una deportación inminente: “No habitarán en la tierra del Señor. Efraín regresará a Egipto, y en Asiria comerán alimentos impuros” (9,3), “volverán a la tierra de Egipto y Asiria será su rey, ya que rehusaron convertirse” (11,5). Para Israel “han llegado los días de rendir cuentas”. Mientras tanto, el profeta es rechazado. Dicen de él: “¡El profeta es un necio, un loco el hombre del espíritu!”. El profeta es centinela de Dios:“Vigila a Efraín, con mi Dios, el profeta”. Sin embargo, “lazos se le tienden en todos sus caminos, hostilidad en la casa de su Dios. Han llegado al fondo de su corrupción” (9,7-9).

  14. Esperanza, misericordia, aviso. A pesar de todo, sea para quien sea, hay esperanza: “¿Cómo voy a dejarte, Efraín?, ¿cómo abandonarte, Israel?”, “mi corazón está perturbado, se conmueven mis entrañas. No daré curso al ardor de mi cólera, no destruiré más a Efraín, pues yo soy Dios, no hombre, el Santo en medio de ti” (11,8-9). Hay esperanza para quien las busque: “El número de los israelitas llegará a ser como la arena de la playa, que ni se mide ni se cuenta, y en lugar de llamarlos No-pueblo-mío, los llamarán Hijos de Dios vivo. Se reunirán israelitas con judíos y se nombrarán un solo jefe”, “decid a vuestros hermanos: Pueblo-mío, y a vuestras hermanas: Compadecida”(2,1-3).Dios amará a Israel e Israel florecerá: “Seré como rocío para Israel; él florecerá como el lirio, y echará raíces como el Líbano”, “yo soy como un ciprés siempre verde; y gracias a mí se halla fruto” (14,5-8).Elmensaje de Oseas termina con este aviso: “Quien sea sabio que lo entienda, quien sea inteligente que lo comprenda. Los caminos del Señor son llanos, por ellos caminan los justos, en ellos tropiezan los pecadores”(14,10).

  15. El don de Dios. El mensaje de Oseas es asumido por Jesús en el evangelio. Quien recibe la palabra de Dios es hijo de Dios (Jn 1,12), quien la rechaza es hijo de prostitución (8,41). La palabra tiene el dramático destino de ser rechazada no sólo por el mundo, sino también en su casa: “El mundo fue hecho por ella y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron”(1,10-11).El diálogo de Jesús con la samaritana tiene lugar junto al pozo de Jacob. El pozo de Jacob remite a los orígenes, a un tiempo en que aún no se había producido la división entre judíos y samaritanos, en que la esposa del Señor aún no se había ido detrás de sus amantes (Os 2,7). Jesús plantea a la samaritana, casada cinco veces, símbolo vivo de su tierra, la cuestión del conocimiento de Dios, es decir, la experiencia de fe como don: Si conocieras el don de Dios... (Jn 4,10).

 

  • Diálogo: ¿El mensaje de Oseas es actual?, ¿se sustituye la experiencia de fe por una religiosidad natural socialmente difundida?, ¿conocemos el don de Dios?, ¿somos hijos de Dios o hijos de prostitución?