En el principio era la palabra
 

 

EPITAFIO

Pedro Muñoz Seca, escritor y autor de teatro, nació en El Puerto de Santa María el 20 de febrero de 1879 y murió asesinado en Paracuellos el 28 de noviembre de 1936. Vivía en Madrid en una casa de la calle Velázquez, donde, con pocos días de diferencia fallecieron los porteros, una venerable pareja de ancianos, querida y respetada por todos. Fueron enterrados juntos y uno de sus hijos le pidió a Muñoz Seca que escribiera un epitafio para sus padres. Este cumplió el encargo y escribió lo siguiente:

Fue tan grande su bondad,
tal su generosidad
y la virtud de los dos,
que están con seguridad
en el Cielo, junto a Dios.

Pero el Obispo de la diócesis no lo aprobó, y dijo que Muñoz Seca no era quién para decir que los difuntos estaban en el Cielo junto a Dios. Muñoz Seca, entonces, rectificó:

Fueron muy juntos los dos,
el uno del otro en pos
donde siempre va el que muere...
pero no están junto a Dios,
porque el Obispo no quiere.

El Obispo se enfadó y envió un escrito a Muñoz Seca: "Ni yo ni ningún otro representante de la Santa Iglesia, intervenimos para nada en el destino de los difuntos, por tratarse de un misterio inescrutable, que ni usted, a pesar de su buena voluntad, ni nosotros estamos capacitados para aclarar".

Muñoz Seca volvió a rectificar y escribió el epitafio definitivo:

Flotando sus almas van
por el éter débilmente,
sin saber qué es lo que harán,
porque desgraciadamente
ni Dios sabe donde están.

28 de noviembre de 2012