En el principio era la palabra
 

AMORIS LAETITIA
Discernimiento


La exhortación Amoris Laetitia (AL), la alegría del amor, recoge las aportaciones de los sínodos sobre la familia (2014 y 2015), “agregando otras consideraciones” (4). En sus nueve capítulos, asume la realidad de las familias, la contempla a la luz de la palabra de Dios y da unas orientaciones pastorales. Por nuestra parte, seleccionamos aquellos aspectos de la misma que pueden tener especial interés y hacemos algunos comentarios que pueden facilitar el oportuno y necesario discernimiento. La exhortación, como puede comprobarse, ha suscitado reacciones muy distintas.

De entrada, nos hacemos algunos interrogantes: ¿se presenta fielmente la posición de Jesús sobre el matrimonio?, ¿se censuran textos pertinentes de Jesús como si fueran impertinentes?, ¿se observa una ambigüedad que pretende contentar a unos y a otros?, ¿se deshace la ambigüedad?, ¿qué modelo de Iglesia aparece?, ¿una Iglesia de cristiandad, que aspira a conservarse?, ¿una Iglesia que se sitúa como comunidad en medio de una sociedad plural desde el punto de vista religioso?, ¿se da una acomodación al mundo presente?, ¿se cede ante la presión de la cultura dominante? 

1. REALIDAD DE LAS FAMILIAS

AL: Luces y sombras. “Individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares” (33), “el ideal matrimonial, con un compromiso de exclusividad y de estabilidad, termina siendo arrasado por las conveniencias circunstanciales o por los caprichos de la sensibilidad”  (34), la decadencia cultural que no promueve el amor y la entrega, “la cultura de lo provisorio”, “la velocidad con la que las personas pasan de una relación afectiva a otra” (39), “muchos jóvenes a menudo son llevados a posponer la boda por problemas de tipo económico, laboral o de estudio”,  “la influencia de las ideologías que desvalorizan el matrimonio y la familia”, “la experiencia del fracaso de otras parejas a la cual ellos no quieren exponerse”, “el rechazo de todo lo que es concebido como institucional o burocrático” (40),“los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana” (41), “con frecuencia presentamos el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación” (36).

* Comentario: Se recoge el aspecto amoroso del matrimonio que no aparecía en la Relación del Sínodo (RS2015 42).

AL: Para muchos el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio no ha sido un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús: “al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera” (38), a la adúltera Jesús “no la condena y la invita a una vida más digna” (27).

* Comentario: Se omite lo que dice Jesús a la samaritana: “Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo” (Jn 4, 18). A la adúltera Jesús le dice: “Tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más” (Jn 8, 11). Jesús acoge a los pecadores y come con ellos para llamarlos a conversión (Lc 5, 29-32).

AL: El descenso demográfico, debido a una mentalidad antinatalista y promovido por las políticas de salud reproductiva, “determina una situación en la que el sucederse de las generaciones ya no está asegurado” (42), “tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no solo en los derechos individuales”, “la defensa de estos derechos es una llamada profética en favor de la institución familiar que debe ser respetada y defendida” (44).

* Comentario: En el Proyecto Catecumenal, en la catequesis “Matrimonio y divorcio”, hablamos de “una llamada profética a los pueblos que envejecen por su escasa natalidad” (PC IV).

AL: Otros problemas. Muchos niños “nacen fuera del matrimonio”, “la explotación sexual de la infancia constituye una de las realidades más escandalosas y perversas”, “el fenómeno de los niños de la calle”, “el abuso sexual de los niños se torna todavía más escandaloso cuando ocurre en los lugares donde deben ser protegidos, particularmente en las familias y en las escuelas y en las comunidades e instituciones cristianas” (45).

AL: Las migraciones “representan otro signo de los tiempos que hay que afrontar y comprender con toda la carga de consecuencias sobre la vida familiar”, la movilidad humana “puede revelarse como una auténtica riqueza, tanto para la familia que emigra como para el país que la acoge”, “otra cosa es la migración forzada de las familias como consecuencia de situaciones de guerra, persecuciones, pobreza, injusticia, marcada por las vicisitudes de un viaje que a menudo pone en riesgo la vida, traumatiza a las personas y desestabiliza a las familias” (46).

AL: Las personas con discapacidad: este hándicap genera en las familias “un desafío, profundo e inesperado, y desbarata los equilibrios, los deseos y las expectativas”, ellas dan “un valioso testimonio de fidelidad al don de la vida”, “la atención dedicada tanto a los migrantes como a las personas con discapacidades es un signo del Espíritu” (47).

AL: Los ancianos: “la mayoría de las familias respeta a los ancianos”, “en las sociedades altamente industrializadas, donde su número va en aumento, mientras que la tasa de natalidad disminuye, estos corren riesgo de ser considerados como un peso. Por otro lado, los cuidados que requieren a menudo ponen a dura prueba a sus seres queridos”, “la eutanasia y el suicidio asistido son graves amenazas para las familias de todo el mundo. Su práctica es legal en muchos países” (48).

AL: Las personas más necesitadas: “en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas y abandonadas por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios” (49).

AL: La función educativa “se ve dificultada, entre otras causas, porque los padres llegan a su casa cansados y sin ganas de conversar”, “crece una gran variedad de ofertas de distracción además de la adicción a la televisión” (50).

AL: La drogodependencia es “una de las plagas de nuestra época, que hace sufrir a muchas familias, y no pocas veces termina destruyéndolas”, “algo semejante ocurre con el alcoholismo, el juego y otras adicciones”, “hay tristes situaciones de violencia familiar que son caldo de cultivo para nuevas formas de agresividad social” (51).

AL: Gran variedad de situaciones: “debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio” (52).

* Comentario: Son situaciones distintas las aquí mencionadas. En las uniones de hecho se puede discernir si hay consentimiento matrimonial. Es posible que la samaritana no tuviera papeles de sus diversas uniones. Jesús va al fondo de la cuestión.

AL: “En algunas sociedades todavía está en vigor la práctica de la poligamia“, “se está ampliamente difundiendo la praxis de la convivencia que precede al matrimonio, así como convivencias no orientadas a asumir la forma de un vínculo institucional”, “si bien es legítimo y justo que se rechacen viejas formas de familia tradicional, caracterizadas por el autoritarismo e incluso por la violencia, esto no debería llevar al desprecio del matrimonio” (53).

* Comentario: En la convivencia que precede al matrimonio se puede discernir si hay consentimiento matrimonial. Puede haber matrimonio de uso o de hecho. En la Biblia hay “compromiso matrimonial” (esponsales) antes de la boda (Dt 22,23; Mt 1,18).

AL: Aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer “todavía hay mucho que avanzar en algunos países”, “no se terminan de erradicar costumbres inaceptables”, “la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud”, “la violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios”, “la grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas”, “la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones”, “la historia lleva las huellas de los excesos de las culturas patriarcales”, “recordemos también el alquiler de vientres o la instrumentalización y mercantilización  del cuerpo femenino”,  “nos  mueve a alegramos de que se superen viejas formas de discriminación” y “en el seno de las familias se desarrolle un ejercicio de reciprocidad”, es una obra del Espíritu “el reconocimiento más claro de la dignidad de la mujer y de sus derechos” (54).

* Comentario: En el diálogo ecuménico se afirma cada vez más que no hay razón alguna para continuar excluyendo a la mujer del ministerio ordenado, desde la dignidad humana y cristiana común. En Cristo “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre ni hombre ni mujer” (Ga 3,29).

AL: La ausencia del padre “priva a los niños de un modelo apropiado de conducta paterna” (55), la ideología de género “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer”, la revolución tecnológica “ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer” (56).

* Comentario: En cuanto a la revolución tecnológica, si se respeta al embrión como vida humana que está en marcha y se hace dentro del matrimonio, no hay nada que oponer. En general, presentando la realidad y desafíos de las familias, la exhortación facilita una toma de conciencia.

2. A LA LUZ DE LA PALABRA

AL: “Aspecto trinitario de la pareja” (11), Dios “no es una soledad, sino una familia”, la familia “no es algo ajeno a la misma esencia divina“, es imagen de Dios que es “comunión de personas” (29), “imagen y semejanza de la Santísima Trinidad” (71).

* Comentario: Las grandes iglesias cristianas deben revisar la imagen de Dios a la luz de la Escritura. Jesús lo dice bien y de forma sencilla: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17, 3), “si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (14, 23).

AL: “Otra dimensión de la familia”, “la iglesia que se reúne en la casa” (1 Co 16,19) (15), los esposos “constituyen una iglesia doméstica (LG 11)”, “la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino” (67), “la Iglesia es familia de familias” (87), la parroquia es “una familia de familias” (202).

* Comentario: Las primeras comunidades se reúnen en las casas. La “iglesia doméstica” es la comunidad. El Concilio fue convocado “para devolver a la Iglesia todo su esplendor, revelando los rasgos más simples y más puros de su origen “ (Juan XXIII, 13-11-1960). La Iglesia que se renueva vuelve a la experiencia de las primeras comunidades (Hch 2,42-47). El Evangelio se vive en comunidad. La comunidad es “sal” que evita la corrupción y “luz” en medio de la oscuridad (Mt 5, 13-14). Si no lo es, no sirve para nada. La comunidad (no la familia) es modelo de renovación eclesial. En el Sínodo de la Catequesis (1977) se aprobó casi por unanimidad esta proposición: “De hecho, no pocas parroquias, por diversas razones, están lejos de constituir una verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, la vía ideal para renovar esta dimensión comunitaria de la parroquia podría ser el convertirla en comunidad de comunidades” (proposición 29). Hoy esto apenas se recuerda.  Se ha cambiado el modelo: comunidad por familia. Sin embargo, en el contexto actual la familia es pluralista desde el punto de vista religioso.

AL: “Los hijos no son una propiedad de la familia”, “la elección de vida del hijo y su misma vocación cristiana pueden exigir una separación”, el Evangelio “exalta la necesidad de otros lazos, muy profundos también dentro de las relaciones familiares: Mi madre y mis hermanos son éstos, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra” (Lc 8,21) (18), “ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret” (30), “la alianza de amor y fidelidad, de la cual vive la Sagrada Familia de Nazaret, ilumina el principio que da forma a cada familia” (66).

* Comentario: El Evangelio revela una tensión entre la relación familiar y la relación comunitaria (Mc 3, 20-21). La familia se basa en la unidad de la sangre; la comunidad, en la unidad de aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Lc 8, 21). La comunidad es la nueva familia del discípulo (Mc 3, 31-35). El modelo es la comunidad, la Iglesia es comunidad. El Concilio Vaticano II ve en la experiencia comunitaria de los orígenes (Hch 2, 42-47) el modelo no sólo de la vida religiosa (PC 15,1), de la vida de los misioneros (AG 25, 1) y de los sacerdotes (PO 17,4 y 21,1), sino de todo el santo pueblo de Dios (LG 13,1;DV 10,1). Con el Concilio la Iglesia abandona la situación de cristiandad y se sitúa como comunidad en medio de una sociedad plural desde el punto de vista religioso.

AL: Una realidad amarga: “Con el pecado, la relación de amor y de pureza entre el varón y la mujer se transforma en un dominio” (Gn 3,16) (19).

* Comentario: Con el pecado “la relación de amor se convierte en relación de dominio y de fuerza”, decimos en la catequesis “El origen del mal” (PC III).

AL: Como repite Jesús, citando el Génesis, el hombre “se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne” (13), “Jesús recupera y lleva a su plenitud el proyecto divino”, “si bien diciendo que por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así” (Mt 19, 8), “la indisolubilidad del matrimonio – lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (Mt 19,6)- no hay que entenderla como un yugo impuesto a los hombres, sino como un don”, “la condescendencia divina acompaña siempre el camino humano, sana y transforma el corazón endurecido con su gracia orientándolo hacia su principio”, Jesús “recupera el proyecto originario de Dios" (Mt 19,3) (62), lo lleva a su “forma original” (Mc 10, 1-12) (63).

* Comentario: La cita del evangelio de Marcos, que recoge la posición de Jesús sobre el matrimonio, aparece sin texto evangélico; sorprende semejante ahorro en una exhortación tan extensa (325 números). Llama la atención que el texto evangélico aludido y de nuevo eludido (se eludió en los dos sínodos) estuviera entre las lecturas propias del día 4 de octubre de 2015, al comienzo del segundo sínodo sobre la familia; entre otras cosas dice: “Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio” (Mc 10, 2-16; ver “Sínodo, relación final” (RS2015 40; “La relación del Sínodo” (RS2014 14). La exhortación omite también el texto: “Quien repudie a su mujer – salvo el caso de unión ilegal- y se case con otra, comete adulterio” (Mt 19,8). La unión ilegal (en griego porneia) se refiere a las uniones ilegales (incesto, adulterio, homosexualidad: Lv 18, 6-22; Hch 15, 29; 1 Co 6,13). Ver catequesis “Matrimonio y divorcio” (PC IV).

AL: “Es preciso redescubrir el mensaje de la Humanae vitae” (HV), “la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad” (82), “contrarrestar una mentalidad a menudo hostil a la vida”. Sigue en pie lo dicho por el Concilio (GS 50): los esposos “se formarán un recto juicio, atendiendo no solo a su propio bien, sino también al bien de los hijos”, “de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia”, “se ha de promover el uso de los métodos basados en los ritmos naturales de fecundidad” (HV 11) (222).

* Comentario: Se valora la paternidad responsable, “responsabilidad generativa” (82), pero se insiste en la “Humanae vitae” sin hacer crítica alguna. La cristiandad, como el Islam, crece más por “generación” que por “conversión”.

AL: Jesús “inició su vida pública con el milagro en la fiesta nupcial en Caná” (64), “el sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo de un compromiso”, Cristo sale al encuentro de los esposos (GS 48), “permanece con ellos” (73), “el valor de la unión de los cuerpos está expresado en las palabras del consentimiento, donde se aceptaron y se entregaron el uno al otro para compartir toda la vida” (74), “el Derecho canónico también reconoce la validez de algunos matrimonios que se celebran sin un ministro ordenado”, “entre bautizados no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento”, “la Iglesia puede exigir la publicidad del acto, la presencia de testigos y otras condiciones que han ido variando a lo largo de la historia, pero eso no quita a los dos que se casan su carácter de ministros del sacramento ni debilita la centralidad del consentimiento del varón y la mujer, que es lo que de por sí establece el vínculo sacramental”, “de todos modos, necesitamos reflexionar más acerca de la acción divina en el rito nupcial” (75).

* Comentario: Se presenta como “milagro” la señal que da Jesús en las bodas de Caná (Jn 2,11). Ver la catequesis “El vino nuevo” (PC VI). Se utiliza un lenguaje preconciliar. Se recoge la definición conciliar del matrimonio como “íntima comunidad conyugal de vida y amor” (80), pero no lo que sigue: “fundada por el Creador y estructurada con leyes propias, se establece por la alianza matrimonial, o sea, por el irrevocable consentimiento personal. Y así, del acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina” (GS 48), estaba en la Relación del Sínodo (RS2015 42). Tampoco se recoge el texto del concilio, tan oportuno y conveniente, de que el amor entre marido y mujer se manifiesta “de varias maneras según las costumbres honestas de los pueblos y de las épocas” (GS 49). Ver la catequesis “Matrimonio y divorcio” (PC IV).

AL: El matrimonio natural “se comprende plenamente a la luz de su cumplimiento sacramental”,  “fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas, aunque tampoco falten las sombras” (77). La mirada de Cristo “inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio solo civil o los divorciados vueltos a casar”, “la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan” (78).

* Comentario: La exhortación recoge aquí realidades diversas que hay que discernir por separado: quienes simplemente conviven, los casados por lo civil, los divorciados vueltos a casar. En el primer caso, se ha de discernir si hay consentimiento matrimonial o no; en el segundo, se supone; en el tercero, sería aplicable la palabra “conversión” o la “corrección fraterna”.

AL: Se proclama “el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre”, “a quienes trabajan en las estructuras sanitarias se les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia”. Asimismo se afirma “el derecho a la muerte natural, evitando el ensañamiento terapéutico y la eutanasia”, y se rechaza “con firmeza la pena de muerte” (83).

* Comentario: Nos alegra que la exhortación rechace con firmeza la pena de muerte.

AL: La Iglesia aporta un “apoyo a las familias, partiendo de la iniciación cristiana, a través de comunidades acogedoras”, pero “la educación integral de los hijos es obligación gravísima, a la vez que derecho primario de los padres” (84). Se comenta ampliamente el “himno de la caridad” (90-119). Se aborda la “dimensión erótica del amor”, “la necesidad sexual de los esposos no es objeto de menosprecio” (150), un acto sexual impuesto al cónyuge “no es un verdadero acto de amor”, se pueden postergar las relaciones sexuales por un tiempo “de común acuerdo” (1 Co 7,5)  (154), se rechaza “toda forma de sometimiento sexual”, “toda interpretación inadecuada del texto de la carta a los Efesios donde se pide que las mujeres estén sujetas a sus maridos” (Ef 5,22) (156).

* Comentario: Nos alegra ver que la exhortación revisa la vieja tradición de la sumisión de la mujer. “La igualdad de hombre y mujer es una señal de nuestro tiempo, asumida por el Concilio Vaticano II como perteneciente al plan original de Dios”, decimos en la catequesis “Comunión, no dominación” (PC IV).

AL: La prolongación de la vida “hace que se produzca algo que no era común en otros tiempos: la relación íntima y la pertenencia mutua deben conservarse por cuatro, cinco o seis décadas, y esto se convierte en una necesidad de volver a elegirse una y otra vez. Quizá el cónyuge ya no está apasionado por un deseo sexual intenso que le mueva hacia la otra persona, pero siente el placer de pertenecerle y que le pertenezca, de saber que no está solo, de tener un cómplice, que conoce todo de su vida y de su historia y que comparte todo. Es el compañero en el camino de la vida con quien se pueden enfrentar las dificultades y disfrutar las cosas lindas. Eso también produce una satisfacción que acompaña al querer propio del amor conyugal” (163).

* Comentario: La mutua pertenencia sugiere “propiedad” y “posesión”, no “comunión”.

AL: El embarazo “es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso. La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida”, “Tú me has tejido en el seno materno” (Sal 139), “cada niño está en el corazón de Dios desde siempre (Jr 1,5), y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador” (168), “la mujer embarazada puede participar de ese proyecto de Dios soñando a su hijo” (169), “algunos padres sienten que su niño no llega en el mejor momento”, han de pedir al Señor “que los sane y los fortalezca para aceptar plenamente a ese hijo”, “es importante que ese niño se sienta esperado” (170), “ambos, varón y mujer, padre y madre, son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes (GS 50). Muestran a sus hijos el rostro paterno y el rostro materno del Señor” (172).

 AL: “Hoy reconocemos como muy legítimo e incluso deseable, que las mujeres quieran estudiar, trabajar, desarrollar sus capacidades y tener objetivos personales. Pero, al mismo tiempo, no podemos ignorar la necesidad que tienen los niños de la presencia materna, especialmente en los primeros meses de vida” (174), “las madres también transmiten a menudo el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño”, “sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo” (174), “la presencia clara y bien definida de las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más adecuado para la maduración del niño” (175), “el padre está algunas veces tan concentrado en sí mismo y en su trabajo, y a veces en sus propias realizaciones individuales, que olvida incluso a la familia” (176), “muchas veces son los abuelos quienes aseguran la transmisión de los grandes valores a sus nietos” (192).

* Comentario: La justa valoración del “orden simbólico de la madre” se ha de conjugar con el justo reconocimiento de sus derechos personales.

AL: Muchos esposos “no pueden tener hijos”, “sabemos lo mucho que se sufre por ello” (178), “la adopción es un camino para realizar la maternidad y la paternidad de una manera muy generosa” (179), los esposos que adoptan “se convierten en mediaciones de ese amor de Dios que dice: Aunque tu madre te olvidase, yo jamás te olvidaría” (Is 49, 15) (180),  “la opción de la adopción y de la acogida expresa una fecundidad particular de la experiencia conyugal” (82).

AL: La familia ampliada. “El pequeño núcleo familiar no debería aislarse de la familia ampliada, donde están los padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos” (187), también “los amigos y las familias amigas, e incluso las comunidades de familias que se apoyan mutuamente en sus dificultades, en su compromiso social y en su fe” (196), “esta familia ampliada debería integrar con mucho amor a las madres adolescentes, a los niños sin padres, a las mujeres solas que deben llevar adelante la educación de sus hijos, a las personas con alguna discapacidad que requieren mucho afecto y cercanía, a los jóvenes que luchan contra una adicción, a los solteros, separados o viudos que sufren la soledad, a los ancianos y enfermos que no reciben el apoyo de sus hijos, y en su seno tienen cabida incluso los más desastrosos en las conductas  de su vida” (197), “en esta familia ampliada están también el suegro, la suegra y todos los parientes del cónyuge” (198).

* Comentario: La “familia ampliada” puede acoger, pero no es una “comunidad viva”.

3. ALGUNAS ORIENTACIONES

AL: Pastoral familiar. “Para que las familias puedan ser cada vez más sujetos activos de la pastoral familiar, se requiere un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia” (200), “la principal contribución a la pastoral familiar la ofrece la parroquia, que es una familia de familias, donde se armonizan los aportes de las pequeñas comunidades, movimientos y asociaciones” (202), es necesaria “la formación de agentes laicos de pastoral familiar” (204).

* Comentario: Se insiste en formar individuos, no en formar comunidad. La comunidad no es un grupo más. Siendo comunidad, la Iglesia es “luz de las gentes” (LG 1), “signo levantado en medio de las naciones” (SC 2). No es el individuo, sino la comunidad quien puede evangelizar. No es el individuo, sino la comunidad quien renueva profundamente a la Iglesia. No es el individuo, sino la comunidad quien puede realizar una contestación efectiva de la sociedad presente, tal y como está configurada. No es el individuo, sino la comunidad, quien puede vivir hoy las señales del Evangelio.

AL: Preparación de la celebración. “Es importante iluminar a los novios para vivir con mucha hondura la celebración litúrgica, ayudándoles a percibir y vivir el sentido de cada gesto” (213). Diferencias en la fe. “Es posible que uno de los dos cónyuges no sea bautizado, o que no quiera vivir los compromisos de la fe”, “es posible encontrar algunos valores comunes que se pueden compartir y cultivar con entusiasmo”, “el marido no creyente queda santificado por la mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente” (1 Co 7, 14) (228). Diversas crisis: de los comienzos, de la llegada del hijo, de la crianza, de la adolescencia, del “nido vacío”, de la vejez de los padres (235), de las dificultades económicas, laborales, afectivas, sociales, espirituales (236); “reconociendo que la reconciliación es posible”, “un ministerio dedicado a aquellos cuya relación matrimonial se ha roto se hace particularmente urgente” (238).

* Comentario: Hacen falta comunidades vivas, no un nuevo ministerio. Una comunidad viva aporta la mejor preparación, protege en medio de las crisis y, en su caso, facilita la reconciliación.

AL: Rupturas y divorcios. “Hay casos donde la separación es inevitable”, “a veces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria, cuando precisamente se trata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación”, “debe considerarse como un remedio extremo” (241),”hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge”, “hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar, que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial” (242).

AL. Las personas divorciadas que viven en una nueva unión “son parte de la Iglesia”, “no están excomulgadas y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial”, hay que evitar todo lenguaje y actitud que las haga sentir discriminadas y promover su “participación en la vida de la comunidad” (243), “¿cómo podremos recomendar a estos padres que hagan todo lo posible para educar a sus hijos en la vida cristiana, dándoles el ejemplo de una vida de fe convencida y practicada, si los tuviésemos alejados de la vida en comunidad, como si estuviesen excomulgados? Se debe obrar de tal forma que no se sumen otros pesos además de los que los hijos, en estas situaciones, ya tienen que cargar” (246).

* Comentario: Prevalece el Código de Derecho Canónico por encima del Evangelio. Además, el lenguaje canónico es equívoco. En el lenguaje común, quien no está excomulgado, puede comulgar. En el lenguaje canónico, no necesariamente. El Código (1983) aplica la excomunión al apóstata, hereje o cismático (c. 1364), a quien procura el aborto (c. 1398). Sin embargo, el homicida, el asesino común, no está excomulgado  Excomulgar quiere decir separar del cuerpo de la Iglesia (c. 1331). La exhortación parece olvidar elementales referencias evangélicas y apostólicas, que inspiran la práctica penitencial de los primeros siglos, donde pecados graves como el adulterio, el homicidio y la apostasía suponen ruptura de comunión, separación de la comunidad y conversión (segunda conversión) antes de acoger al pecador en la comunidad. Hay que revisar el Código a la luz del Evangelio. Se pide acogida fraterna a los divorciados vueltos a casar en atención a los hijos y de cara a su educación. El argumento es novedoso y sensible, pero no tiene fundamento evangélico. Jesús pide “corrección fraterna” (Mt 18,15-18), no acogida fraterna. San Jerónimo, en su libro “De viris ilustribus”, presenta a San Paciano (310-391), obispo de Barcelona,  hablando de los pecados que requieren penitencia pública. Estos son los tres pecados capitales: idolatría, homicidio y adulterio (Hch 15, 29): “Es necesario que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos (idolatría), del homicidio (sangre) y de la fornicación (adulterio)”. El espíritu santo “solamente nos legó estos pecados bajo pena capital” (Paraenesis, 3 y 4; PL 13, 1083 y 1084).

AL: Casos de nulidad. Se subraya “la necesidad de hacer más accesibles, posiblemente totalmente gratuitos, los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad” (244).

* Comentario: La Iglesia oriental, con su doctrina de la “condescendencia”, disuelve el matrimonio por adulterio y otras causas. En las iglesias de la Reforma, se admite el divorcio por adulterio o abandono. Entre nosotros, hay muchos divorcios camuflados bajo capa de nulidad. Las grandes iglesias cristianas han de revisar su tradición a la luz del Evangelio.

AL: Matrimonios mixtos: “constituyen un lugar privilegiado de diálogo interreligioso”, “comportan algunas dificultades especiales, sea en lo relativo a la identidad cristiana de la familia, como a la educación religiosa de los hijos” (248), “compartir la Eucaristía solo puede ser excepcional y, en todo caso, deben observarse las disposiciones establecidas” (247).

* Comentario: Hay que revisar la normativa existente y discernir si realmente hay comunión según el Evangelio. El derecho de educación es de ambos cónyuges y debe ser respetado.

AL: Uniones homosexuales. “Toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia” (250), “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia” (251).

AL: Familias monoparentales. Deben encontrar “apoyo y consuelo entre las familias que conforman la comunidad cristiana, así como en los órganos pastorales de las parroquias” (252).

AL: La muerte. El duelo está surcado por preguntas: las causas de la muerte, lo que se podría haber hecho, “la persona amada no necesita nuestro sufrimiento”, “su presencia física ya no es posible”, pero podemos “aceptarlo transformado, como es ahora” (255). Pablo desea “partir para estar con Cristo” (Flp 1,23), nos espera “lo que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Co 2,9), la vida  “no termina, se transforma” (256), nuestra relación con ellos no se interrumpe (257).

* Comentario: En cierto modo, se recupera “el sentido pascual de la muerte cristiana”  (SC 81).

AL: Educación de los hijos. “Aunque los padres necesitan de la escuela para asegurar una instrucción básica de sus hijos, nunca pueden delegar completamente su formación moral” (263), “para favorecer una educación integral necesitamos reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana” (279). La transmisión de la fe “se dificulta por el estilo de vida actual, por los horarios de trabajo”, “supone que los padres vivan la experiencia real de confiar en Dios” (287).

AL: Acompañar, discernir e integrar la fragilidad. “Toda ruptura del vínculo matrimonial va contra la voluntad de Dios”, pero la Iglesia “es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos”, “iluminada por la mirada de Jesucristo, mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto”, “a menudo la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña” (291).

AL: Un matrimonio solo civil o, salvadas las distancias, una mera convivencia en la que la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público “puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio”, “es preocupante que muchos jóvenes hoy desconfíen del matrimonio y convivan, postergando indefinidamente el compromiso conyugal, mientras otros ponen fin al compromiso asumido y de inmediato instauran uno nuevo” (293), “crece continuamente el número de quienes después de haber vivido juntos durante largo tiempo piden la celebración del matrimonio en la Iglesia”, hay que afrontar estas situaciones “de manera constructiva”, tratando de transformarlas en oportunidad “hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio” (294).

AL: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial”, “nadie puede ser condenado para siempre”, “no me refiero sólo a los divorciados en una nueva unión, sino a todos en cualquier situación en que se encuentren. Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad (Mt 18,17). Necesita volver a escuchar el anuncio del Evangelio y la invitación a la conversión. Pero aun para él puede haber alguna manera de participar en la vida de la comunidad, sea en tareas sociales, en reuniones de oración o de la manera que sugiera su propia iniciativa, junto con el discernimiento del pastor” (297).

* Comentario: “Nadie puede ser condenado para siempre”, pero el pecado puede ser retenido (Jn 20,23). Si (a pesar de la corrección fraterna) no hay conversión, una situación grave separa de la comunidad (Mt 18,17-18). El discernimiento es personal, pastoral, comunitario. Si el discernimiento ha de hacerse según el Evangelio, se ha de tener presente la palabra pertinente de Jesús.

AL: Los divorciados en nueva unión pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que requieren “un adecuado discernimiento personal y pastoral”: “una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas”, quienes por motivos serios (por ejemplo, la educación de los hijos) “no pueden cumplir la obligación de la separación”, quienes “sufrieron un abandono injusto”, quienes creen que el precedente matrimonio fue nulo, “otra cosa es una nueva unión que viene de un reciente divorcio”, “o la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares”, debe quedar claro que este no es el ideal del Evangelio (298).

* Comentario: En medio del judaísmo convencional resuena la llamada de Juan: "Dad frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham" (Lc 3,8).  En esa línea se sitúa Jesús cuando anuncia la buena noticia del Evangelio: "El reino de Dios está cerca, convertíos" (Mc 1,15). De modo semejante, en medio del cristianismo convencional irrumpe la llamada del Evangelio. No vale decir: “somos católicos de toda la vida”, “la Iglesia es nuestra madre”, “Dios es misericordioso”. La “misericordia” del Evangelio incluye “conversión”; la “confesión”, también. Hay gran alegría en el cielo “por un solo pecador que se convierta” (Lc 15,7). El hijo pródigo se convierte (15,18-21). La exhortación habla de “condescendencia divina” (62). En cierto modo, recuerda la “condescendencia” propia de la Iglesia oriental: “El primer matrimonio es conforme a la Ley, el segundo es tolerancia e indulgencia, el tercero es maldad” (PG 36, col. 292). La práctica secular de las iglesias de Oriente disuelve el matrimonio por adulterio y por otras causas. Se interpreta mal el inciso de Mateo: “salvo el caso de unión ilegal” (Mt 19, 9). Ver catequesis “Matrimonio y divorcio” (PC IV). Como cada discípulo, las grandes iglesias cristianas han de elegir entre el “camino ancho” y el “camino estrecho” (7, 13-14).

AL: “Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo”, hay que “discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas” (299), “el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos”, “la conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer”, hay que evitar “el grave riesgo de mensajes equivocados, como la idea de que algún sacerdote puede conceder rápidamente excepciones” (300).

AL: Jesus quiere una Iglesia Madre que, “al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, no renuncia al bien posible”, “el mismo evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos” (Mt 7,1), hemos de evitar “esos cobertizos personales o comunitarios” que nos permiten mantenernos lejos de la tormenta humana (308), “una fría moral de escritorio” (312).

* Comentario: Jesús pide a sus discípulos no juzgar. Se trata del respeto debido a los demás, no de un caso grave dentro de la comunidad que sí se debe juzgar. Los discípulos son enviados a perdonar los pecados, también a retenerlos (Jn 20,23),  juzgan “a los de dentro”, no a los de fuera, “a los de fuera Dios los juzgará” (1 Co 5, 12-13).

AL: Condicionamientos y circunstancias atenuantes. “Ya no es posible decir que todos los que se encuentren en alguna situación así llamada irregular viven en una situación de pecado mortal”, “puede haber factores que limitan la capacidad de decisión” (301), como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1735) (302),“es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir” (304), “un pastor no puede sentirse satisfecho solo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas”, “a causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado – que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia” (305); en ciertos casos, “también la ayuda de los sacramentos”, “el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor”, “la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (nota 351; EG 44 y 47).

* Comentario: ¿La exhortación permite la comunión a los divorciados vueltos a casar? El cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, afirma que no: “Si AL hubiese querido cancelar una disciplina tan arraigada y de tanto peso, lo habría expresado con claridad”. Sin embargo, volviendo de Lesbos, un periodista le pregunta al papa Francisco si, tras la publicación de la exhortación, hay nuevas posibilidades de acceso a los sacramentos para los divorciados vueltos a casar. Responde el Papa: “Podría decir sí, y punto. Sin embargo, sería una respuesta muy breve. Recomiendo a todos la presentación que hizo el cardenal Schönborn” (16-4-2016). En esa presentación, el cardenal de Viena afirma que “hay que discernir bien las situaciones” y se remite a lo que dice el papa en la nota 351. Si la había previamente, la ambigüedad se deshace.

Como hemos visto, la exhortación afirma que los “divorciados vueltos a casar” participan en la vida de la Iglesia “de modo imperfecto” (78), “de modo incompleto” (291), “deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles” (299); en ciertos casos, pueden participar en la Eucaristía que es “un alimento para los débiles” (nota 351).  En realidad, no es esto lo que dice el Evangelio: si (a pesar de la corrección fraterna) no hay conversión, una situación grave separa de la comunidad. Función de la comunidad es “atar” y “desatar” (Mt 18,17-18), es decir, separar de la comunidad y recibir de nuevo en ella. Si no se hace así, tenemos la situación propia de la Iglesia de cristiandad. La comunidad es “sal” que preserva de la corrupción y “luz” en medio de la oscuridad (Mt 5, 13-14). Si no lo es, no sirve para nada. “No os acomodéis al mundo presente”, dice Pablo a los romanos (Rm 12, 2). El problema es viejo. Cuando el profeta Elías camina hacia el Horeb, vuelve a las fuentes, proclama la Alianza, indica el camino a seguir. El pueblo cojea con los dos pies (1 R 18,21), juega con dos barajas, da culto a Dios, pero cede ante la cultura dominante. Como entonces, también ahora es preciso optar.

                                                                                                                          Jesús López Sáez