En el principio era la palabra
 

LA PASCUA VIRTUAL

Les explicaba las Escrituras

El día 10 de marzo tuvimos reunión del Consejo Rector con dos objetivos: seguimiento de la situación creada por el coronavirus y preparación de la Pascua. La pandemia sigue imponiendo medidas de prevención y seguridad, por lo que todas las reuniones comunitarias seguirán siendo virtuales, procurando favorecer lo más posible la participación, el dinamismo, la concreción de la comunicación.

Como preparación de la Pascua, el Consejo acuerda tener reunión virtual, celebración de la Palabra, los tres sábados siguientes, recuperando la tradición catecumenal y litúrgica de los primeros siglos que dedicaban el domingo 3º, 4º y 5º de cuaresma a las tres catequesis que servían de discernimiento y se aplicaban a quienes se adultos se preparaban para celebrar el bautismo el día de Pascua. En nuestro caso, esas catequesis sirven de revisión de la propia experiencia de fe.

* Charlas cuaresmales en la parroquia Santa María de la Esperanza los días 22, 23 y 24 de marzo: El agua que calma la sed, la luz que cura la ceguera, la vida que vence a la muerte. En la carátula de youtube que las anuncian, me parece un detalle, aparece al fondo, a mi lado, la imagen de San Agustín. En estos días, en diversos momentos me he sentido acompañado por el santo, “vestido de blanco”, vestido de resurrección. He recuperado la carta de mi tía Julia a mi madre: “¡Quisiera Dios! Un día viésemos a Jesusín ministro del Señor, operario de la viña de Cristo. Pídelo con insistencia; la oración y las lágrimas de Mónica produjeron al Santo doctor Agustín, pues las súplicas de las madres, Dios as acoge benigno” (Castellanos de Zapardiel, 28-VIII-50).

Con singular acierto, mi hermana Chari puso en un marco, que me regaló, la petición de mi primera comunión (21-5-1950), escrita de mi puño y letra. Entre otras cosas, decía: “Te pido, Rey de mi vida que, cuando sea mayor, sea un sacerdote santo que hable al mundo de tu amor”. Palabra cumplida. La carta de Julia está escrita por Marcelino Legido (1935-2016), que renunció a su cátedra en la Universidad de Salamanca y se hizo sacerdote para vivir en un pueblo de Salamanca: El Cubo de Don Sancho. Por enfermedad de su madre, Marcelino y sus hermanos estuvieron viviendo un tiempo en casa de Julia, que era hermana de su padre. Por este motivo, Marcelino escribió la carta, que firma al final. En cierta ocasión, en los primeros años sesenta, volviendo a su pueblo, San Esteban de Zapardiel, se bajó en el coche de línea en Sinlabajos y fue a saludarme, llevaba prisa, ni siquiera entró en casa, pero me dejó lo que llevaba en el corazón, el plan de Dios realizado en Cristo: “Recapitular todas las cosas en Cristo” (Ef 1,10). Lo recuerdo como bendición.

* Catequesis cuaresmales en la Comunidad de Ayala. La experiencia del Evangelio supone un cambio radical: un paso de la sed al agua de la vida (Jn 4), un paso de la ceguera a la luz (Jn 9), un paso de la muerte a la vida (Jn 11). El último sábado nos acompañó el evangelio del día (Jn 11, 45-57), en el que deciden matar a Jesús. Jesús se ha jugado la vida, anunciando la señal del Evangelio: los muertos resucitan, ante la tumba de Lázaro. Por nuestra parte, hemos anunciado la señal del Evangelio frente a la doctrina farisea de la resurrección: “el último día”, al final de la historia. Es nuestra palma de Ramos: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mc 11,1-10).

* 3 de abril.Coronavirus en España,.3.291.394 casos diagnosticados, 75.541 muertos. La cuarta ola del coronavirus empieza a notarse. No se pueden relajar las restricciones, mientras no haya vacunación masiva. El mes de marzo cierra con sólo el 42’5 % de los mayores de 80 años con la pauta completa. En el mundo, 130 millones de casos diagnosticados y 2’84 millones de muertos. Recordamos, de una forma especial, a quienes nos han dejado este año, pero viven como Cristo vive.

* La celebración de la Pascua ofrece una serie de lecturas que siguen el esquema litúrgico de la historia de la salvación: creación (Gn 1,1-2,2), sacrificio de Abrahán (Gn 22,1-18), paso del Mar Rojo (Ex 14,15-15,1), el Señor llama a la esposa abandonada (Is 54,5-14), llamada a los sedientos (is 55,1-11), abandonaste la fuente de la sabiduría (Ba 3,9-4,4), os daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ez 36,16-28), por el bautismo fuimos sepultados con Cristo para vivir una vida nueva (Rm 6,3-11), el mensaje de la resurrección (Mc 16,1-7). Demasiadas lecturas y demasiada dispersión. Si se reducen las lecturas, desaparece el esquema.

* Como alternativa, seguimos un esquema centrado en Cristo, centrado en los cuatro cantos del Siervo: Mirad a mi siervo a quien sostengo (Is 42,1-7), estaba yo en el vientre y el Señor me llamó (Is 49,1-6), el Señor me ha dado lengua de iniciado (Is 50,4-9), como cordero llevado al matadero (Is 52,13-53,12), y en la experiencia de los caminantes de Emaús: “Nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras” (Lc 24, 33), “Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura” (24,27). Comenzando por Moisés, Jesús llevaba en el corazón lo que Dios dijo a Moisés: “Un profeta como tú levantaré de entre tus hermanos. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre” (Dt 18,17-19). 

* La pascua judía es una cena en medio de lecturas y salmos. Comenzamos con el salmo 113, que pertenece a la liturgia judía de la Pascua. Es, por tanto, uno de los últimos salmos que rezó Jesús: “Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor”. En el marco judío de la Pascua, cada uno relata su historia y todos juntos celebran la historia común de Israel. Es lo que nosotros estamos invitados a hacer. Milagros, del grupo de Villaverde, pone sobre la mesa la muerte en la plenitud de la vida y la presencia nueva de Francisca Cruz Ruiz, recordando una de sus grandes experiencias en el grupo, la experiencia de la peluquería. Nos llama la atención que, en otras dos experiencias compartidas, de María Jesús y Enrique, en una aparece la fecha de inscripción en la Comunidad de Francisca, el 11 de diciembre, y en otra el día de su muerte, el 11 de marzo. Cosas que pasan.

* Como primera lectura, escuchamos el primer canto del Siervo: “Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas” (Is 42,1-7). Estas palabras se cumplen plenamente en Jesús, en su bautismo, en su misión, en su opción mesiánica. Pero también se cumplen en nosotros, llamados a participar de la propia misión de Jesús. Como segunda lectura, escuchamos el cuarto canto del Siervo: “Como cordero llevado al matadero” (Is 52,13-53-12). Este pasaje lo iba leyendo en su carro el etíope, que volvía de peregrinar a Jerusalén. Felipe le anuncia la buena nueva de Jesús y le dice de dónde viene, del matadero donde ha sido sacrificado el cordero (Hch 8, 26-40). Dice también el cuarto canto del Siervo: “Expuso su vida a la muerte”. Se metió en la boca del lobo, a tres kilómetros de Jerusalén, para anunciar la resurrección de Lázaro. Arriesgó su vida para anunciar la señal del Evangelio: “Los muertos resucitan” (Mt 11,5).

* Como evangelio, leemos el pasaje propio del día (Mc 16,17). María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús: “Muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?”. Durante estos días, en la catequesis de Lázaro, hemos recordado palabras semejantes: ¿Quién nos quitará la piedra?, ¿quién nos levantará la losa?  “Al mirar, vieron que la losa estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”.

Un joven, vestido de blanco, vestido de resurrección, hace el anuncio fundamental. Empieza por una pregunta: ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Esta pregunta es semejante: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? (Lc 24, 5). Vestidos de blanco, vestidos de resurrección, estamos llamados a anunciar el mensaje fundamental del Evangelio: No está aquí. Ha resucitado. Y también: Cristo resucitó y los muertos resucitan: “Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó” (1 Co 15,16). Va por delante, van por delante, dando un nuevo sentido a la historia.

* Pueblos con Futuro: Como acontecimiento de Pascua, Mary Paz comparte la reagrupación de una familia venezolana, realizada en Saelices de la Sal, un pueblo de Guadalajara. Es un caso entre otros: “En un año y pese a la pandemia, hemos logrado ayudar a ocho familias vulnerables a construir una nueva vida en la España vacía”, “somos una ONG pequeña. Conociendo bien el terreno, seleccionando bien a las familias y dándoles el apoyo y seguimiento necesarios, pueden salir adelante” (Mario González). Angelines recuerda la palabra que escuchamos el 3 de abril de 2019 y que pertenece al segundo canto del Siervo: “Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país, para repartir las heredades desoladas, para decir a los cautivos: Salid, y a los que están en tinieblas. Venid a la luz” (Is 49,8-15).

 

                                                                                              Jesús López Sáez

                                                                                              Abril 2021