Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán (Jr 7,23-28). ¡Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón (Sal 95). El que no está conmigo está contra mi; el que no recoge conmigo desparrama (Lc 11,14-23).

Discernimiento sobre El secreto todavía ocultado. Glorifica al Señor, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti (Sal 147). Oración por Hipólito, padre de Marta. Me rodeaban como avispas, en el nombre del Señor los rechacé. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Cerrad la procesión, ramos en mano (Sal 118). Guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos (Dt 4,1-9).

Oración por Juan, padre de Antonio Alarcón. Acuérdate de mi con misericordia, por tu bondad, Señor (Sal 25).

a href='https://eclesalia.wordpress.com/2012/03/12/comunicado-ante-la-nueva-reforma-laboral/'> Comunicado de la JOC y de la HOAC ante la nueva reforma laboral. Lamento del levita desterrado. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad (Sal 42-43). Lo que sale del corazón (Mc 7,14-23).

Que el Señor nos construya la casa. Presentación de Gabriela, hija de Paula y Jorge. Las palabras de la ley (Ex 20,1-17). La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma (Sal 19). Anunciamos a Cristo crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Co 1,22-25). Expulsión de los mercaderes (Jn 2,13-25).

Día internacional de la mujer trabajadora. Los dos caminos (Sal 1). Había un hombre rico que se vestía de púrpura y banqueteaba espléndidamente cada día (Lc 16,19-31). Del Señor ha salido este asunto (Gn 24).

Maquinaciones contra Jeremías (Jr 18,18-20). En tu mano están mis azares (Sal 31). La aspiración de la madre. El que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro servidor (Mt 20,17-28). Padre de huérfanos y protector de viudas es Dios en su santa morada (Sal 68).

Se llamará Isaac. Echad vuestras redes. Un modo de vida más humano. Espiritualidad y depresión.

Acoger a un niño es una experiencia extraordinaria (Qué). Señal de Jani, asociada para evangelizar.

El amor no pasa nunca (1 Co 13,8). No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada (Gn 22,1-18).