En el principio era la palabra
 
42. DE LA CREACION A LA NUEVA CREACION
Con dolores de parto

1. De la experiencia de fe nace una nueva visión del mundo, de este mundo que va de la creación a la nueva creación. En la experiencia presente de fe vivimos el mundo y la vida como don de Dios, el pasado como don de Dios, y vivimos el futuro con esperanza. La palabra de Dios no sólo ilumina el pasado, sino también el futuro del hombre y del mundo.
2. En la historia de Israel la vida nómada, que precede a la instalación en la tierra de Canaán, encierra un significado profundo. La vida nómada es símbolo de la condición humana. En el fondo, estamos en situación de éxodo, somos caminantes. La palabra de Dios nos invita a permanecer nómadas de corazón. "soy forastero sobre la tierra" (Sal 118,19). Esta actitud nos hace disponibles a seguir el camino que Dios nos propone.
3. La Biblia no ofrece una especulación sobre el origen del mundo. Desde la experiencia de Dios que actúa en la historia, desde la confesión de Dios como Señor de la historia, se pasa a la confesión de Dios como Señor de la creación. El mundo es don de Dios, encomendado al hombre y motivo de alabanza: "Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra" (Sal 8).
4. Asimismo, la Biblia tampoco ofrece una especulación sobre el futuro del mundo. Desde la experiencia presente de fe, el creyente vive el futuro con esperanza. El Dios que actuó en el pasado volverá a actuar en el futuro. El Dios vivo abre un camino donde no lo hay: en el mar, en el desierto, en la muerte. En Cristo el mundo y el hombre encuentran su consistencia y esperanza: "Todo tiene en él su consistencia" (Col 1,17), "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12).
5. La experiencia de fe cambia la visión del mundo y de la vida que pudiera tenerse, no desde la especulación, sino desde la conversión. El cambio de mentalidad que supone la conversión afecta a toda la personalidad humana, no sólo a la razón. Esto implica que el hombre teórico, el hombre de la razón pura, realiza un profundo cambio de perspectiva cuando descubre la experiencia de fe. Tal visión le viene dada en la medida en que el hombre se vuelve a Dios con todo el corazón (Dt 6,4; Mt 22,37).
6. Quien se encuentra con Cristo es un hombre nuevo, una criatura nueva, "una nueva creación" (2 Co 5,17). Quien se encuentra con Cristo, cambia de modo radical, invierte su jerarquía de valores, se conmueven los cimientos de su mundo. Pablo así lo experimenta: "no vivo yo, es Cristo quien vive en mi" (Ga 2,20), "lo que era para mi ganancia, lo he juzgado perdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe" (Flp 3,7-9).
7. En la experiencia de fe vivimos lo ocurrido en Cristo como una renovación del universo, como una nueva creación. La acción providencial que Dios realiza en Cristo conduce al mundo desde una creación a otra. Cristo está en el corazón del mundo y de la historia, en El se recapitulan todas cosas: "Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas" (Col 1,20). Cristo es "el primero y el último, el que vive" (Ap 1,17), la esperanza del mundo y de la historia. Cristo "manifiesta plenamente el hombre al propio hombre" (GS 22).
8. Como dice San Pablo, la nueva creación está naciendo con dolores de parto, la creación está sometida a la vanidad y a la servidumbre de la corrupción y, desde lo más profundo, anhela ser liberada juntamente con el hombre: "La ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquél que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella, también nosotros, que poseemos las primicias del espíritu, gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo" (Rm 8, 19-23).