En el principio era la palabra
 

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El sepulcro vacío

1. Tras la muerte de Cristo, "al tercer día", los discípulos descubren con gran sorpresa que el sepulcro está vacío. De suyo, este hecho no basta para afirmar que Cristo vive. Puede explicarse de otro modo. Como dice María Magdalena: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto" (Jn 20,2). En realidad, son las señales que comienzan a producirse (Mc 16,20; Hch 1,3) las que manifiestan a los discípulos que ha resucitado. Unos treinta años después, Pablo recuerda a la comunidad de Corinto el mensaje fundamental del Evangelio: "que Cristo murió por los pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras, que se apareció"(ver 1 Co 15,3-8). Ahora bien, ¿qué sucedió con el cuerpo de Jesús?

2. José de Arimatea, miembro del Sanedrín (Mt 15,43) que no había asentido al consejo y proceder de los demás (Lc 23,51) y que era discípulo de Jesús (Mt 27,57), aunque en secreto por miedo a los judíos (Jn 19,38), "tuvo la valentía de entrar donde Pilatos y pedirle el cuerpo de Jesús" (Mc 15,43). Informado por el centurión de que efectivamente había muerto (Mc 15,44), Pilatos dio orden de que se le entregase (Mt 27,57). José de Arimatea quería dar una sepultura digna al Señor: "Tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro" (Mt 27,59-61). Fue también Nicodemo con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras: "Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas" (Jn 19,40).

3. El día después, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilatos y le dijeron: "Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando vivía: A los tres días resucitaré. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos lo roben y digan luego al pueblo: Resucitó de entre los muertos, y la última impostura sea peor que la primera". Pilatos les dijo: "Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis". Ellos fueron y aseguraron el sepulcro (Mt 27,62-66). Por tanto, el sepulcro y el cuerpo de Jesús quedan bajo el control del Sanedrín y de su guardia.

4. Al día siguiente, "al tercer día" (ver Mt 20,19), las mujeres fueron al sepulcro a embalsamar el cuerpo de Jesús: "Encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea" (Lc 24,1-6). Marcos habla de "un joven sentado en el lado derecho vestido con una túnica blanca" (Mc 16,5; ver 9,3).

5. Mateo dice que un ángel del Señor hizo rodar la piedra: "De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella" (Mt 28,2). Lo hace con fuerza, con rapidez, con autoridad. Está transfigurado: "su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve" (28,3; ver 17,2). Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos (28,4). El ángel dijo a las mujeres: "Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús el Crucificado, no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora, id enseguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis" (28,5-7).

6. Juan lo dice así: "El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos donde lo han puesto" (Jn 20,1-2). Juan, que había vivido la muerte de Lázaro y su presencia nueva (resucitada), comienza a ver señales: la piedra está quitada, las vendas en el suelo (desatadas) y el sudario plegado en un lugar aparte (20,7). El discípulo "vio y creyó" (20,8). Además, está la palabra de "dos ángeles de blanco" (20,12-13) y del mismo Jesús (20,14-17) a María Magdalena. Y todo sucede "al tercer día", como había anunciado.

7. Algunos de la guardia fueron a contar a los sumos sacerdotes lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: "Decid: Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos. Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones". Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos (ver Mt 28,11-15).

8. Para los caminantes de Emaús todo había terminado: "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días, desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar el cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron" (Lc 24,24). Los de Emaús todavía eran necios y torpes de corazón (24,25).

9. Entonces, ¿qué pasó con el cuerpo de Jesús? Probablemente, como sucedió en otros casos (por ejemplo, con Elías, 2 R 2,11-12; ver Lc 9,51), la Jerusalén que mata a los profetas (Mt 23,37) le hizo desaparecer, sin dejar rastro. De este modo, se le quitaba un punto de referencia al movimiento profético de Jesús, condenado y crucificado como rebelde político (Lc 23,38). Le quitaron el sudario y las vendas. Se les acusó a los discípulos de haber robado el cuerpo. Quizá el hecho de que la tumba estuviera vacía tuvo el efecto positivo de evitar la fijación de los discípulos en el sepulcro, abriéndoles a las señales de la presencia nueva, resucitada, de Jesús. No tenían que buscarle "entre los muertos", cuando podían ser testigos de que realmente vivía.

10. Fue hace años. La BBC emitía un programa sensacional: “Los arqueólogos encuentran el sepulcro de Jesús”, decía Cristina Frade, corresponsal en Londres del diario El Mundo (1-4-1996). El descubrimiento fue accidental: “tres osarios de arcilla con los nombres de Jesús, María y José”, “en 1980 las urnas fueron rescatadas de la voracidad de las excavadoras que preparaban un terreno para la construcción de un bloque de apartamentos en Talpiot, un suburbio del sur de Jerusalén”, “un arqueólogo certificó que en el lugar de la obra se encontraba una tumba familiar del siglo I de Cristo y catalogó sin mucho interés seis osarios vacíos, antes de entregarlos a las autoridades”.

Durante años, las urnas acumularon polvo en las estanterías de un archivo arqueológico de la ciudad, hasta que Chris Mann, un reportero británico especializado en programas religiosos, reparó en ellos por casualidad durante el rodaje de un documental: “Gracias a un catálogo, dio con un sencillo cofre de arcilla, de 65 centímetros de largo, 25 de ancho y 30 de alto, con una inscripción en hebreo que rezaba: Jesús, hijo de José. Para su sorpresa, en la misma estantería del archivo encontró otros cinco osarios que exhibían nombres tan significativos para los cristianos como José, María, Mateo y Judas, también en hebreo, y otra María, posiblemente María Magdalena, escrito en griego”. ¿Simple coincidencia o descubrimiento revolucionario?

11. En cuanto a la otra María, los productores del programa dicen: “posiblemente María Magdalena”. Puede ser, pero también puede ser el toque sensacionalista del programa, que de algún modo sugiere la pregunta: ¿Estuvo casado Jesús? En realidad, otra María también puede ser “la hermana de su madre, María, mujer de Clopás” (Jn 19,25), la madre de los Zebedeos, o “María, la madre de Santiago y de José” (Mt 27,56; Mc 15,40). Todo indica que Jesús renuncia a una vida conyugal “por el reino de los cielos” (Mt 19,12). Los evangelios hablan de la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,19-31). Por tanto, Pedro estuvo casado. Sin embargo, Pablo no (1 Co 7,7); sobre esto, dice, “no tengo palabra del Señor (7,25), es una opción libre.  María Magdalena pertenece al grupo de mujeres que acompañan a Jesús y le sirven con sus bienes (Lc 8,1-3). Ella tiene la primera experiencia del Resucitado (Jn 20,11-18). Por ello ha sido considerada “apóstol de los apóstoles”. Se puede decir que tiene una especial relación con Jesús.

12. Pues bien, la mayoría de los arqueólogos e historiadores comentan que “todos los nombres inscritos en los cofres de arcilla eran comunes en tiempos de Cristo”, pero reconocen que “el hecho de que los seis estuvieran juntos no deja de ser asombroso”. Según el arqueólogo Joe Zias, experto de la Autoridad Israelí para las Antigüedades, “la combinación de nombres es impresionante. Si no se hubieran encontrado en una tumba, hubiera dicho que eran una falsificación al cien por cien, pero proceden de un contexto arqueológico muy bueno y que ha permanecido intacto”. Los osarios hallados no contienen huesos, pues han sido saqueados a lo largo de los siglos. Las pruebas “no son concluyentes”, admiten los productores del programa, pero destacan “como más que una coincidencia el que encajen de una forma tan precisa las fechas, la localización y los nombres”.

13. Como queda dicho, probablemente la Jerusalén que mata a los profetas le hizo desaparecer, sin dejar rastro. Anuló lo que hizo José de Arimatea, dar una sepultura digna a Jesús, y lo enterró en una fosa común, sin dignidad, como a un perro. El historiador romano Tácito afirma que “los condenados a muerte, además de la confiscación de bienes, eran privados de sepultura” (Anales, VI, 35). Quizá alguien vio dónde lo pusieron y facilitó después la recuperación de sus huesos. En nuestra “memoria histórica” tenemos muchos ejemplos semejantes.

14. Decía la corresponsal: “El hallazgo cuestiona el dogma de la Resurrección”. No estamos de acuerdo con esta conclusión. La resurrección de Cristo no es la reanimación del cadáver, como tampoco lo es la nuestra. Como dice Pablo, “él transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso, como el suyo” (Flp 3,21). Es un nuevo modo de presencia: “los muertos resucitan”, dice Jesús, “son como ángeles”, “son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección”, Dios “no es un Dios de muertos sino de vivos, porque para él todos viven” (Lc 20, 36-38).

15. Quienes conciben la vida futura más allá de la muerte como la reanimación del cadáver, lógicamente dejan para el final de la historia la buena noticia del Evangelio de que los muertos resucitan. Sin embargo, la muerte de Cristo o la nuestra es un paso, sólo un paso, "de este mundo al padre" (Jn 13,1). Esto vale también para nosotros: "En la casa de mi padre hay muchas moradas, si no, os lo habría dicho, porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros" (14,2-3).

16. Para responder a la pregunta de cómo resucitan los muertos, Pablo utiliza la comparación del grano de trigo que se siembra (Jn 12,24): "Lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar”, “se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual" (1 Co 15,37-44). Utiliza también la comparación de la casa (Jn 14,2): "Aunque se desmorone la morada terrestre en que acampamos, sabemos que Dios nos prepara una casa eterna en el cielo, no construida por mano humana" (2 Co 5,1). Sea como sea, para Pablo el cuerpo resucitado es un "cuerpo peculiar", un "cuerpo espiritual", una "casa construida por Dios".

 

* Diálogo: ¿Cómo nos situamos nosotros ante el sepulcro vacío de Jesús?