En el principio era la palabra
 

CARTA AL PAPA FRANCISCO (4-10-2018)

 

Hermano Francisco: Soy sacerdote de la diócesis de Ávila, residente en Madrid, responsable de la Asociación Pública de Fieles Comunidad de Ayala, que promueve la creación de grupos y comunidades en diversos ambientes mediante procesos de inspiración catecumenal. Desde la Comunidad de Ayala hemos promovido otras asociaciones semejantes, así como la Fundación Betesda, que tiene como fin el desarrollo integral de discapacitados físicos y psíquicos.

He escrito diversos libros sobre la muerte y la figura del Papa Luciani: Se pedirá cuenta. Muerte y figura de Juan Pablo I (1990), El día de la cuenta. Juan Pablo II a examen (2002 y 2005), Juan Pablo I. Caso abierto (2009). Este último acaba de ser publicado en Italia con el título Albino Luciani. Un caso aperto (Librería del Santo, Padua), también ha sido publicada la reedición española del mismo, Albino Luciani. Caso abierto (Última Línea, Málaga). Le adjunto la edición italiana y española.

Le comento algunos datos. Con ocasión de los primeros pasos dados hacia la beatificación de Juan Pablo I, envié mis libros al obispo de Belluno, Vincenzo Savio (+2004), con una carta en la que decía: "Sé muy bien que en ambientes eclesiásticos se considera pura fantasía el asesinato del papa Luciani. Sin embargo, fuera de esos ambientes, es vox populi. No puedo callarlo: un proceso de beatificación, que eludiera el modo de la muerte, estaría viciado de raíz. Como ya sabrá, el magistrado Pietro Saviotti, titular de la diligencia relativa a la muerte de Juan Pablo I, ha reabierto el caso en la Fiscalía de Roma" (29-8-2002). 

El obispo de Belluno me contestó con fecha 9-9-2002: "Ho ricevuto i Suoi  libri. L’idea che Papa Luciani possa essere stato assassinato non ha nemmeno sfiorato la gente di questa diocesi, che lo ha conosciuto più da vicino. Né tale ipotesi ha mai trovato adito presso i parenti stretti del Papa; chi lo ha frequentato era a conoscenza di uno stato di salute tutt’altro che invidiabile. Grazie per il Suo interessamento. Preghiamo". Como era de esperar, el obispo de Belluno mantuvo la versión oficial: Luciani murió de forma natural, estaba enfermo. Mientras la Fiscalía de Roma reabría el caso de la muerte de Juan Pablo I, el obispo de Belluno no sabía nada del asunto. Además, ignoraba el testimonio del médico personal de Albino Luciani, el Dr. Da Ros: “Secondo me, stava bene”. El testimonio lo recoge el vaticanista Andrea Tornielli en su artículo “Le nove. Il Papa sta bene” (30 Giorni 72, 1993, 53-54).

Habiendo conocido la entrevista que se le hizo a Giuseppe Pedullá en Il Giornale (26-4-2015), me puse en contacto con él para agradecerle su testimonio sobre Juan Pablo I: “Potevo salvarlo ma invece non l’ho fatto”, “l’arcivescovo Perantoni voleva che gli portasse in Vaticano una lettera per avvisarlo del pericolo. Mi rifiutai”, “pensavo che Perantoni esagerasse ed ero terrorizzato”, “tre giorni dopo Giovanni Paolo I era morto”. Le ha pesado como una losa. Ahora, con más información, cree que, de haberle avisado, no le hubiera revelado nada que el papa Luciani no supiera.

En noviembre del mismo año, del 20 al 24, Giuseppe Pedullá estuvo en Madrid invitado por la Comunidad de Ayala, donde dio su testimonio sobre Juan Pablo I.  Conocemos la estima que le tuvieron el arzobispo Pacifico Perantoni y el patriarca Luciani, así como (hacia 2002) el cardenal Bernardin Gantin (+2008). Con fecha 3-11-2016, a petición de Pedullà, escribí al cardenal Beniamino Stella: “Con el debido respeto a su función de Postulador, entendemos que Giuseppe Pedullà debe ser escuchado como testigo. Usted puede verificar la veracidad de su testimonio. También deben ser escuchados quienes cuestionan la versión oficial”.

Comuniqué al cardenal también el testimonio del periodista Mino Pecorelli. En su artículo “Petrus Secundus” publicado en la revista Osservatore Politico (OP, 12-9-1978) anuncia el asesinato del nuevo papa tras un breve y tempestuoso pontificado: “Breve e tempestuoso é il pontificato di questo papa che finirà assassinato a opera di forze politiche avverse, allarmate dalle sue denunce e interessate ad annullare gli sforzi di Papa Pietro per il rinnovamento della società umana”. Asimismo, en su artículo “Santità, come sta?” (OP, 26-9-1978) el periodista le pregunta enigmáticamente a Juan Pablo I sobre su salud. Además, comenta sobre los cambios que el Papa pensaba hacer: “Oggi in Vaticano molti tremano, e non solo monsignori e preti, ma anche vescovi, arcivescovi e cardinali”. Miembro arrepentido de la logia P2 y vinculado a los servicios secretos, Mino Pecorelli fue asesinado el 20 de marzo de 1979.

El cardenal Stella no me respondió, pero de hecho recibió a Pedullà el 15 de marzo de 2017. Lo hizo con gran amabilidad. Habiendo leído los artículos publicados en Humilitas (enero-octubre y noviembre-diciembre 2016) por la vicepostuladora Stefania Falasca sobre la causa de beatificación del papa Luciani, escribí un amplio artículo que lleva por título Justicia para Juan Pablo I. Beatificación viciada de raíz (www.comayala.es). Con fecha 20-3-2017 se lo envié al cardenal. Le dije: “Dejando a un lado otros interrogantes también importantes, aquí me quedo sólo con uno. Entre los expertos y teólogos (censores o consultores) que han participado en la causa de beatificación ¿hay alguno que cuestione la versión oficial de la muerte de Juan Pablo I? Si no es así, esto revela (para muchos) una situación anómala, unilateral e insostenible”, “para subsanar de algún modo esa anomalía que, como sucede en otros casos, podría considerarse mala práctica (ocultación, falta de transparencia, encubrimiento), en unos meses  (observando la discreción requerida) podría hacer un estudio crítico de los cinco volúmenes de la Positio y presentarlo donde proceda”. El cardenal tampoco me contestó. Ahora preparo un estudio crítico de la biografía oficial.

Con motivo de mi reciente viaje a Italia, del 23 al 29 de septiembre, pude entregar al secretario del cardenal Stella la reedición española de mi libro, que incluye un anexo sobre aspectos médico-forenses. Con fecha 4 de septiembre, solicité a su secretario Fabián Pedacchio asistir a la misa de santa Marta el 29 y poder saludarle. No tuve respuesta.

Finalmente, le hago una propuesta que podría realizarse en el contexto de la beatificación. Cuarenta años después de la muerte de Juan Pablo I, el problema no se resuelve con una crónica, sino con una autopsia. Si ya se hizo, hay que decirlo. Incluso (más fácil) podría resolverse con una resonancia magnética realizada al cadáver. El tren de la beatificación debe cambiar de vía: no basta con beatificarle porque era bueno, es preciso aclarar cómo murió y por qué. En realidad, reconocer a Juan Pablo I como mártir de la purificación y renovación de la Iglesia, así lo creemos, hará un gran bien a la Iglesia, se quitará un peso de encima, un peso que ante el mundo hipoteca su credibilidad, contribuirá a la difusión del Evangelio y será una señal de la transparencia que reclama su pontificado.

A su disposición, le saluda atentamente en el 40º aniversario del entierro de Juan Pablo I y en la fiesta de San Francisco, “el Señor le bendiga y le guarde”

 

Jesús López Sáez