En el principio era la palabra
 

LA GUERRA DE IRAK

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Desde su preparación hasta la retirada de las últimas tropas de combate (en la foto) han pasado siete años y medio. La guerra de Irak se hacía en nombre de Dios, pero sucedía lo de siempre: "Bestias que someten / con poder la tierra, / machacan, trituran, / dominan, blasfeman". Había que estar alerta. Había que escuchar la palabra de  Dios que juzga la historia. Había que escribir la visión "en tablillas" (Ha 2,2) para que se pueda leer de corrido. Había que esperar hasta la fecha final. Veamos.
Mes de febrero de 2003. Estados Unidos y países aliados (entre ellos, España) preparan la guerra de Irak.
15 de febrero. Manifestación global contra la guerra. Apoyar la guerra es un escándalo. Ese día se lee en todas las iglesias: "No deis motivo de escándalo" (1 Co 10,32). La palabra es muy oportuna, pero muchos no se dan por aludidos.
Estar contra la guerra no significa apoyar el régimen dictatorial de Sadam Husein, sino defender al pueblo iraquí. La guerra hay que hacerla al hambre, a la enfermedad y a la muerte, dando cumplimiento a la esperanza profética: "Fundirán sus espadas para hacer arados y sus lanzas para hacer podaderas" (Is 2,4).
1 de marzo. Al parecer, el Papa está cambiando de opinión. En Washington no lo acaban de entender.
16 de marzo. Salto cualitativo en la actitud del Papa. Apartándose del texto preparado, improvisa con fuerza delante de los fieles: “Tengo el deber de decir: ¡Nunca más la guerra!...Todos sabemos que no es posible pedir la paz a cualquier precio, pero sabemos también que nuestra responsabilidad en esta decisión es muy grande, grandísima”.
Nos alegra ver que Juan Pablo II asume una de las “graves responsabilidades” que le denunciamos en "El día de la cuenta" (2002) con motivo de su posición ante la guerra de Afganistán. Ciertamente, "no se puede tocar las campanas de la guerra y organizar la procesión de la paz. No se puede aparecer ante el mundo como aliado del imperio y proclamar el Evangelio que anuncia el juicio a las naciones".
Ese mismo día se reúne el trío de las Azores, Bush, Blair y Aznar, con Barroso como anfitrión. Estos gobernantes lanzan un ultimátum al régimen iraquí. Según ellos, la amenaza de las armas de destrucción masiva que tiene Sadam Hussein justifica una invasión militar en Irak para eliminarlas.•
20 de marzo. Comienza la guerra de Irak con los primeros bombardeos norteamericanos sobre objetivos iraquíes.
24 de marzo. La catequesis titulada "La novedad de los reyes" termina con este aviso: "Domingo tercero de Cuaresma. Ha empezado la guerra contra Irak. En todas las iglesias se lee como primera lectura el texto del Decálogo, que señala los límites fuera de los cuales no hay comunión ni con Dios ni entre los hombres: No tomarás el nombre de Dios en falso, no matarás, no robarás, no codiciarás los bienes de tu prójimo (Ex 20,1-17). El Señor no es un Dios ausente, un Dios Altísimo, que no se ocupa de los asuntos humanos. Juzga la historia y recuerda sus mandatos. Quienes gobiernan los pueblos deberían prestar atención, mucha atención".
Recordamos lo que dice el Concilio, que resulta muy actual: “Toda acción bélica, que tiende indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones”, “la paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas” (GS 80-82).
15 de abril: "Es indignante ver esa prepotencia del imperio y la impotencia (u omisión) de las instituciones internacionales. Necesitamos otras, muy diferentes. Es hora de cerrar filas en torno a la Internacional Humana", escribe el obispo Pedro Casaldáliga.
28 de abril. En la catequesis titulada "El cisma de los dos reinos" el poderoso rey asirio (745 a.C.) se lanza a la conquista de una vasta parte del mundo: ¿guardará silencio el Señor ante esta loca aventura? El Señor no se calla. En realidad, el problema es éste: "¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra?". El profeta Isaías acoge la misión, una misión que sólo consigue endurecer el corazón de un pueblo que no oye ni entiende ni quiere cambiar (Is 6,8-10). La historia se repite.
1 de mayo. El presidente Bush da por finalizada la guerra. En realidad, demasiado pronto, según lo que se ha visto después.
3 y 4 de mayo. El Papa viene a Madrid. No hay el más mínimo tirón de orejas por el papel jugado por el Gobierno ante la guerra de Irak. Sus palabras son de agradecimiento: "Agradezco particularmente la presencia aquí de las Autoridades civiles y, sobre todo, la colaboración que han prestado para los distintos actos de esta visita".
A primeros de mayo, el Wall Street Journal revela la existencia de un plan secreto estadounidense titulado “Para que la economía iraquí pase del renacimiento al crecimiento sostenido”. Este documento muestra claramente las intenciones de Estados Unidos. Se trata de vender las industrias públicas, sobre todo las del sector petrolífero, crear una Bolsa e implantar un régimen fiscal similar al de Estados Unidos para favorecer las inversiones extranjeras. La mayoría de las empresas públicas con las que la población contaba para obtener un puesto de trabajo serán declaradas insolventes y liquidadas. Aquellas que sean consideradas potencialmente rentables serán vendidas en el marco de lo que se llama el “gran programa de privatizaciones masivas”.
19 de mayo. Juan Pablo II dice a los peregrinos en la plaza de San Pedro: “Ayer he cumplido 83 años, he entrado ya en el 84 de mi existencia. Me doy cuenta de que se está acercando cada vez más el momento en que deberé presentarme ante Dios para darle cuenta de mi existencia”.
18 de junio. En la catequesis titulada "En tierra extraña" el profeta Ezequiel no sólo denuncia el templo de Jerusalén, sino también anuncia el juicio a las naciones, el juicio del poder que concibe y ejecuta planes perversos: "Aquel día te vendrán pensamientos y concebirás planes perversos: Invadiré un país abierto y atacaré a gente pacífica que habita confiada en ciudades sin murallas, sin cerrojos y sin puertas; para entrar a saco y alzarme con el botín, para alargar la mano a las ruinas repobladas" (Ez 38,10-12). Los mercaderes y traficantes están a la espera. "Te dirán: ¿Conque vienes a saquear? ¿Has reclutado tu ejército para alzarte con el botín, para robar plata y oro, para arrebatar ganado y hacienda?" (38,13).
11 de marzo de 2004. Atentado terrorista en Madrid: 192 muertos y 1.400 heridos. Es impresionante el pasaje de Isaías escuchado en un pequeño grupo "el día de la gran matanza" (Is 30,25). La fuerza del poderoso se convierte "en vergüenza" y la sombra del imperio "en confusión". Cuando sus jefes estuvieron en Soán (en Azores, podríamos decir), "todos llevaron presentes a un pueblo que les será inútil, a un pueblo que no sirve de ayuda ni de utilidad, sino de vergüenza y oprobio" (Is 30,3-5), "porque habéis dicho: Hemos hecho alianza con la muerte....cuando pasare el azote desbordado, no nos alcanzará, porque hemos puesto la mentira por refugio nuestro y en el engaño nos hemos escondido" (Is 28,14-16).
15 de marzo: Vuelco electoral sin precedentes. Recordamos el aviso que aparecía al final de la catequesis en marzo del año anterior: "Quienes gobiernan los pueblos deberían prestar atención, mucha atención".
4 de junio. Juan Pablo II recibe a Bush y le traslada sus deseos de paz para Irak: “Es un evidente deseo de todos que esa situación sea normalizada lo antes posible”.
29 de octubre. Según el estudio publicado por la revista The Lancet, al menos 100.000 civiles han perdido la vida desde que el país fue invadido en marzo de 2003. Más de la mitad de quienes han perecido son mujeres y niños abatidos en ataques aéreos.
13 de enero de 2005. El Gobierno de EE UU desmantela las unidades encargadas de buscar los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva con los que el presidente Bush justificó la invasión de Irak. La búsqueda concluye sin la más mínima prueba de que las armas existiesen.
14 y 15 de enero. Bush dice que la invasión de Irak valió la pena “absolutamente” a pesar de la ausencia de armas: “Sadam era un hombre peligroso y el mundo está más seguro sin que él siga en el poder”. Sin embargo, la CIA reconoce que Irak es hoy el foco del terrorismo internacional.
30 de enero. La coalición religiosa chiíta vence en las elecciones iraquíes con el 48 por ciento de los votos. La participación alcanza el 59 por ciento de la población censada (14 millones), aunque en las provincias suníes la afluencia a las urnas es muy escasa
8 de abril. Funeral de Juan Pablo II. Los grandes de la tierra asisten a la ceremonia, presidida por el cardenal Ratzinger. Entre ellos, la “trinidad norteamericana”: el padre, el hijo y Clinton. El presidente y dos que lo fueron.
7 de julio. Atentado terrorista en Londres. Cuatro suicidas atacan con bombas el sistema de transportes y matan a 56 personas. Es evidente. Los atentados de Nueva York, Madrid y Londres tienen algo en común.
16 de abril de 2008. Benedicto XVI viaja a Estados Unidos. Celebra su cumpleaños en los jardines de la Casa Blanca. Nada nuevo bajo el sol. El presidente Bush destaca que "los cumpleaños se celebran con los amigos". El Papa pide más diplomacia a Estados Unidos, dejando fuera de su discurso algunos temas espinosos, como la guerra de Irak.
13 de junio. Benedicto XVI recibe a Bush en los jardines vaticanos. El Papa le agradece “la defensa de los valores morales fundamentales”. Parece increíble. Un diploma moral a quien ha hecho la guerra de Irak. En vez de interpelarle duramente, el Papa le recibe con todos los honores y, además, le da un respaldo moral. La noticia suscita en muchos (creyentes y no creyentes) perplejidad y escándalo. Ese diploma es realmente inmoral.
20 de agosto de 2010. El presidente Obama, cumpliendo su promesa electoral, retira de Irak las últimas tropas de combate. Estados Unidos termina así una guerra que no ha podido ganar. Deja un país arruinado y con pocas esperanzas de estabilidad. Han muerto más de 100.000 civiles iraquíes y 4.419 soldados de las tropas ocupantes. Los atentados no cesan. Estados Unidos ha gastado cerca de 800.000 millones de dólares. Con ese dinero, se podría haber erradicado el hambre en el mundo durante 16 años. Otro mundo es posible y necesario.

Jesús López Sáez