PROPAGANDA CURIAL
Errores y mentiras

Salvador Aragonés afirma que "Juan Pablo I terminó sus días en la Tierra el 28 de septiembre del año 1978", "los hechos ocurrieron la noche del 27 al 28". En realidad, fue la noche del 28 al 29 y todo indica que el Papa murió en la madrugada del 29. * Según Salvador, el doctor Renato Buzzetti (en realidad, Buzzonetti) "certificó la defunción de Juan Pablo I por infarto de miocardio agudo", la sala de prensa del Vaticano "omitió que quien encontró al Papa sin vida fue la religiosa que le atendía", esta falta de información "desató rumores, hasta el punto de que...se levantó la especie de que el Papa había sido asesinado". * Dice Salvador: "Al día siguiente de la toma de posesión de su cargo, el domingo 4 de septiembre,...Juan Pablo I recibió al metropolitano de San Petersburgo", Nikodim. Y a continuación añade: "En la audiencia del día 5, Nikodim le dijo al Papa Luciani algo sobre el ecumenismo". En realidad, todo sucedió el día 5. * El periodista afirma que Karol Wojtyla, cuando fue elegido, "tenía 65 años y era el Papa número 254". En realidad, Wojtyla tenía 58 años (nació el 18 de mayo de 1920) y era el Papa número 264. En realidad, la utilizó en alguna ocasión. Por ejemplo, en la última audiencia: "Aquel miércoles (27 de septiembre) el Papa Luciani había llegado al aula de las bendiciones en la silla gestatoria", "en la silla gestatoria no subiría nunca más. No puedo aceptar, dijo, que se me lleve a hombros. Parezco la reina Cornaro que se enseña a la gente en la plaza de San Marcos en Venecia en el día del cortejo de las Repúblicas Marineras. Si estuviera aquí mi madre, diría: Pero, Albino, ¿no te da vergüenza que te lleven a hombros en medio de la gente? A veces es difícil resistir a ciertos consejos. Pero no lo haré más" (Bassotto, 202). Según sor Vincenza, "después de la elección le había vuelto el insomnio y también el dolor de cabeza". El 28 de septiembre, a primeras horas de la tarde, sor Vincenza le dijo al Papa: "Santo Padre, me parece que las manos se han hinchado un poco". "No sólo las manos, contestó el Papa, sino también los pies, son como dos pesos muertos que tiran para abajo. Siento las rodillas atadas. Se debe al cansancio acumulado estos días, pero pasará" (Bassotto, 208). También el Dr. Da Ros dijo que el Papa "estaba bien". Se ha exagerado al decir que el Papa tenía los tobillos y las piernas muy hinchados: "Para mi, dice el Dr. Da Ros, que no los tenía tan hinchados. Una persona que está todo el día sentada, que lleva una vida sedentaria, puede sufrir cierta disminución de las funciones del aparato circulatorio. Nos habíamos puesto de acuerdo para que todos los días diera un paseo por el jardín" (30 Giorni 72, 1993,53-54). * En cuanto al insomnio, Paloma no dice lo que Juan Pablo I comenta después: "Llevo unas pocas noches que me despierto entre las dos y las tres y ya no logro volver al coger el sueño y así estoy leyendo hasta la hora de despertarme" (Bassotto, 208). Según los expertos, el insomnio es uno de los trastornos del sueño más comunes y tiene orígenes diversos. Por otro lado, para quien se acuesta hacia las 9 de la noche y se levanta a las 4:30 de la mañana, despertarse entre las dos o las tres "unas pocas noches" no tiene mayor importancia. Por lo demás, las causas graves de los dolores de cabeza son muy raros. En realidad, dice la propia Lina: "La mañana que murió, mi hermano me llamó a Roma a las 7,20", "fui directa al Vaticano", "les dije en la puerta que era la sobrina del Papa y no me creyeron", "llamaron a algún sitio y finalmente alguien vino y me condujo hasta las puertas de la cámara papal. Incluso entonces no me dejaron entrar", "entonces vino el padre Magee y afortunadamente me reconoció" (Cornwell, 240). El Dr. Francis Roe, que fue jefe de cirugía vascular en el Hospital London de Connecticut, corrigió al portavoz vaticano: “Dicho sea de paso, su Navarro Valls habla de un émbolo en el ojo que ocasiona una posible embolia pulmonar. Muchos médicos cometen un error tan común como relacionar émbolos de esta manera, pero se producen a causa de dos razones muy diferentes, que no tienen nada que ver. El del ojo proviene de la arteria carótida en la parte del cuello. La embolia pulmonar es el resultado de coagulación venosa en la parte inferior del cuerpo” (Cornwell, 150). Ahora bien, hablar de muertes imprevistas es poco preciso. En realidad ¿de qué murieron? Se trata de tres casos dentro de un ámbito familiar muy amplio (cuatro generaciones), que alcanza al siglo anterior; son, pues, otros tiempos con otras condiciones sanitarias: muchos morían de enfermedades respiratorias. La salud era más bien precaria y la vida breve (Humilitas 1, 1984,3). La muerte de Amalia (1901-1939) y de Pía (1902-1969), sordomudas, se produce pronto, pero ambas son hijas del primer matrimonio del padre, que se casó en 1900 con Rosa Fiocco, una prima carnal. Sin embargo, Eduardo y Antonia, hijos del segundo matrimonio como Albino, han superado los noventa. * Lina Petri supone que el Papa murió en el escritorio. Esta es la escena: "Yo estaba allí sola. De la habitación había desaparecido todo, si exceptuamos un crucifijo y una fotografía de mis abuelos. La ropa de la cama había sido quitada. Yo estaba allí mirando su rostro. Su cabeza estaba vuelta hacia la puerta y parecía como si hubiera estado sonriendo hasta el momento de la muerte. Su rostro no presentaba signo de sufrimiento. Sus manos estaban juntas, pero estaban deformadas y en una rígida posición. Estaban...bien, como sarmentosas. Alguien llegó diez minutos después y me ofreció una silla. Estuve allí unos veinte minutos, mirándole. Entonces me pareció que allí había algo muy extraño. Estaba vestido con la ropa usual de Papa, la sotana blanca, y las mangas estaban rasgadas. ¿Por qué tenían que estar rasgadas así, me preguntaba? Entonces vinieron y me pidieron que me marchara para que pudieran preparar el cuerpo para llevarlo a la sala Clementina donde iba a ser expuesto. Me pregunté en ese momento por qué, si había muerto en la cama no llevaba puesto el pijama. Estaba convencida en lo más profundo de mi mente de que había muerto trabajando en su escritorio" (Cornwell, 240). * Dice también Lina Petri: "Fui a la cocina para ver a la hermana Vincenza", "dijo que ella no podía creerlo porque él se había encontrado muy bien, mucho mejor en Roma que en Venecia", "decía que él se había sentido muy bien la noche anterior", "don Diego aduce ahora que mi tío tuvo unos agudos dolores la noche que murió. Es algo que no encaja". "Luego sucedió otra cosa extraña", "sor Vincenza lloraba y desahogaba su corazón con todas estas cosas. Yo la escuchaba pacientemente - nosotros no somos ese tipo de gente que llora en público y hace escenas, mi familia - pero yo lloraba interiormente y estaba sufriendo. Entonces llega Don Diego. No sé si debería decirle esto, no es en su favor, pero hizo un poco de escena. Dijo: 'Escuche, sor Vincenza, ¬ lo que ha pasado ha pasado! Aquí no hay necesidad de pensar en todos los detalles'" ((Cornwell, 240-241). * Cornwell le pregunta a Lina: Pero ¿si tomaba las medicinas, estaba fuera de peligro? * Cornwell le pregunta a Lina Petri si el estrés podría haber tenido un papel importante en la muerte de Luciani. "No exactamente, responde Lina. El estrés puede influir en una enfermedad pero no es una causa directa. Es mucho más probable que debido al estrés dejara de tomar sus anticoagulantes, lo que resultó ser mortal" (ibidem). “El tratamiento que se le hizo sólo fue de carácter general y estaba basado en hemocinesis, anticoagulantes, algún suave medicamento para dilatar los vasos sanguíneos y, sobre todo, unos pocos días de descanso en el hospital. El resultado fue casi inmediato, con una recuperación completa de la vista y una mejora general. Luciani nunca fue lo que se dice un coloso desde el punto de vista sanitario, pero era un hombre sano y los exámenes a los que fue sometido nunca revelaron ninguna dolencia cardiaca”. “El profesor Rama, dice Yallop, me hizo notar que Luciani tenía la tensión baja; en condiciones normales oscilaba entre 120 y 80". La tensión baja, según los especialistas consultados, está considerada como “el mejor diagnóstico posible para una expectativa de vida” (Yallop, 349-350).
Jesús López Sáez