En el principio era la palabra
 

31. EL ABISMO SOCIAL

El mundo va mal

1. Según el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 1.200 millones de personas viven con 1’25 dólares al día y hay 200 millones de personas sin empleo, 30 millones más desde que empezó la crisis. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el brote de ébola causa en Africa occidental 9.191 infectados, de los cuales 4.546 han muerto. La corrupción pervierte el sistema democrático y debilita la confianza de la sociedad en sus representantes públicos. Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), más de 3.000 inmigrantes han muerto en lo que va de 2014 tratando de cruzar el mar Mediterráneo. Es el año más mortífero. Al propio tiempo se constata la espiral de la violencia, que se hace incluso en nombre de Dios. Algunos interrogantes: ¿puede el mundo cambiar?, ¿hay esperanza?, ¿qué podemos hacer?

2. El mundo va mal, de calamidad en calamidad. En una reunión que tuvo lugar en Roma en junio de 2002, la FAO pidió formalmente a los países ricos la constitución de un fondo extraordinario para erradicar el hambre en el mundo: 50.000 millones de dólares al año. Los países ricos dijeron que no tenían recursos. Sin embargo, nueve meses más tarde, en marzo de 2003, hubo cuatro veces más para financiar la guerra de Irak. La película "El séptimo sello" (Bergman, 1957) se sitúa a mediados del siglo XIV. Tras diez años de inútiles combates en las Cruzadas, el caballero cristiano regresa de Tierra Santa, cansado y deprimido. Ha cruzado tierras devastadas por la peste negra que asola Europa. En el camino se encuentra con la Muerte que lo reclama. Juega con ella una partida de ajedrez para ganar tiempo y con la esperanza de obtener de ella respuesta a las grandes cuestiones de la vida. ¿Y no ha hecho el mundo grandes avances? Ciertamente, pero es el primer mundo. El abismo social Norte-Sur permanece. El  mundo va de guerra en guerra, de hambre en hambre, de enfermedad en enfermedad, de muerte en muerte.

3. La visión está en el Apocalipsis. Cuando el cordero abrió el primer sello, había un caballo blanco: "el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor". Cuando abrió el segundo sello, salió un caballo rojo: "al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros". Cuando abrió el tercer sello, había un caballo negro: "el que lo montaba tenía en la mano una balanza, y oí como una voz...que decía: Un litro de trigo por denario, tres litros de cebada por un denario". Cuando abrió el cuarto sello, había un caballo amarillo: "el que lo montaba se llamaba Muerte" (Ap 6,1-8; Za 1,8-10 y 4,1-3; Lv 26,21-26; Ez 14,21; Mt 24,6-14). El caballo blanco evoca los ejércitos persas con su arma peculiar, el arco. El caballo rojo evoca guerras y revoluciones. El caballo negro simboliza el hambre: artículos racionados y precios desorbitados. El caballo amarillo evoca el cadáver que se descompone: la peste, la muerte.

4. Jesús lo dice de forma más breve: "Oiréis también hablar de guerras y de rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin. Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos. Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento. Entonces os entregarán a la tortura y os matarán y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre...El que persevere hasta el fin, ese se salvará. Se proclamará esta buena nueva del reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones" (Mt 24,5-14), "cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que se acerca su desolación" (Lc 21,20), "no pasará esta generación hasta que todo esto suceda" (21,32). En medio del viejo mundo, que va mal, está naciendo un mundo nuevo, con dolores de parto.

5. "Pobres tendréis siempre entre vosotros" (Jn 12,8), dice Jesús. Parece una constante histórica. En la parábola del pobre Lázaro (Lc 16,19-29) Jesús denuncia el abismo social que separa a ricos y pobres. En la parábola del dinero injusto (Lc 16,1-15) invita a compartirlo. Las dos parábolas son complementarias. ¿Las entendemos? Las parábolas revelan cosas ocultas, "lo que estaba oculto desde la creación del mundo" (Mt 13,35).

6. En la parábola del pobre Lázaro (Lc 16,19-29) Jesús denuncia el abismo social que  separa a ricos y pobres: "Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días grandes fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico”, “hasta los perros venían y le lamían las llagas". "Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado". Muere el pobre y va a reunirse con sus padres (Gn 15,15). Como dice Jesús, se sienta "a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos" (Mt 8,11). Muere el rico y de él se dice sin más que es sepultado. Es decir, se queda abajo, en la muerte, en la fosa (en hebreo, "sheol"; en griego, "hades"; en latín, "inferi", lo que está debajo).

7. "Estando en el hades, entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: Padre Abraham, ten compasión de mi y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros". El rico presenta su condición de "hijo de Abraham" (Lc 3,8), pero no le sirve. El abismo simboliza la distancia que separa a unos y otros.

8. El rico replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento. Le dijo Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan. El dijo: No, padre Abraham, sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán. Le contestó: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convertirán, aunque resucite un muerto".

9. ¿Qué dice Moisés? "No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No vejarás a la viuda ni al huérfano. Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor", "si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré" (Ex 22, 20-26).

10. ¿Qué dicen los profetas? Los profetas denuncian las diferencias escandalosas entre ricos y pobres, la opresión que sufren los débiles, la rapacidad de los poderosos. El verdadero ayuno es "abrir las prisiones injustas", "dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne" (Is 58, 6-7). La confianza en la religión oficial de nada sirve: "¡Creéis alejar el día funesto, y hacéis que se acerque un estado de violencia!" (Am 6,1-3).

11. En la parábola tanto el rico como Lázaro aparecen vivos, resucitados. La situación en la que ambos están es definitiva: “el seno de Abraham” (el reino de los cielos) en el caso del pobre, “el infierno” (el reino de la muerte) en el caso del rico. La de este es "una resurrección de juicio" (Jn 5,29). Obviamente, la resignación predicada a los pobres no es una buena aplicación de la parábola. Tampoco lo es el miedo al infierno, aplicado a pobres y ricos.

12. Jesús reclama justicia social. La parábola del mal administrador, llamada también del dinero injusto (Lc 16,1-15), presenta dos figuras clave: el dueño y el administrador. Al dueño le llega la denuncia de que el administrador derrocha sus bienes.  El despido es inevitable. El administrador se puso a echar cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo para que haya alguien que me reciba en su casa? Y empezó a hacer rebajas a los deudores de su amo. ¿Debes cien barriles de aceite? Escribe cincuenta. ¿Debes cien fanegas de trigo? Escribe ochenta. “El amo alabó al administrador injusto por la astucia con que había procedido, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz". Pero ¿cómo es posible que el amo alabe al administrador?

13. Se enfrentan aquí el juicio del mundo y el juicio del Evangelio. Jesús plantea al discípulo si ante el dinero se sitúa como dueño o como administrador, si es un mal administrador y si tiene un dinero injusto que no es suyo sino de otro. Por eso dice: "Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”. Al morir, el dinero se queda aquí. También dice: “Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos" (Lc 12,33). Es una invitación a compartir los bienes. Hemos de dar en buena gestión lo que supera la propia necesidad (ver 1 Tm 6,8). Al final, Jesús señala la opción: "No podéis servir a Dios y al dinero". Los fariseos, “amigos del dinero”, oyendo estas cosas se burlaban de él.

14. El dinero (en arameo, "mamon") es un dios falso e injusto, un amo insaciable: ahoga la palabra de Dios (Mt 13, 22), hace olvidar su soberanía (Lc 12, 15-21), impide a los ricos entrar en el reino de Dios: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios". Los propios discípulos se preguntan: "Entonces ¿quién puede salvarse?". Dice Jesús: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todo es posible para Dios" (Mc 10,25-27).

15. Pedro alega: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Dice Jesús: "Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones, y en el mundo venidero vida eterna" (10,28-30). Dice también: "No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro padre le ha parecido bien daros a vosotros el reino. Vended vuestros bienes y dar limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos" (Lc 12,33). El Evangelio nos invita a dar señales claras de que nuestro dios no es el dinero (ver Mt 6,24). Una comunidad viva salva abismos sociales, comparte los bienes (Hch 4,32).

16. La inspiración conciliar vuelve a las fuentes: "Habiendo como hay tantos oprimidos actualmente por el hambre en el mundo, el sagrado Concilio urge a todos, particulares o autoridades, acordándose de aquella frase de los Padres: Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas, según las propias posibilidades comuniquen y ofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como pueblos, a que puedan ayudarse y desarrollarse por sí mismos" (GS 69). "No es parte de tus bienes -dice San Ambrosio- lo que tú das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no sólo para los ricos" (Pablo VI, Populorum progressio, 23).

17. Hay que superar las grandes desigualdades sociales: "Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario, algunos, aun en los países menos desarrollados, viven en la opulencia o malgastan sin consideración" (GS 63), "para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existen hoy y frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales" (GS 66).

18. Destino universal de los bienes: "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos", "sean cuales sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás" (GS 69).

* Diálogo: ¿Puede el mundo cambiar?, ¿hay esperanza?, ¿qué podemos hacer?, ¿entendemos las parábolas?, ¿es posible superar abismos sociales?, ¿hacemos amigos con el dinero injusto?, ¿compartimos?, ¿optamos por el mundo nuevo que está naciendo con dolores de parto?