En el principio era la palabra
 
38. AMAD A VUESTROS ENEMIGOS
No sólo no matarás
1.   El Dios vivo, que actúa en la historia, defiende la vida de cada ser humano: "No matarás" (Dt 5, 17). Jesús proclama el mandamiento de Dios, pero va más allá: Amad a vuestros enemigos (Mt 5,44), no sólo no matarás. ¿Qué supone esto?, ¿es posible amar al enemigo?, ¿cómo?
2.    Es una vieja práctica, al enemigo se le hace la “guerra de conquista”, la “guerra santa” o la “cruzada”: “Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le propondrás la paz. Si ella te responde con la paz y te abre sus puertas, todo el pueblo que se encuentra en ella te deberá tributo y te servirá. Pero si no hace la paz contigo y te declara la guerra, la sitiarás. El Señor tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de espada a todos sus varones, las mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, lo tomarás como botín” (Dt 20, 10-14).
3.    Matatías (+165 a.C.), el padre de los macabeos, declara la “guerra santa” a los opresores: “Todo aquel que sienta celo por la ley y mantenga la alianza, que me siga. Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas” (Mac 2,27-28). La comunidad de Qumrán ordena “amar a los hijos de la luz” y “odiar a los hijos de las tinieblas” (1QS I, 9-10), y espera la eliminación del adversario: “Se acabará el dominio de los Kittim (los opresores), siendo abatida la impiedad sin que quede un resto, y no habrá escape para los hijos de las tinieblas” (4Q496 I, 6-7). En la foto, cuevas de Qumrán.
4.    Los zelotes, partidarios de la “guerra santa”, no encuentran en Jesús palabras de apoyo, sino de crítica: entregan a los suyos a ser degollados por los romanos, como les sucedió a aquellos galileos (Lc 13,3); ven venir al lobo y huyen; son asalariados a quienes no importan las ovejas; son ladrones y salteadores, roban, matan y destruyen (Jn 10,8-13; Is 11,6; 65,25). Jesús, el profeta galileo (Mt 21,11), no quiere que se le confunda con los que han venido delante de él, es el buen pastor, no mata, da su vida por las ovejas (Jn 10,8-11), es mesías bajo la figura del siervo (Is 42, 1-7), pasa curando (Hch 10, 38). Muchos esperan otro mesías (Jn 6,15), uno que se imponga por la fuerza: “se volvieron atrás y ya no andaban con él” (6, 66).
5.    Jesús anuncia la justicia del reino de Dios: "Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno insulta a su hermano, tendrá que comparecer ante el consejo, y si lo llama renegado, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5, 21-24). Jesús pone el ejemplo de la ofensa personal. Amar es pedir perdón, reconciliarse.
6.    Es preciso romper el círculo de la violencia: "Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al que te pegue en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida, da, y al que desee que le prestes algo, no le vuelvas la espalda" (Mt 5, 38-42). Son algunos ejemplos, algunas pistas concretas. La regla de oro es ésta: “Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros a ellos” (7,12).
7.    Jesús anuncia una justicia mayor que la de los escribas y fariseos: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?" (Mt 5, 43-47). De nuevo, Jesús da unas pistas concretas, como rezar o saludar. El enemigo puede encontrarse en la propia familia: “Enemigos de cada cual serán los de su casa” (10, 36).
8.    El Evangelio no impide la defensa del propio derecho, aconseja buscar un acuerdo antes de llegar a un pleito (Mt 5, 25); no condena la legítima defensa, Pedro lleva espada, pero Jesús renuncia a ella: “El que a hierro mata, a hierro muere” (26, 52). El Evangelio es buena noticia para los pobres (Lc 6, 20) y mala noticia para los ricos (6,24), Jesús llama zorro a Herodes (13,12), denuncia el templo como “cueva de bandidos” (Mc 11,17), interpela al que le pega (Jn 18, 23), es condenado a muerte por el orden establecido (19,16), luego no pertenece a ese orden. Jesús anuncia la justicia del reino de Dios y denuncia la injusticia establecida. Por ello fue crucificado.
9.    Jesús “es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad” (Ef  2, 14; Ez 37, 15-19), "bendecid a los que os persiguen”, “no devolváis a nadie mal por mal, procurando el bien ante todos los hombres; en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres, no tomando la justicia por vuestra cuenta”, “dejad lugar a la cólera" (Rm 12, 14-19). La conversión, anunciada por Juan, preserva de “la ira que viene” (Lc 3, 7-8). “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Rm 12, 20-21).
10.    La Guerra Civil española fue presentada como una “cruzada por Dios y por España” (cardenal Pla y Deniel). Sin embargo, fue una “locura”. Se dice en el salmo 85, “Dios anuncia la paz, con tal de que a su locura no retornen”. Es un hecho histórico: “Comenzó la sublevación por el procedimiento de liquidar físicamente a los enemigos. Y la respuesta fue del mismo género” (Tuñón de Lara). La Iglesia debe revisar su posición en esa guerra fratricida, “guerra entre los hijos del mismo pueblo” (Pío XI), ciertamente “gran tribulación” (Ap 7, 14; ver la catequesis Memoria histórica).
11.    El Concilio Vaticano II denuncia los atentados contra la vida humana: "homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado”, “las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena”, “las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes" (GS 27).
12.    El Catecismo de la Iglesia Católica admite la pena de muerte, "si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas" (nº 2266). La Conferencia de Amnistía Internacional (Estocolmo, 11-12-1977) denuncia la pena de muerte como "castigo definitivo, cruel, inhumano y degradante, que viola el derecho a la vida". España es uno de los países (55) que derogan la pena capital (25-4-1995). En Estados Unidos 31 estados la conservan. Según Francisco, la Iglesia “rechaza con firmeza la pena de muerte” (AL, 83).
13.     El que ama a su enemigo aspira a convertirle en amigo. En esta actitud Dios va por delante: "Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios" (Rm 5, 10). La norma suprema es el amor (1 Co 13, 4-7), Dios es amor (Sal 103). Quien ama,  pasa de la muerte a la vida: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino” (1 Jn 3,14-15), "el amor es de Dios" (4,7), “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5).
* Diálogo: ¿Es posible amar al enemigo?, ¿cómo?, ¿es necesario?